Se encerró en su habitación, llorando peor que Magdalena. Qué suerte tenía de que era de noche, hora en que nadie debía estar parado en la puerta esperando a que saliera. Sentía que se podía morir de lo roto que sentía su corazón ahora. Maldijo absolutamente todo, desde la diosa por darle el coraje de declararse, con la esperanza de que le dijera que sentía lo mismo... no, fue él mismo quien se ilusionó y pensó que el Padre le correspondía. Qué ciego estaba.
Secó sus lágrimas y tomó una maleta para empezar a llenarla con sus casi inexistentes pertenencias. Terminaría empacando ropa mayormente femenina. Si pudo con esa mentira durante los meses en que estuvo ocultándose en la iglesia, podría unos meses más en el exterior. Empacó también las primeras ropas que Karamatsu le diera para cubrirse cuando llegó. Más que nada por ser del clérigo, pues no tenía pensado usarlas alguna vez. Era por simple capricho que las tomaba.
Estaba decidido a salir esa misma noche, esperar sólo un par de horas más para que estuviera seguro de que nadie vendría, y salir en silencio del lugar. Estaba harto de sentir que se moría cada que el Padre no correspondía ni escuchaba a lo que él le decía. Estaba harto de llevar esa vida, y ya estaba por salir por la puerta principal, cuando recordó que Karamatsu estaba en un peligro terrible.
"No será más mi problema, él no quiso escuchar", se dijo a sí mismo antes de empujar la puerta, cosa que al final ni siquiera pudo realizar. Cayó de rodillas de repente, volviendo a llorar. Recordaba entonces las palabras de Karamatsu. El llanto es la forma en que el corazón se desahoga. Necesitaba llorar absolutamente todo, y por eso no podía parar. De hecho, cuando los otros despertaron, lo encontraron aun llorando, tendido en el suelo de la entrada.
Totty fue el que empezó a preguntarle qué era lo que pasaba, notando algo extraño en ambos cuando al pedirle al Padre que hablara con él, éste se negó de manera amable, diciendo que era mejor que Todomatsu lo hiciese siendo que era su mejor amigo. Algo andaba mal con esos dos, y el monaguillo no sabía qué era.
Aun cuando Totty lo presionó, Ichimatsu no dijo nada. En cambio, le dijo que era algo sin importancia. Pero algo que no era importante no lo tendría día y noche llorando. ¿Fue algo que pasó mientras estaba afuera en la noche? No le contestó. ¿Tuvo acaso otra pesadilla? No le contestó. ¿Entonces qué?
No le contestó.
Lo acompañó a su habitación. Un té de hierbas relajantes nunca está de más. Debido a que se había quedado llorando en la puerta toda la noche, cayó rendido al poco tiempo. Entonces el monaguillo fue a donde el clérigo.
—Padre Karamatsu —le llamó al que estaba sentado en una ventana de la parte trasera del edificio.
— ¿Pasa algo, Totty? —el mayor preguntó, sin voltear a verle, solamente veía hacia la nada del paisaje, un punto no específico en el horizonte.
—Algo le pasa a Ichimatsu, y tengo la sensación de que usted sabe qué es.
— ¿Yo? No, lo lamento. No sé qué le puede pasar, así que no sé cómo podría ayudarlo —mentira a medias. Sabía que pasaba, pero no cómo ayudar. No era tanto por ser ambos hombres. No era tanto por la vocación del Padre. Era algo más profundo. Simplemente no se puede obligar a alguien a amar a alguien más, así como no se puede obligar a alguien a dejar de amar.
— ¿Está seguro de no tener ni una idea de lo que le pueda pasar? —el monaguillo era persistente, y no podía dejar que alguien tan querido como Ichimatsu estuviera sufriendo de esa manera sin poder ayudarle.
—Puede que, entre sueños se haya dado cuenta de más cosas de su pasado, y eso sea lo que le atormente. Si, debe tener que ver con el Ichimatsu que era antes. Debe tener miedo de ello —dijo con voz pausada, sin nunca despegar los ojos de la nada.
A Totty el comportamiento del Padre le levantaba terribles sospechas. ¿Habría pasado algo entre ellos dos la noche anterior? Quería saberlo, pero ninguno de los dos diría algo. Y eso era lo frustrante de todo esto. ¿Cómo iba a ayudar a Ichimatsu si no le decía nada, y no podía contar por primera vez con el clérigo?
Necesitaba consejo de la diosa, pero ignoraba si seguía desaparecida. Lo mínimo que podía hacer ahora era velar por su amigo, quien ahora dormía de forma tranquila en su habitación.
A las pocas horas Karamatsu salió a colgar un cartel en la entrada de la iglesia. Este día no hay servicio, se leía en el pedazo de madera que había colgado de las manijas exteriores de la puerta. Los devotos lo leyeron, algunos aliviados de no tener que asistir a misa, otros tocando las puertas por si alguien les abría. No recibía nadie respuesta.
A Karamatsu le pesaba demasiado el saber los sentimientos de su protegido, y se sentía terrible al no poder corresponderlos como era debido. Pero repetía, no se puede obligar a alguien a amar a quien simplemente no ama. Karamatsu quería a Ichi, que Dios lo mate si miente. Pero no es esa clase de cariño. Lo ve como a un hermano, casi un hijo. Alguien a quien debe guiar y proteger cueste lo que cueste. Pero simplemente no puede verlo en el plano romántico.
Necesitaba aclarar su mente, y en cuanto estuvo seguro que los pueblerinos no lo verían, salió al encuentro de Osomatsu en el lago. Más le valía al demonio rondar por ahí en ese momento, puesto que si no habrá salido en balde.
Como si lo llamara mediante su conciencia, el demonio estaba sentado a la orilla del lago, jugando con el agua mientras remojaba sus pies en ésta. Karamatsu sonrió entonces al verlo, y Osomatsu hizo lo mismo al voltear para verlo.
—Le gustas al drag —dijo Osomatsu tendido sobre la hierba—. Ya, ya lo imaginaba. Sabía que no podía venir nada bueno de él.
—Ichimatsu es bueno... pero no me gusta que tenga esas esperanzas siendo que no le puedo corresponder —era el turno de Karamatsu de confesarse, contando todo lo que había sucedido. Se supone que no debía revelar todo lo dicho en el confesionario, pero su conciencia no soportaba tanto.
—Opino que te deshagas de él.
—Yo opino que deberías dejar de sugerir eso.
—Pero te está trayendo demasiados problemas.
—No tantos como los que tú me traes. Un habitante del pueblo te vio hace poco, así que hay gente que ya está buscando por cielo y tierra la presencia de un demonio. De hecho, ha sido un alivio que no te hayan visto aún.
—O te hayan visto a ti conmigo —Osomatsu se preocupó con ello, recordando las palabras de la diosa del lago. Esos fanáticos podrían hacer lo que sea con tal de actuar de forma "recta".
—Por eso creo que estas visitas las debemos llevar a otro lado. Ya pronto van a saber de este sitio, así que en lo que encontramos un sitio más propicio, te ruego que vuelvas a visitar la iglesia.
—Como digas, Padre.
Karamatsu le agradeció, volviendo entonces a su lugar. Osomatsu lo veía marcharse, aun tendido en el pasto, con una expresión preocupada. En serio las cosas empezaban a ir cuesta abajo.
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[Iromatsu] Vocación
FanfictionIchimatsu se ha dedicado a la prostitución gran parte de su vida, o al menos, eso es lo que le han dicho. Sin ningún recuerdo más que su propio nombre, se topa una noche con una iglesia, donde el sacerdote del lugar le da asilo. Ocultándose del mund...