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La gran casa de Blaine se levantaba sobre un enorme jardín lleno de verde con grandes pinos y toda clase de flores. Daba la impresión de ser un instituto, pero era la casa de Blaine Anderson. Estaba unas cuadras alejadas de la ciudad, ya que Blaine odiaba el barullo de las personas.
—Detrás hay un jardín tipo italiano y el de adelante es español—decía Blaine mirando a Kurt que observaba maravillado la mansión. —También hay un gran bosque, es hermoso. Compré la propiedad principalmente por eso. Es una casa señorial del siglo XVIII. Tiene diversos jardines pero mi favorito es el italiano. Aunque no paso mucho tiempo en ellos...
—Es maravilloso.
—Y tu vivirás aquí.
—Esta será una experiencia inolvidable—susurró Kurt. El coche se detuvo frente al jardín. Debieron caminar por un sendero bordeado de flores. La casa cada vez era más grande. Blaine llegó hacia la puerta, un hombre alto y delgado abrió, ambos entraron. El vestíbulo era mucho más grande que la pequeña casa de Kurt. Tenia detalles delicados y cada pieza debía valer millones de dólares. Blaine se quitó el abrigo y lo dejó en un perchero. Kurt lo imitó con su campera deportiva que no entonaba en aquel lugar.
—¿Nuevo amigo?—preguntó el hombre.
—Es mi secretario. Kurt Hummel, lo llevaré a recorrer la mansión y las lejanías del bosque, dile a las empleadas que arreglen una habitación para él y que este cerca de la mía por si... Debes respetarlo como lo haces conmigo... Si él te pide una copa de vino se la darás.
—No, Blaine, no es necesario—dijo Kurt. —Soy un empleado más.
—¡Claramente no eres otro empleado más! Ahora eres el más importante—chilló Blaine y luego observó al hombre delgado. —Ve, Hugo.
El hombre se marchó.
—Blaine, no es necesario—insistió Kurt.
—No pienses en eso. Vamos, te llevaré a recorrer los exteriores...—Blaine lo tomó del brazo y lo arrastró hacia el inmenso patio trasero.
Comenzaron a pasearse por los enormes jardines que los setos dividen en habitáculos. Los árboles eran majestuosos y únicos. La fauna era especialmente maravillosa. Un tejón se acercaba a los jóvenes.
—¿Es una nutria?—preguntó Kurt. Blaine soltó una carcajada.
—Es un tejón—decía limpiándose las lágrimas.
—No seas exagerado—dijo serio Kurt.
Ambos retomaron la marcha y se alejaron del jardín para adentrarse al bosque que estaba rodeado de animales salvajes. Vieron más tejones y muchas clases de pájaros. Parecía otro lugar, Kurt no podía creer que la ciudad estaba a unas cuadras. Era notoriamente tranquilo.
—Cuidado donde pisas. Últimamente ha llovido mucho y puedes resbalar—dijo Blaine.
—Tranquilo. Estoy bien... debo tomar una fotografía de esto para mostrársela a mi mamá—Kurt sacó su celular y le tomó fotos al bosque. —Es maravilloso.
—Lo sé.
Después de caminar un rato Blaine se sentó en una gran raíz que sobresalía. Invitó a Kurt a sentarse junto a él.
—Hace tiempo que no comparto este lugar con alguien. Esto me reconforta—dijo el morocho mientras se inclinaba hacia adelante y ponía sus codos sobre las piernas.
—Es lindo. Agradable. Viviría en el bosque como--
—Tarzan.
—Tarzan no vivía en un bosque—rió Kurt.
—Es parecido.
—Claro que no...—Kurt se cruzó de piernas. —Me gusta este lugar. Me gustaría compartirlo con mi hermanastro Finn.
—¿Donde está él?
—En alguna parte estudiando. Hace años que no se contacta con mi madre. Es un imbécil.
—Mi hermano también es un imbecil—rió Blaine mirando a Kurt.
—Hace frío, ¿Por qué diablos me quite el abrigo?—Kurt miró el cielo. Una gota de agua cayó en su mejilla. —Creo que esta lloviendo.
—Debe ser el agua en las hojas de los árboles.
—Lo dudo...—bajó la vista y observó a Blaine.
—¿Cuantas veces te han dicho que tienes ojos hermosos, Kurt
—Ni te imaginas cuántas...—Kurt observó nuevamente el cielo, más gotas comenzaron a caer. Estaba lloviendo. —Definitivamente es lluvia.
—Volvamos—dijo Blaine incorporándose. El otro chico lo imitó y comenzó a correr hacia la casa. —¡Te resbalaras!
—¡Será divertido!—gritó Kurt a la distancia. Blaine corrió tras él. Estaban llegando, la salida del bosque podía verse entonces Kurt cayó con todo el peso de su cuerpo sobre su muñeca. Soltó un alarido de dolor.
—Te advertí—susurró Blaine. Se arrodilló junto a Kurt que rodaba sobre el lodo.
—Sólo me golpeé.
—Si, claro. Vamos—dijo Blaine y tomó la mano de Kurt. Trató de levantarlo pero él también cayó. Ambos estaban en el lodo, bajo la lluvia y en el bosque. Blaine estaba sobre Kurt, puso sus manos en el suelo y miró al castaño. Se sostuvo con una sola mano y con la otra recorrió el rostro de Kurt que lo miraba con una sonrisa de nerviosismo. Se reafirmó con las manos en el suelo y le sonrió. El silencio abrió paso. Hasta que Kurt habló.
—No quiero resfriarme—susurró. Blaine lo miró con infinita ternura. No se resistió y lo besó. Kurt no hizo nada para detenerlo, estaba esperando el momento. Rodeó el cuello del morocho con sus brazos. El beso se hacía cada vez más intenso. Se detuvieron unos segundos, ninguno pronunció ni una palabra. Blaine lo volvió a besar, comenzó a besarle el cuello. Kurt era nuevo en esto, soltó un pequeño gemido. Blaine rió. Quería intentar lo mismo que estaba haciendo en él coche. Sin permiso le levantó la remera a Kurt para acariciar su tórax. Él se estremeció y gimió nuevamente.
—Aquí y ahora—dijo firme Blaine. No aceptaría un "no" por respuesta. Comenzó a besarle el tórax y a jugar con los pezones de Kurt llenándolos de lodo. Kurt enredó sus dedos en el cabello mojado de Blaine. Ambos comenzaban a sentirse el uno al otro.
—¡Señor Anderson!
Rápidamente Blaine se separó de Kurt, lo estaban disfrutando pero aquel gritó los alarmó. Blaine se incorporó. Kurt se bajó la remera y trataba de mantener la calma. A lo lejos, entre las ramas logró divisar a Hugo con un paraguas estaba ingresando al bosque y había interrumpido la diversión.
—Esto está mal...—susurró Blaine. —No tengo intenciones de jugar contigo. Realmente me atraes pero... eres un niño. Kurt, lo siento. Quizás debamos dejarlo así.
Kurt bajó la mirada.
—Todo fue muy rápido, Kurt. Creo que deberías conocerme más—Blaine se peinó el cabello—. No quiero que te vayas.
—No iré a ninguna parte.
Blaine ayudó a Kurt a levantarse.
—Discúlpame, no es mi intención jugar contigo. Siento que cuando sepas todo sobre mi te llevarás una gran desilusión.
—¿Por qué?—preguntó Kurt incrédulo. —¿Que ocultas, Blaine?
—Vamos, Kurt. Te enfermarás—Blaine lo tomó del brazo y se encontraron en la entrada del bosque con Hugo quien les entregó el paraguas.

DADDY [KLAINE] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora