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-Um… ¿Lyra?- dijo Anna, sus manos aún flameando -Me gustaría un poco de ayuda aquí-

Lyra, quien había estado volteada hasta entonces, se dio la vuelta para ver que necesitaba su amiga. Fue entonces cuando lo vio. Uno de los soldados estaba sacando un torrente de agua de sus manos, tal como Anna lo hacía con el fuego, manteniéndola a raya mientras los demás soldados se esparcían frente al cuartel.

No lo pensó dos veces. Tomó su arco y saltó dando un giro, agarrando y tensando una flecha mientras se elevaba. Uso su poder para volar sobre la llamarada de Anna, y apenas estuvo suficientemente alto dejó ir su flecha.

Ésta voló a través del torrente llameante y se incrustó en el hombro del soldado que controlaba el agua. No impactó en donde Lyra quería, pero logró su cometido.

El soldado gritó, sorprendido por el golpe, y perdió su control sobre el torrente acuático. Esto hizo que el fuego de Anna, antes contenido por el agua, se liberara con toda su fuerza.

Las llamas avanzaron sobre él, rugiendo a su paso, y no se detuvieron ni siquiera con la pirámide. El fuego entró en el cuartel, chamuscando la entrada, y se abrió hacia los lados, cegando momentáneamente algunas torretas.

-Eso fue… intenso- dijo Anna apretando sus puños, pequeñas chispas escapando entre sus dedos.

-Y que lo digas- le replicó Lyra, cargando otra flecha en su arco -Así que tienen poderes también…-

-Eso parece- respondió Anna, e inmediatamente se tensó -Prepárate para usar los tuyos-

Lyra se volteó, viendo al grupo de soldados que empezaban a rodearlas. Juntó su espalda con la de Anna, y visualizó quién sería el primero en llevarse una flecha.

-Démosles hasta que duela- dijo, y lanzó su flecha en menos de lo que toma un parpadeo.

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Liz no estaba preocupada por los rifles que llevaban los soldados. Su poder se encargaba de quitarles el título de amenazas. Lo que le preocupaba eran los poderes.

Acababa de enfrentarse a un soldado que podía duplicarse, y solo lo venció usando su increíble puntería en el tiro de dagas. Eso le hizo perder unas cuantas de las que había equipado. No es que le molestara, ya que había equipado más de treinta.

Se dirigió al claro de la batalla. Allí estaban Cass y Mariella luchando lado a lado, Cass noqueando soldados con su lanza y Mariella lanzando ondas sísmicas. Habían también varios chicos de la academia española atrayendo soldados hacia una trampa, donde recibían disparos nada amistosos. Nico… no sabía dónde estaba, y Anna y Lyra estaban luchando también a su derecha.

Se dirigió hacia ellas. Anna era justo la que necesitaba. Lanzó una de sus dagas mientras se acercaba, tirando al suelo uno de los soldados que se acercaban a Lyra. Luego se detuvo. Vio las chispas en las manos de Anna, señal inequívoca de que lanzaría otro torrente de llamas.

Metió su mano a un bolsillo interno de su chaqueta y sacó un pequeño objeto. Lo contempló por última vez, y enseguida lo arrojó contra las llamas que salían de las manos de Anna. El cuadernillo se abrió al volar por el aire, y una página llena de símbolos negros fue lo último que Liz vio de éste antes de que las llamas lo chamuscaran.

Se permitió sonreír por un momento.

Había destruido lo que la Entente buscaba, lo que había hecho que destruyeran su academia. Sintió que finalmente había vengado a Sam y a Celeste. Fueron quizás esos pensamientos los que hicieron que no se voltearse hasta que fue demasiado tarde.

Nightcode ~ El Código Nocturno     Donde viven las historias. Descúbrelo ahora