Capítulo 2

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La vida en la iglesia era cómoda, y la rutina era bastante complaciente. Para haber pasado solamente unos tres días, Ichimatsu sentía que podría adaptarse con facilidad a su vida suplantando una monja. Incluso era sencillo adaptarse a ser llamado Ichigo, pues, al fin y al cabo, sean los devotos o el padre y el monaguillo, se le llamaba de cariño Ichi.

Pero en el pueblo aún resonaba la noticia de que hubo en el pueblo vecino un asesinato, y nadie podía simplemente dejar de hablar de eso. El ambiente incómodo obviamente afectaba al recién llegado, quien no podía dejar de seguir al sacerdote a todas partes.

—Entonces, ¿soñaste algo lindo esta noche? —preguntó Karamatsu, a la hora del desayuno, cuando los tres se encontraban a la mesa.

—No lo sé —era la respuesta usual de Ichimatsu. Hacía parecer que no soñaba nada en absoluto, cuando en realidad, desde la noche en que había llegado ahí, tenía un extraño sueño que involucraba al sacerdote, y a él. En un escenario extraño y difícil de entender.

—Pensaba que, tal vez tus recuerdos podrían aparecer en forma de sueños, así que sería bueno que trataras de recordarlos. Puede que alguna imagen, aunque sea la más fugaz, puede darnos un indicio de tu pasado.

—Pero, ¿qué tal has dormido, joven Ichi? —fue el turno del monaguillo de hablar, mientras comía un trozo de pan acompañado de su avena.

—De forma cómoda. Creo que no había dormido como ahora en mucho tiempo. Mi cuerpo me lo dice —el primer día que llegó, sintió el cuerpo muy cansado, además que tenía un terrible dolor en la espalda, el cual se calmaba apenas recostaba su cuerpo en la cama.

—Eso es bueno, un buen descanso ayuda al cuerpo y a la mente.

Karamatsu y Totty parecían felices de tener al recién llegado con ellos. Y, en palabras de Todomatsu, el resguardarlo y ocultar su identidad y origen era emocionante, como si fueran los partícipes de un relato de misterio.

Tras terminar de comer, Karamatsu recogió los platos y copas, dispuesto a lavarlos. Fue cuando Ichimatsu le ayudó a recoger la mesa. Aunque el Padre ya había dejado en claro que Ichi era un invitado en el recinto, y por ende no tenía que desgastarse con las labores diarias, el otro sentía que era lo más mínimo que podía hacer en señal de gratitud. Y tenía una ferviente perseverancia para hacerlo, que Karamatsu terminó cediendo, a cambio de que entre los dos harían las labores.

Así pues, se encontraban los dos lavando platos en ese momento. Ichimatsu enjabonando, y Karamatsu enjuagando.

— ¿Has disfrutado tu estadía aquí? —el Padre preguntó.

—La verdad sí, todo es bastante tranquilo, y lo disfruto mucho —respondió Ichimatsu, pasando el estropajo en los platos para retirar los restos de comida.

—Eso me alegra. Espero que siga así todo el tiempo necesario. Por cierto, si un día llegas a recordar algo, no dudes en avisarme.

—Usted parece el más interesado en que yo recuerde mi vida anterior. Ni siquiera a mí me causa esa emoción. Además, al parecer yo era sólo un vulgar prostituto que se ganaba la vida chupando penes. Y de ser así, prefiero no recordar nada. Algo me dice que mi pasado está lleno de dolor.

—Bueno, me interesa saber cómo eras antes. Si eras bueno o malo, y tal vez compararte con el Ichimatsu que eres ahora.

— ¿Por qué querría hacer usted eso?

—Porque es interesante. Si eras malo, entonces podré decir con toda seguridad que me agrada mucho el Ichimatsu en el que te has convertido. Y si eras bueno, entonces podré decir que me alegra que hayas mantenido la pureza de tu alma intacta.

[Iromatsu] VocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora