Blaine entró al living seguido por un chico delgado, alto con cabello castaño y largo que vestía un suéter gris rasgado y jeans también rasgados. Kurt estaba sentado en el sofá de cuero marrón revisando su celular.
—Es un niño—le susurró el muchacho a Blaine.
—Cierra la boca, Walter—le dijo. Se acercó a Kurt y le susurró—Voltea.
Kurt volteó y vio al chico castaño.
—Él es Walter. Disculpa su vestimenta de vagabundo pero el cree que se ve bien—rió Blaine.
—Y tu eres el famoso Kurt Hummel—dijo Walter estirando su mano. —Blaine me habló mucho de ti, en sólo una llamada. No me quites a Blaine si no me quedaré sin amigos—rió.
—Por favor, Walter.
—Tengo sus boletos—miró a Blaine. —¿Puedo quedarme aquí mientras se van? Mi hermana está en mi departamento con su novio y las paredes son delgadas.
—Quédate el tiempo que desees-le respondió el morocho. Tomó los boletos. —¿Nos vamos, Kurt?
—Si, claro—. Se dirigió a Walter—Fue un gusto conocerte.
—El gusto fue mío. Me agrada tu suéter—. Walter sonrió.
—No te hagas el galán—le advirtió Blaine.
-Es lindo-respondió. -Pero prefiero a las chicas.
Blaine y Kurt salieron de la casa y se dirigieron a la camioneta negra del morocho. Mientras subían Blaine comenzó a hablar.
-Walter me dijo que vayamos al parque hasta las ocho, luego a un desfile de moda que va a ser todo un espectáculo hasta las nueve...-miró una lista que Walter le había entregado-una cena hasta las diez y un show sorpresa luego de patinar sobre hielo. ¿Sabes patinar sobre hielo?
-Si.
-Que bueno, porque yo no-respondió Blaine encendiendo el coche. Se dirigieron al muelle donde estaba el parque de diversiones que se inauguró hace un mes. Estacionó el coche y comenzaron a caminar. -No entiendo por qué hay que pagar para entrar... Es injusto.
-Injusto para las personas como yo-dijo Kurt.
-Olvídate de todo. Ahora estás conmigo y no quiero verte triste, pequeño-Blaine detuvo a Kurt. -¿Bien?
-Claro...-sonrió. -Tengo que ser feliz al menos por hoy.
Kurt entrelazó su brazo con el de Blaine.
-Creo que esto me agrada-rió el morocho. -Vamos.
Ambos entraron al parque entregando los boletos. Tenían dos horas para divertirse antes de ir a otra de las actividades planeadas.
-Vamos al tiro al blanco-insistió Kurt como un niño pequeño. -Lo vi en la televisión y parece divertido.
-Cómo desees-respondió Blaine. Se dirigieron a una pequeña carpa, dentro habían círculos, cada uno mas pequeño que el otro. Delante de ellos había una pareja heterosexual que estaban lanzando los dardos. -Quiero ir primero-le susurró a Kurt.
-¿Sabes lanzar esa cosa?-preguntó señalando el pequeño dardo de plástico.
-No. Pero puedo aprender. Seré mejor que esa chica-rió refiriéndose a la muchacha rubia que lanzaba. El turno de la pareja acabó y ahora les tocaba a Blaine y Kurt. El morocho pagó y tomó tres dardos. -¿Cual?-le preguntó a Blaine. Sobre cada círculo había un premio, si le pegabas a tal círculo ese premio caía y lo ganabas. El primer círculo era grande y rojo, sobre el había una paleta de pinturas. El segundo era amarillo y mediano, sobre él había un pequeño peluche rosa, y el último era el más pequeño, sobre él había un unicornio de felpa blanco con muchos colores en el crin.
-Cualquiera-respondió Kurt.
Blaine apuntó al círculo del medio. Lanzó el primer dardo y este golpeó debajo del blanco.
-Casi-dijo Kurt.
Blaine apuntó nuevamente y lanzó. El dardo golpeó en el medio y el peluche cayó en una red.
-No creí que lo lograrías-. Blaine apuntó con el último dardo al círculo más pequeño. Lanzó y el dardo no llegó.
-Quería el unicornio-rió el morocho. El chico que atendía el juego le entregó el peluche rosa a Blaine. -Es una especie de vaca. Creo-le dio el peluche a Kurt. -Feliz día feliz.
-Oh, gracias. Queda perfecto con mis medias rosas-rió Kurt. Una pareja detrás de ellos también rió. -Me toca a mi.
Blaine le entregó tres dardos a Kurt. Lanzó el primero al ultimo y ni siquiera estuvo cerca. Hizo un puchero. Lanzó el segundo y tampoco golpeó. Lanzó el tercero y estuvo menos cerca.
Blaine rió.
-Creí que serias mejor que yo-ambos salieron de la carpa.
-El juego estaba mal-dijo Kurt tomando nuevamente el brazo de Blaine. Luego fueron a un juego de pesca, ninguno de los dos ganaron a pesar de haber estado ahí media hora. Fueron por un helado y quince minutos después de encontraban en la casa de los espejos. Tomaron muchas fotografías. En la primera Blaine salió gordo y Kurt con papada. En la segunda la cara de Blaine estaba estirada y Kurt estaba ancho. En la tercera ambos salieron gordos. Luego se marcharon a otro juego de puntería. Debían lanzar agua con pistolas hasta llenar globos en un minuto. Kurt fue primero, llenó la mitad del globo y luego el tiempo se acabo. Ahora era el turno de Blaine.
-Lo haré bien-le dijo. -¿Que crees?-apuntó y miró a Kurt que observaba algo junto a Blaine. -¿Acaso viste un fantasma?
Kurt se refugió junto al brazo de Blaine y le susurró.
-Ese de allí es Dylan-apuntó a un chico de cabello platinado que sostenía la cintura de una chica colorada. -Vamos.
-No escapes de ese imbécil. Que te vea feliz-le dijo. -O al menos déjame disparar.
-Claro.
Blaine apuntó y comenzó a llenar el globo. Faltaban 5 segundos y Blaine ya lo había explotado. Las sirenas comenzaron a sonar. Todos observaron a los jóvenes, incluso Dylan y su compañía. El chico platinado vio a Kurt.
-Terminamos hace un mes y ya tienes compañía-le dijo Dylan.
-Cállate-dijo Kurt. Un muchacho se acercó y le entregó un gran oso de peluche a Blaine. -Tu me engañaste.
-No eres tan tímido como decías-respondió. -Aún recuerdo tu danza.
-Cierra la boca, Dylan.
-Cariño...-dijo la colorada tomando el brazo del platinado. -¡Diablos!-chilló mirando a Kurt-Tu eres el ex novio de Dylan. El marica.
El rostro de Blaine se encendió de ira. Llamaron marica a su bebé. Le lanzó el oso a Kurt y encaró a Dylan.
-Por favor-Blaine tomó el brazo de Kurt. -Somos exitosos y felices, larguémonos de aquí, Kurt.
-¿Quien diablos eres?-preguntó Dylan.
-Blaine Anderson, cariño-respondió el morocho.
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DADDY [KLAINE] (EN EDICIÓN)
FanfictionBlaine estaba decidido, quería a ese jovencito con él en todos los aspectos, no iba a dejarlo ir jamás.