Capítulo 1

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Había terminado, quién sabe cómo, en medio de una carretera a media noche. Desorientado, y apenas cubierto con una sucia túnica, empezó a vagar por doquier. Sólo tenía en mente su propio nombre. Ichimatsu, se repetía una y otra vez, como si fuera una valiosa información que no debía perder para nada.

Buscando por doquier y caminando sin rumbo, terminó divisando a lo lejos una iglesia. Quien estuviera dentro seguía despierto, pues la luz de las velas en el primer piso lo dejaban notar. Con las pocas fuerzas que le quedaban, se apresuró corriendo a la misma. Al estar por llegar, un mareo repentino a causa de la falta de alimento en días lo hizo caer, azotando su cuerpo en la puerta. Con las pocas fuerzas que le quedaban, empezó a golpear la misma suavemente. Lo último que vio antes de desmayarse, fue la puerta abrirse, y un par de piernas enfundadas bajo una túnica negra acercarse.

Cuando recobró el conocimiento, abrió los ojos para encontrarse recostado en cama, en una habitación desconocida. Volteó hacia todos lados, el sitio se veía bien ordenado, al igual que iluminado. Al voltear a la pared tras de él, vio un Cristo de madera colgando sobre la cabecera de la cama. ¿Se encontraba en un cuarto de la iglesia? Era su recuerdo más reciente, por lo que no podía dudar de que se encontraba en la iglesia, siendo que fue el último sitio que recuerda.

Su teoría se terminó de confirmar cuando por la puerta del cuarto entró el sacerdote del lugar, cargando consigo una bandeja con comida y algo de tomar.

—Buenos días, veo que ya te has despertado. Es una buena señal, significa que el frío no te hará ningún daño a excepción de alguna gripe —dijo con una sonrisa amable, con un gracioso acento inglés en su voz.

Lo escuchó con atención, volteando a ver su rostro. Tenía las facciones redondeadas, y la nariz un poco puntiaguda, sin ser exageradamente larga o fina. Su voz era algo gruesa, y tenía un par de ojos azules como el cielo, que eran enmarcados por un par de cejas gruesas y negras.

—Aún no me presento, soy el sacerdote de esta iglesia. Mi nombre es Karamatsu —dijo con esa sonrisa amable en su rostro, acercándose a dejar la bandeja en una mesita cercana a la cama.

—Yo... me llamo Ichimatsu... creo —dijo el chico de la cama, enfundado ya no es su túnica sucia y rota, sino ahora en una bata de cama blanca y limpia.

—Ichimatsu, es un nombre curioso, muy lindo. Dime, ¿de dónde eres? No es muy común que venga gente a tales horas de la noche, y menos en las condiciones que llegaste. Anda, come. Debes estar hambriento —dijo acercando un poco la mesa. Ichimatsu, como un gato asustado, tardó un rato en encontrar la confianza necesaria para tomar el plato con verduras y carne, y empezar a comer poco a poco.

—No lo sé, no recuerdo nada más que mi nombre. Si es que ese es mi nombre —dijo antes de comer, y al apenas probar bocado, meter la comida a su boca con desesperación. Karamatsu lo miró, con la misma sonrisa amable y cálida.

—Bien, Ichimatsu. espero que te guste la comida. En cuanto termines, puedes pasar a tomar un baño, y te traje un poco de ropa para que te cambies. Es algo de ropa mía, aunque no estoy seguro de si sea tu talla.

—No tiene que preocuparse, en cuanto termine me iré. No tengo idea de a dónde, pero me iré en cuanto pueda...

—Para nada, hijo. Esto es lo menos que podría hacer por ti. Como siervo de Dios, es mi deber velar por las almas más necesitadas. Y tú, querido Ichimatsu, necesitas ayuda. No tienes tus recuerdos, no sabes a dónde ir. Por lo menos quédate un mes, para que recuperes fuerzas debidamente.

El sacerdote parecía ser insistente sobre la idea de tenerlo como inquilino. Pero tenía razón, Ichimatsu no podía irse simplemente, si no conocía a nadie ni tenía idea del lugar del que provenía. Así que tuvo que aceptar.

[Iromatsu] VocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora