Capítulo 18

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Hacía tres días que le había hecho escoger a Albus entre Daren o él. No había habido respuesta por parte de su... ¿amigo? Nada le había dicho desde entonces. El intento de beso que Scorpius había arruinado era más que evidente. ¡Albus se había tenido que dar cuenta! Tenía su mirada clavada en la cabeza, le atormentaba constantemente. Sus ojos, apenados y afligidos, vivían día y noche dentro de la cabeza de Scorpius, recordándole a cada momento lo desgraciado que era por tenerle. ¡Maldita sea! ¿Por qué Albus guardaba silencio? ¿Por que no le decía de una vez por todas a quien escogía? ¿Él o Daren? No era tan difícil. Solo una palabra, Scorpius no pedía nada más.

Nunca le había gustado las trivialidades, odiaba formar parte de aquel absurdo triangulo amoroso. Debía tomar una decisión y Scorpius ansiaba una respuesta.

La noche anterior se había encontrado a Albus en la Sala Común. Estaba sentado en una de las mesas del fondo de la estancia. La mesa estaba llena de libros y el chico escribía algo rápido en su cuaderno. Scorpius se acercó a él.

—¿Dejando los deberes para última hora, Potter?

—¿Te sorprende? —Albus no apartó la vista del cuaderno y continuó escribiendo.

—No demasiado —contestó Scorpius al ver la fría respuesta del chico.

Albus seguía escribiendo.

—Buenas noches, Albus.

Scorpius se dio media vuelta, dispuesto a irse. Si Albus iba a guardar silencio, él también lo haría. Al fin y al cabo, él era la víctima en todo este asunto, no Albus. Él era el que esperaba una respuesta por parte del chico, él era la parte afectada.

—¿A donde vas? —gritó Albus cuando vio que Scorpius se marchaba de verdad.

—Si no quieres hablar no voy a molestarte.

—Ayer te iba a responder pero no me diste tiempo. Te fuiste sin más. Si tan poco te interesa, no hace falta que me escuches. Puedes irte.

—Eres un crío, Potter —dijo Scorpius.

—Vete a la mierda, Scorpius.

—Perfecto.

Y se fue hacía su habitación sin volver la vista atrás.

Aquella había sido toda la conversación que había mantenido en tres días. Scorpius había perdido ya toda esperanza, Albus no iba a escogerle. Albus seguía queriendo al imbécil de Daren Harrelson y eso destrozaba a Scorpius. Odiaba verle a su lado, odiaba ver como Harrelson le menospreciaba, como le hacía débil y frágil. Odiaba saber que Harrelson podía besar a Albus todos los días y aún así no lo hacía. Pensaba en que era lo que Daren le hacía en los pasillos a altas horas de la noche, qué era lo que destrozaba a Albus para que volviera llorando después de sus encuentros.

El día transcurrió sin altercados. Scorpius y Albus se encontraron el gran comedor, se sentaron él uno al lado del otro, pero no se dirigieron la palabra. Se mantuvieron en silencio, esperando que alguno de los dos dijera algo. Pero no ocurrió.

Durante la tarde, Albus estuvo con Rose y sus amigas. Scorpius tuvo que ir al campo para seguir con los entrenamientos. Seguía con el brazo escayolado y aun no podía volar. Guiaba a su equipo desde el suelo y preparaban defensas y ataques para el próximo partido.

Desanimado, pensaba en algo que distrajera su inquieta mente. Intentaba pensar en otra cosa que no fuera Albus Potter. Intentaba en vano buscar una salida al laberinto que Albus había trazado en su mente. Últimamente, la vida de Scorpius se había acelerado sin freno hacía el peligroso camino de las emociones. Su vida se precipitaba hacía lo desconocido, haciendo que su inexperto corazón sufriera las fatalidades del amor. ¿Podía llamar amor a lo que sentía por Albus? Eran palabras mayores decir que amaba a Albus Potter. Sabía con certeza, sin embargo, que amaba todo lo que compartían y la manera en la que Albus le hacía sentir. Pero, y aun a pesar de ello, Albus no le quería. Seguía eligiendo a Daren. Caía una y otra vez chocando con la misma piedra.

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