Capítulo 19

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—¿Y ésta mañana? —quiso saber Rose.

—Nada —respondió Albus.

—¿Nada?

—Se marchó antes de que me despertara.

—¡Increible! —exclamó Rose.

—Shhh —Albus hizo que bajara la voz—. No quiero que todos se enteren.

—Entiendo —dijo con complicidad—. ¿Y qué vas a hacer ahora?

—No lo sé —Albus suspiró resignado—. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Qué hago si lo veo, Rose? ¿Y si quiere llevar todo esto en secreto como Daren? ¿Y si para él todo esto no tiene importancia?

Rose se acercó a su primo por encima de la mesa del comedor, estaban desayunando. Le miró con decisión a los ojos y le habló desde el corazón.

—Cuando le veas haz lo que tu quieras. ¿Te apetece besarlo? Bésalo. ¿Quieres hacer como si nada? Hazlo —decía muy segura de sus palabras—. Sólo en el momento sabrás que es lo que quieres hacer de verdad. Hasta entonces, no te preocupes... Cuéntame todo lo que hicisteis anoche, con detalles, claro —enfatizo— y así te distraés un poco.

—Eres mala —dijo Albus.

—Lo se.

Cuando Albus despertó aquella mañana, Scorpius ya se había ido. Cuando vio chocolate y una carta que no era suya supo con seguridad que lo que había pasado la noche anterior había sido real. Aún sentía el cuerpo de Scorpius sobre el suyo, aun podía sentir como sus largos dedos recorrían con avidez su piel. Era una sensación extraña, que se perdía entre el calor más abrasador y el frío más escalofriante. Tenía la boca llena de saliva que no era la suya, tenía un sabor distinto en la garganta que le recordaba las travesuras que la noche anterior había estado haciendo.

Esto cambiaba mucho las cosas, esto lo cambiaba todo. En la vida de Albus se habían descorrido las tupidas cortinas que le habían estado ocultando la realidad. Una realidad junto a aquel chico que le prometía el cielo y más. Era alentador pensar que Scorpius quería estar con él enserio. Una amistad que, poco a poco, se había convertido en mucho más. Se habían encontrado justo cuando más se necesitaban, complementándose como uno solo.

—Albus, como amada prima tuya que soy... Te pido por favor que salgas del trance y vuelvas al mundo real —la voz de Rose le hizo reaccionar—. Gracias.

—Lo siento, estaba pensando en que no he hecho los deberes de astronomía —mintió.

—Ya...

Albus notó de repente un cálido aliento en la nuca, giró la cabeza y se encontró con el rostro de Scorpius muy cerca del suyo.

—Buenos días —dijo Scorpius en un susurro y besó a Albus suavemente en la mejilla.

Aturdido, Albus no supo reaccionar. Se quedó de piedra, mirando a su prima con los ojos muy abiertos. Scorpius se sentó a su lado y se sirvió con alegría el desayuno.

Rose miraba a su primo y le alentaba con la mirada a que le dijera algo a Scorpius.

—¿Por qué te has ido antes de que me despertara? —le preguntó Albus.

Scorpius sonrió mientras mordía una tostada.

—Me he ido media hora antes de que amaneciera. Prefería no salir de entre las cortinas por sorpresa cuando tus compañeros de habitación estuvieran merodeando por ahí. Al menos por ahora —dijo con una sonrisa.

—Malfoy... —dijo Rose—. ¿Has pensando en cuantos corazones vas a romper?

Albus se masajeó la sien maldiciendo el momento en el que había decidido contárselo a Rose. Miraba a Scorpius de reojo, inspeccionando su expresión y se sorprendió al ver que el chico sonreía radiante. Aquella sonrisa contagió a Albus, que se inundó de felicidad, una espesa y cálida felicidad.

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