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Blaine despertó con dos botellas de champán sobre su cama, parpadeó algunas veces hasta acostumbrarse a la luz del día, abrió los ojos y estos se llenaron de brillo, tenía ojeras y estaba sudoroso. Anoche había tenido buena compañía que no se esperaba.

Su ex novio Collin entró en su casa por la noche cuando Blaine se terminaba de duchar, luego de un intercambio de insultos ambos fueron cediendo el uno al otro y terminaron festejando el día de los enamorados de la mejor manera.

Collin se había ido antes que Blaine despertase y piense con claridad las cosas. 

La relación entre ellos fue pésima y aún se estaban recomponiendo de la ruptura aunque al moreno de ojos castaños mucho no le había afectado.

Como todas las mañanas hizo su rutina, se duchó y seguidamente le ordenó a una de sus empleadas que le preparase el desayuno, luego salió de su vivienda y se dirigió a algún lugar lejos para reflexionar.

Blaine no trabajaba, le agobiaba la idea de dirigir una empresa o de ser un empleado más, sus padres pagaban todos sus gastos y caprichos.

La familia Anderson era muy adinerada, tenían todo lo que pudieses imaginar en un solo dedo; elegantes, selectos, refinado, etcétera.

Blaine era el más pequeño de la familia por lo tanto el más consentido. Tenía una casa enorme y diez empleados para satisfacer sus necesidades.

Era un caprichoso y codicioso, cada vez que asistía a una reunión debía ser el centro de atención. Si alguien le faltaba al respeto él se "encargaría" personalmente de dicha persona, aunque rara vez realmente lo hacía ya que se le caracterizaba por ser un hablador.

Era totalmente odiado en la comunidad de "ricachones" por ser atractivo y tener a las mejores compañías, pero él elegía hombres. Lo que desilusionaba a cualquier mujer, perderse un candidato así por un hombre, una humillación según ellas.

Blaine se detuvo en el parque cerca de las bancas de madera pintadas de blanco, se sentó en una con su celular en mano. Marcó el teléfono de su mejor amigo Walter y llamó.

—No iré a la cita con tu amigo. Dile que estoy enfermo o inventa alguna excusa...—decía Blaine—. Averigüé sobre él, tengo mucha información y me desilusiona. Es heterosexual y casado, dile que no.

¿Por qué un heterosexual saldría contigo entonces?—preguntó Walter desde la otra línea.

—Dinero, hermano. Dinero—respondió el morocho balanceando la cabeza—, solo dile que estoy enfermo.

Cómo digas, le llamaré.

—Walter, tengo dos trajes en la tintorería ¿me harías el favor de--

Walter colgó antes que Blaine terminase de hablar. Blaine observó su móvil arrugado las cejas.

—Bonita forma de decir "no"—comentó mientras guardaba su celular en el bolsillo trasero de su pantalón color caqui. Se acomodó el sacón negro y comenzó a caminar hacia algún lugar.

Hacía algo de frío así que se hundió en el gran cuello del abrigo y metió las manos en los bolsillos. Su celular sonó. Se detuvo antes de cruzar la calle y sacó el celular.

Mientras caminaba por las franjas blancas de la senda peatonal se llevó el móvil a su oreja.

—¿Qué quieres Walter?—dijo Blaine frunciendo el ceño, haciéndole saber que su reciente actitud le había disgustado.

—¡Hoy tenías la cena con Liam!—comentó desesperado—Dime que lo recuerdas.

—Lo olvidé por completo, pero si buscas mis trajes en la tintorería...

DADDY [KLAINE] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora