Capítulo 12

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Potter's London Flat

Lo primero que escuchó al despertar fue el picoteó de la lechuza contra el cristal.

Se puso en pie y —totalmente adormecido— caminó hasta la ventana para abrirla y dejarla entrar. La lechuza se posó sobre el escritorio, dejó el sobre blanco que portaba y volvió a salir después de que Albus la acariciara sutilmente.

Antes de que pudiera leer el destinatario de la carta, su padre abrió la puerta.

—¿Puedo? —dijo con una sonrisa.

Albus asintió, dejó la carta sobre la mesa y se dirigió de nuevo hacía su cama. Su padre caminó hasta allí y ambos se sentaron en el borde.

—Sobre lo de anoche, papá... Yo no...

—Tu madre hablará con James y contigo sobre esto más tarde... —dijo Harry—. Solo quería decirte que me siento decepcionado. Me ha decepcionado que me mintieras... De James aún me lo esperaba, pero no de ti, Al.

Albus miró a su padre con incredulidad. Le miró la cicatriz, los negros mechones se la tapaban. Miró las gafas, limpias y bien colocadas sobre la nariz. Miró sus ojos verdes, tan intensos, tan iguales a los suyos.

—Imagino que fue idea de tu hermano...

Albus no dijo nada.

—¿Fuisteis tu y él solos?

Albus miró a su padre y asintió. Pensó en Rose. ¿La habrían descubierto?

—Me gustaría pensar que no consumisteis nada ilegal —Harry miró a su hijo— Pero a juzgar por el estado de James anoche, imaginó que si.

Albus bajó la mirada.

—Entiendo que querías divertiros y salir —dijo Harry—. Pero debéis contárnoslo. No podéis salir en plena noche por las calles de Londres. Podría ser peligroso, Albus.

Albus no dijo nada.

—Quizás si nos hubierais preguntado para salir os hubiéramos dejado. No hasta las 5 de la mañana, pero si hasta las 2 o las 3... Sois jóvenes, tenéis derecho a salir de fiesta, pero tu madre y yo debemos saber donde estáis. Es una insensatez lo que habéis hecho —Harry hablaba calmado—.

—Vale.

—De todos modos, tu madre me ha prohibido hablar con ninguno de los dos antes que ella... Opina que soy blando con eso de los castigos y que James se aprovecha de ello—dijo—. Está realmente enfadada, muy enfadada... Y no quiero saber nada cuando decida hablar con vosotros dos.

Albus no quiso decir que fue idea de James. Decirlo no le serviría de mucho. Estaba seguro de que su madre se defendería diciendo: "si James se tira de un puente, tu también".

—¿Has recibido correo? —Harry estaba mirando la carta sobre el escritorio.

—Eso parece... Todavía no sé quien me la ha enviado —el chico se encaminó hasta el escritorio y cogió la carta—. Es de... —cayó de repente.

Su corazón comenzó a latir con fuerza, veloz y extasiado. Aquella era la persona de la que menos esperaba una carta por navidad. La persona que Albus jamás hubiera imaginado poder recibir nada. Tener el placer de hablar con él ya era un trabajo arduo, recibir una carta era una misión imposible.

Albus había conseguido las dos cosas en menos de un año.

El nombre de Scorpius Malfoy estaba perfectamente escrito sobre la superficie del sobre. Las manos le temblaban.

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