Blaine bajó de su camioneta y golpeó dos veces la puerta. Nadie atendía. Tocó dos veces más y la puerta se abrió. Una mujer con el cabello castaño lo recibió. Pensó que debía ser la madre de Kurt. Ella se sorprendió al verlo.
—Blaine Anderson—dijo ella mirándolo de arriba a abajo. Blaine sonrió desconcertado.
—¿Sabe quien soy?—preguntó él con las manos detrás de su espalda.
—Si. Por supuesto. Soy Carole, la madrastra de Kurt—dijo extendiendo su mano. —Él aún no ha llegado. ¿Pasabas a buscarlo?
—De hecho—estrechó su mano con la de Carole—Pensábamos quedarnos aquí a hablar sobre... ¿Kurt le contó acerca del empleo?
—Claro que si.
—Pues íbamos a discutir sobre ello.
—Pasa cariño, seguro llegará en cualquier momento—dijo Carole mientras le hacía un ademán a Blaine.
Ambos estaban en la pequeña cocina-comedor con repisas y estantes color celeste con grandes ventanas en donde cortinas de color amarillo evitaban que la luz solar invadiera por completo el lugar.
—¿Quieres café o té?—preguntó la señora mientras hervía el agua.
—Un café estaría bien—respondió.
Era el momento de saber más sobre Kurt, podía preguntarle a su madrastra todo acerca del joven. Tratar de acercarse más a ellos. Miró una fotografía que estaba sobre un mueble pequeño, era Kurt evidentemente, con una sonrisa de oreja a oreja y mayas color rosa. La tomó entre sus manos mientras observaba detenidamente la imagen. Kurt tenía el cabello hacia un costado y las mejillas rojas al igual que su nariz. Llevaba zapatos pequeños que parecían medias. Carole volteó y observó a Blaine con la imagen en sus manos.
—Kurt tenía diez años allí. Prácticaba ballet. Le encantaba el ballet—decía mientras se sentaba en la mesa. Blaine dejó la fotografía en su sitio. —Solía bailar mucho por la casa. Se distraía de todo bailando, era su forma de defenderse de los recuerdos.
—¿Qué es lo que intentaba olvidar?—preguntó Blaine delicadamente.
—La muerte de su madre. Murió cuando él tenía ocho años, yo conocí a su padre cuando Kurt había cumplido diez y lo primero que vi en él, fue su gran corazón y delicadeza. En mi cumpleaños me hizo una danza tan bonita, lloré mucho... Kurt es mi niño y moriría por él.
—¿Dónde está su padre?—Blaine se sentó frente a Carole.
—Su padre está en Massachusetts, trabaja allí. Kurt nació en Londres, cuando su madre murió su padre, Burt, decidió que era mejor comenzar una nueva vida aquí en Estados Unidos, se mudaron aquí a New York y desde entonces Kurt no ha salido fuera de la ciudad—le entregó la taza de café.
—¿Kurt aún baila ballet?—preguntó Blaine con una gran sonrisa.
—Creo que aún lo oigo practicar—respondió ella.
—Me gustaría verlo bailar, la danza clásica es hermosa y delicada—comentó Blaine. Ambos tomaron un sorbo de café. Carole cambió de opinión respecto al hombre que tenía frente a ella, parecía profesional y con buenas intenciones. No buscaba enredar a Kurt en algo raro o eso pensaba ella. Le sonrió a Blaine y habló;
—Cuéntame sobre el trabajo que le darás a Kurt—dijo ella dejando la taza a un lado. Blaine le dio otro sorbo al café y con la taza en mano comenzó a hablar.
—Él solo tiene que aceptar... Cuando lo vi en el baño del restaurante me recordó a mi de alguna forma. Kurt no parecía el chico que solo quiere el dinero y ya, él parecía apasionado, no con el trabajo del restaurante si no con su futuro. Yo no me arriesgaría a estudiar en el trabajo pero el lo hizo. Tenia una hoja en su mano y la estudiaba atentamente, le di un consejo y lo aceptó o eso creo. A mi me hubiera gustado que alguien confiara en mi y me de una oportunidad como lo hago con Kurt. Voy a ayudarlo lo más que pueda.
—¿Por qué alguien como tú ayudaría a un niño como Kurt?
—Porque me inspiró. Él es alguien que realmente se esfuerza... Cuando iba a la secundaria tenía grandes expectativas sobre la vida en la universidad. Estudié y todo fue en vano porque ni siquiera trabajo aunque podría hacerlo. Llevo tantos años siendo mantenido por mis padres... Kurt es diferente y si sigue así tendrá un buen futuro. Incluso mejor que el mío.
—Usted es muy generoso—sonrió Carole. —Kurt estaba muy emocionado de trabajar con usted. Espero que no se decepcione y recuerde que es un niño.
—Si. Por supuesto.
La puerta trasera de la casa se abrió. Kurt notó a su madre pero una pared bloqueaba a Blaine.
—Creí que el señor Anderson ya estaba aquí...—decía entrando mientras cargaba al bebé. —La maldita de Sandra me quitó mi celular, rompió cosas en la casa y no pensaba cuidar a Anthony. ¡Increíble!
—Kurt--
—No, mamá. No digas que debo entenderla. Es mayor y debe hacer las cosas bien...
—Hijo--
—Ya sé que debo darle una oportunidad pero me saca de mis casillas.
—Cariño--
—¡Voy a asesinarla!—gritó dejando al pequeño en el suelo.
—Kurt—insistió Carole.
—Hola, Kurt—dijo Blaine asomándose a mirarlo. Kurt comenzó a sentir como la emperatura se elevaba, se estaba poniendo rojo de la vergüenza. Sonrió nervioso y se acercó a la mesa.
—Oh, Blaine—miró a Carole—¿Por qué no me dijiste que estaba aquí?
—Tu no dejabas de hablar. Parecías un demente gritando que asesinarías a Sandra.
—No te excuses, mamá—rió Kurt. —¿Podrías vigilar a Anthony?
—Seguro, cariño.
—Blaine, hablemos fuera—insistió el castaño mientras salía por la puerta trasera. Blaine lo siguió.
—¿Por qué aquí afuera? Me estaba diviertiendo con tu madre.
—Me siento apenado por lo que ocurrió hoy... En serio. Fue un maldito impulso, lo lamento—se disculpó Kurt cabizbajo.
—No tienes por qué sentirte así. Está bien, yo también tuve mis impulsos en el carro. Lamento haberte hecho sentir incómodo.
—Aceptaré el empleo. No puedo seguir trabajando con la familia de Anthony. ¡Terminaré hablando con un psicólogo!—decía lanzando los brazos en todas direcciones.
—No exageres—rió Blaine. —Entonces... Te prepararé una habitación. Bueno, no yo, mis empleados lo harán—cruzó los brazos—Ahora tu, Kurt Hummel, volverás conmigo a mi casa así puedes irte familiarizando con las cosas.
—Está bien—asintió Kurt.
—Me iré... vamos—dijo Blaine mirando su reloj. —Avísale a tu madre que cenarás en mi casa.
—¿Si?
—Por supuesto que sí. ¿O tienes otros planes?
—No. Jamás tengo planes—espetó. —Me ducharé primero.
—¿Acaso crees que no tengo duchas?
—Es que... No puedo por--
—Nada de "no puedo", señorita, busca tus prendas, nos iremos en este momento—insistió mirándolo a los ojos.
—Está bien.
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DADDY [KLAINE] (EN EDICIÓN)
FanfictionBlaine estaba decidido, quería a ese jovencito con él en todos los aspectos, no iba a dejarlo ir jamás.