30- Adios

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Hace un segundo me encontraba a tu lado, sonriendo divertida por tus tonterías, hace un segundo estábamos tumbados en el césped, observando el cielo…buscando figuras graciosas entre las nubes. Hace un segundo llegábamos a casa, caminando en diagonal, riendo a todo pulmón por nuestro deplorable estado. Hace un segundo despertaba lentamente, escuchando el sonido de tu guitarra. Hace un segundo te despedías de mí, como cada mañana, con un beso en la frente y un "hasta luego"…hace un segundo, un simple segundo…un segundo que lo cambió todo.

Cuando intentas detener en tiempo, pensar en la vida, en lo bueno, en lo malo, en esos momentos inolvidables, los recuerdos…cuando quieres vivir para siempre en ese espacio de tiempo que tu mente a pausado, reviviendo una y otra vez todo aquello que creías eterno.

Pero como siempre, el destino se adueña de tu vida, decidiendo por ti, sobre tu tiempo, sobre como todo debe ocurrir. Buscas explicaciones, pero nunca las encuentras, solo las señales permanecen a tu lado, señales que tú conocías, señales que te llevaron a la angustia, señales que viste llegar pero que jamás deseaste seguir…pero de nuevo el destino interviene, llevándote hasta ellas y obligándote a vivir lo que jamás deseaste…el adiós.

Existen diferentes adiós, el adiós que regalas a tus amigos cuando regresas a tu casa, el adiós que pronuncias sonriente antes de salir de viaje, el adiós que sale como un suspiro de tus labios cuando la persona que amas se aleja de ti, el adiós que solo existe cuando estás a punto de cambiar tu vida para irte lejos, el adiós que siempre utilizamos sin razón alguna, cuando en realidad solo debería ser un "hasta luego"…y por último, el peor de todos, el único que jamás nos acostumbraremos a pronunciar…el adiós definitivo. Ese adiós que nos lleva a una realidad dolorosa y nos hace tomar consciencia que nunca más volveremos a ver al destinatario de esa palabra de cinco letras que nadie desea pronunciar.

Camila se encontraba sentada sobre una inconfortable silla de madera, en aquella horrible sala funeraria, con su mente en estado de pausa, reviviendo una y otra vez un momento imaginario, obligando a su corazón a seguir latiendo con normalidad.

David llegaba sonriente, entrando en el departamento con aquella energía que solo él era capaz de sobrellavar a cada instante. Entraba bromeando, divertido por las caras desencajadas de sus amigos.

-Vaya recibimiento! ¿Quién se ha muerto?

-¿Da…David? ¿Eres tú? -Ryan no lo podia creer

-Claro! – Dijo confundido – Están muy raros, ¿Ya están borrachos?

Camila corrió hacia él con los ojos repletos de lágrimas, abrazándolo con fuerzas.

-Eres tú! Eres tú! - Repetía una y otra vez

-¿Que les pasa? – Miro a Camila – Hey morocha…¿Estás bien? – Pregunto devolviéndole el abrazo sin entender nada.

-No…no entiendo… - Balbuceaba Oliver

Lauren y Ally corrieron también hacía el chico uniéndose al abrazo, David estaba cada vez más confuso.

-Chicas…no es que me queje, pero a qué viene esté abrazo…me van a romper los huesos! – Bromeo

-Acaban de llamar del hospital…tú…tú…han dicho…no…es increíble… - Ryan no conseguía explicarse

-¿Hospital? No entiendo nada!

-Han dicho que habías muerto! – Lanzo sin más Mike

-¿Qué? – Se sorprendió, separándose un poco de las tres chicas – ¿Como que estoy muerto?

-No sé hombre… - Estaba nervioso – Dios…acabo de vivir el peor momento de mi vida… - Dijo Ryan sentándose en el sofá

Ally se separo de David y corrió para sentarse junto a su chico, todos en la sala se encontraban confusos, todos menos la morocha, que se aferraba a David con fuerzas, sintiendo que algo no andaba bien. Lauren se alejo a su turno, dejándolos a solas.

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