20. Todo por un vestido

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El miércoles en la tarde se sintió más dichosa y relajada que nunca, al fin la sala de reuniones volvía a su estado anterior, o al menos lo más similar posible

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El miércoles en la tarde se sintió más dichosa y relajada que nunca, al fin la sala de reuniones volvía a su estado anterior, o al menos lo más similar posible. Algunos muebles pudieron ser limpiados, la mayoría tuvieron que ser reemplazados.

El padre de Alan se compadeció dándoles el dinero para la nueva mobiliaria, a cambio de que su hijo trabajara algunas tardes haciendo mandados en su agencia.

Rechazando cualquier sugerencia de Alan para disfrutar del resto de la tarde, Sophie salió corriendo del colegio, su madre la esperaba para ir al centro comercial.

Esa vez fueron solas, Daniel se quedó en casa de Samy, así podrían recorrer las tiendas tranquilas, eligiendo zapatos para Sophie y de paso ropa y juguetes para los bebés que venían en camino. Con todo el tiempo libre que Thaly tenía desde que había renunciado a su trabajo, la habitación de los gemelos ya estaba casi completamente decorada y lista.

Sophie intentaba ocultar su emoción por asistir a la fiesta, vagamente la revelaba al ver diversos objetos y pensar si quedarían con su vestido; sólo cuando pasó frente a una vidriería, su emoción fue imposible de detener. En una tienda de ropa se exhibía un preciso vestido azul, largo y entallado en la parte superior, suelto y un tanto abultado en la inferior. El straple se sujetaba por un solo hombro y una fina tela de gasa era la capa exterior, la pedrería que lo adornaba brillaba con las luces y esta les daba la apariencia de estrellas.

Nunca había visto un vestido más hermoso. El que tenía listo para usar era bello también, pero no tanto como ese.

Thaly notó el embeleso con el que su hija contemplaba la vidriera, casi pegándose a ella.

—Deja de babear el cristal y entra a probártelo —le dijo antes de que la vendedora saliera a pedirle que no ensuciara la vitrina.

Sophie la miró reprimiendo gritar de alegría, y entró casi corriendo a probárselo.

Sostuvo la prenda con mucho cuidado al entrar al cambiador, mientras se desvestía, rogaba que el vestido le quedara. Era único, no había más tallas ni tiempo para mandar a que se lo arreglaran. Thaly le ayudó con el cierre y no pudo evitar dar un pequeño gritito. Le quedaba tan perfecto que parecía hecho a medida.

Con la misma delicadeza se lo quitó y se puso más impaciente porque llegarse el sábado al ver que se lo envolvían.

—Lo siento, su tarjeta está sobregirada —dijo la cajera al pasar la tarjeta de crédito.

Thaly pareció ponerse nerviosa y le pasó otra; también fue rechazada al igual que la tercera.

— ¡Ay no! ¡Lo volví a hacer, tu padre va a matarme, sobregiré las tarjetas de nuevo! —habló desesperada, era la segunda vez que le pasaba lo mismo—. Demonios, va a enfadarse, la otra vez se contuvo de matarme, ahora no dudará en hacerlo, siempre se queja de que no se administrar el dinero, tiene razón, soy una idiota —se lamentó pensando cómo arreglar la situación.

Los sueños secretos de SophieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora