2

4.3K 315 4
                                    

Kurt abrió los ojos. La habitación estaba a oscuras por las gruesas cortinas rojas. Se levantó y las abrió de par en par. La luz comenzó a llenar la pequeña habitación en casa de sus padres. Se lanzó hacia su colchón que estaba en el suelo cubierto de prendas además de algunas porquerías. Junto al colchón tenía un pequeño mueble donde había una lámpara y su celular, que era lo único realmente valioso. Su madrastra Carole abrió la puerta, sonriente. Kurt le sonrió. Recordó que quería compartir con ella el hecho de que Blaine Anderson le había ofrecido empleo como su asistente. Se sentó en el colchón exaltado y feliz.
—Si me preparas algo delicioso para desayunar te contaré las buenas noticias—dijo Kurt poniendo su cabeza de lado como un pequeño niño inocente.
—Tu padre iba a preguntarte como te fue anoche, pero al parecer te fue muy bien—comentó mientras se sentaba junto a él. —¿Acaso conociste a...?
—No, no hay ningún chico involucrado. Bueno, en realidad si, pero no un amorío. Aunque si alguien guapo.
—Dios mío, hijo.
—Ve. Prepárame un desayuno, te contaré todo con detalles—rió Kurt mientras la empujaba para que se levantase del colchón.
—Entendí. Entendí.
Carole se levantó con dificultad y fue a la pequeña cocina a prepararle el desayuno a Kurt. La cocina y el comedor estaban en la misma habitación, todo en un sutil orden. Luego de preparar té y tostadas Kurt entró a la cocina vestido con un gran suéter bordo y pantalones cortos que hacían ver sus delgados y pálidos muslos. Su madrastra rió al verlo ya que Kurt se vestía de ese modo cuando estaba emocionado, desde hacía tiempo que no notaba a Kurt tan encendido.
—¿Entonces...?—dijo su madre deslizando lentamente una taza de té hacia Kurt. —Cuenta.
—Bueno. Comenzaré desde el principio...—se acomodó en la silla y luego se inclinó sobre la mesa—. Cuando llegue al restaurante me pagaron las horas extras pero me dieron muy poco dinero, lo cual me pareció muy injusto. Discutí con mi jefe y dijo que necesitaba que cubriera todo el turno de noche, acepté y después de aceptar recordé que debía llegar temprano para estudiar y aprender las letras de las canciones para el cumpleaños de Anthony. Aun faltaban horas para terminar el turno entonces entró él.
—¿Él?
—Si. El mismísimo Blaine Anderson aunque no noté cuando entró porque estaba muy concentrado en memorizar las letras. Me dijo que me debía concentrar más en el trabajo, en ese momento tenía ganas de lanzarme sobre él y asesinarlo. Luego se suavizó y me recordó que debía hacer un buen trabajo si no me echarían y tiene razón. Luego de hablar un poco mas me ofreció empleo como su asistente personal, ¡Me dará alojamiento, me pagará bien y lo seguiré a todos lados!
—No puede ser...
—Claro que puede ser, mamá. Pero...
—¿Pero?
—Le dije que iba a pensarlo. Quizás no es la persona que creo que es. Me dio una especie de "plazo".
—Vas a aceptar ¿Cierto? Necesitas el dinero y la familia Anderson tiene mucho. Sé que Blaine no trabaja y no debe preocuparse por ello ya que tienen dinero hasta para armarse un sarcófago de oro cuando mueran.
—¿Tu crees que deba aceptar? Tengo mis dudas aún.
—Se que harás lo que te parezca correcto, cariño. Pero no olvides que estamos en una situación complicada y que quizás no podremos pagar las clases para prepararte para la universidad. Piénsalo bien—. Carole le dio un beso en la cabeza a Kurt y luego volteó hacia la ventana. —Me gustaría darte algo mejor.
—¿Hoy debo cuidar a Anthony?—preguntó el castaño haciendo a un lado la taza.
—Si. A las doce debes estar en la casa de Paul. Creo que se iría a cenar con su esposa... A propósito. ¿Haz notado que engordó mucho últimamente?
—Si la familia se agranda ordenaré que se llame Elizabeth sea niño o niña.
—No te emociones. Quizás comenzó a comer pasteles de chocolate otra vez.
—Es un caso perdido—suspiró Kurt. Se levantó de la mesa. —Iré a ducharme.
Caminó hacia su habitación y se sentó en la cama, tomó su celular y abrió los mensajes que tenía.
—¿Qué quieres ahora Penny?—susurró mientras abría el mensaje de la recién nombrada.

Aun tenemos algo pendiente. Avísame cuando estés libre. Necesitamos hablar.

—Lo siento, soy gay y no me interesas—rió. —Estaré ocupado—dijo y luego lo escribió. Envió el mensaje. Abrió el siguiente, era un numero desconocido.

Kurt Hummel soy Blaine Anderson, conseguí tu numero telefónico gracias a los empleados del restaurante donde trabajas. Tengo interés en contratarte lo más rápido que sea posible. Si gustas hoy mismo podríamos armar una cita y charlar al respecto. Si me das la dirección de tu hogar iré a recogerte encantado. Responde apenas leas el mensaje

¡Diablos!—gritó aprisionando el teléfono contra su pecho. —¡Mamá!
Carole apareció en cuestión de segundos en el marco de la puerta.
—¿Si? ¿Que ocurre? ¿Acaso viste otra cucaracha?
—No, mamá. Blaine Anderson me envió un mensaje. Está realmente interesado en contratarme.
—¿Qué? Hijo--
—Mamá, aceptaré el empleo.
—Kurt, debes saber--
—Necesito el dinero.
—Si no eres--
—Se lo que dirás. "Si no eres feliz allí aléjate lo más que puedas" mamá, es mi oportunidad—Kurt se levantó de la cama. —Trabajaré para él y fin de la historia.
—Sólo recuerda que él es un hombre exitoso y te lleva al menos diez años, debe tener mucha compañía. Que no juegue contigo, cariño.
—Tranquila, mamá. Él no será como Dylan, nadie podrá superar a ese idiota. Blaine no parece ser esa clase de hombre.
—Si lo es, pero tu ves lo que las personas no son. No quiero congradecirte porque soy la primera persona que te insistió para que aceptes, solo digo que no te involucres sentimentalmente.
—Es un trabajo, mamá. Estaré bien, no iré a la guerra.
Kurt abrazó a Carole y le besó la mejilla.
—Voy a ducharme.
Salió de la habitación. Comenzó a pensar en las palabras de su madre. Blaine no era ningún principiante y tenia toda la experiencia, Kurt lo sabia pero también sentía que Blaine Anderson no sería el tipo que le robara el corazón, era guapo, había que admitirlo pero era fanfarrón y eso era algo que Kurt despreciaba. Tenía bien en claro que no debía meterse con Blaine, no tenía que involucrarse con alguien tan poderoso. En dos segundos podía destruirlo aunque trabajar como su secretario podía no ser tan estresante. ¿Que haría un joven de veinticinco años sin empleo y casi tan vago como un perezoso?





DADDY [KLAINE] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora