EPÍLOGO (lo prometido es deuda)

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¡Hola a todxs!

Sí, soy yo. Después de casi dos años de espera, aquí estoy de nuevo con el epílogo prometido. Espero que no me lo tengan en cuenta y que la espera haya merecido la pena.

Disfrutad...


EPÍLOGO

Mansión de los Malfoy.

Verano después de Hogwarts.

—No estés nervioso.

—No puedo evitarlo.

—Si puedes, relájate —le dijo Scorpius—. Solo es mi padre.

—Que alivio —dijo Albus consternado—. Estaría más tranquilo si me tuviera que enfrentar a un trasgo, te lo aseguro.

—¿Por qué?

—Cariño, ya lo hemos hablado —dijo Albus—. Es tu padre.

—Yo conozco a los tuyos.

—¡No es lo mismo!

—Si lo es —dijo Scorpius—. Y todavía es peor, vosotros sois muchos más.

—Y aun no conoces ni a la mitad....

—Pues imagínate —respondió Scorpius—. Menos mal que no tienes que conocer a mis abuelos todavía...

Scorpius empujaba a Albus a través del gran jardín, habían atravesado las puertas de hierro mientras hablaban y ahora, entre las flores y enormes setos que decoraban el jardín de Draco Malfoy, se elevaba frente a ellos la colosal mansión. Era la primera vez que Albus la veía, majestuosa y señorial. Era mediodía y los rayos del sol bañaban con su dorada luz la solemne fachada. No quedaba rastro del horror del pasado sobre sus muros, no había atisbo alguno en aquella esplendorosa visión de que aquel sitio hubiera sido testigo de tanto horror. Albus se quedó paralizado ante el regio palacete, vestigio del glorioso y honorable pasado de los Malfoy.

—¿Qué te pasa, Al?

—Esta es tu casa.

—Sí, esta es mi casa.

—Esta es tu casa.

—¡Que sí! ¡Que pesado estás!

—¡Es un palacio!

—Teóricamente es una mansión.

—Ah, menos mal —dijo Albus con fastidio.

—Mira, Albus —Scorpius se encaró suavemente con él, privándole de aquella majestuosa visión—. Esta casa no significa nada, solo es eso, una casa. Nada más. ¿De acuerdo?

—¿Por qué dices eso?

—Por qué muchos pensaran que esta casa es un símbolo de Voldemort y de que el Ministerio no fue lo suficientemente duro con los Mortífagos cuando acabó la guerra. Si esta casa sigue en pie fue por un golpe de suerte. Así que, por favor, no la menciones.

—Vale —dijo Albus—. Pero es una casa preciosa, Scorpius. Sólo eso.

—Gracias —Scorpius rodeó a Albus y le dio un suave beso en los labios, tan sutil como una caricia.

Ya no se escondían por las esquinas para besarse, ahora eran libres, más que nunca. Albus les contó la verdad a sus padres sobre lo de Scorpius un mes después de volver de Hogwarts. Su reacción fue la que cabía esperar, totalmente normal. Nada alteró el sereno rostro de su madre que abrazó a su hijo y lo felicitó con su más cálido amor. Su padre, en cambio, expresó su sorpresa quedándose muy quieto y con los ojos abiertos como platos tras las gafas. Más tarde entendió que su sorpresa se debía, no a su homosexualidad, sino a que sus deseos se materializaran en Scorpius Malfoy, el hijo de Draco.

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