Capítulo 8

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La misa de la noche acabó finalmente. Los devotos salían en orden hacia sus casas mientras el Padre bendecía el camino de cada uno. No fue hasta que algunos chismosos empezaron a decir más cosas del —hasta ahora— olvidado caso de asesinato en el pueblo vecino. Ichimatsu no pudo hacerse de oídos sordos ante aquello, y con la excusa de empezar a limpiar las gradas, puso atención a lo que decían las dos mujeres que seguían sentadas.

—Dicen que la víctima era un adinerado de ese pueblo. Seguramente alguna especie de funcionario corrupto —mencionó la mayor, a lo que la menor respondía.

—Esa clase de personas siempre se involucran con prostitutas y demás. Habrá que ver la clase de sucio pecador que era para meterse con un hombre prostituto. Qué asco.

—Más asco el prostituto. Aparte de puto, asesino.

Sus palabras no podían ser más hirientes, y lo peor de que Ichimatsu las escuchara era que todas esas sensaciones de auto desprecio volvían repentinamente. Se dio entonces la vuelta, y afinando su voz lo mejor que pudiera, les contestó.

—Me parece que están olvidando el sermón de esta noche. ¿Acaso el Padre Karamatsu no habló sobre el no juzgar al prójimo? Nadie de aquí sabe qué fue lo que sucedió, o la clase de vida que tuvo que soportar el niño para terminar de prostituto. Por favor, como buenas cristianas, dejen esa clase de juicios al Todopoderoso.

Dicho esto, se dio la vuelta y se fue de ahí. Alcanzó a escuchar a las mujeres decir que quién se creía la monja por reprenderlas así, pero fue liberador. Al menos podía escudarse en que hizo su deber cristiano, cuando realmente defendía lo que él tenía entendido que era su vida. Y como dijera el Padre, mientras Ichi estuviera convencido de su reformación y de sus ganas de ir por el buen camino, ¿qué importaba el pasado?

Aun así, los problemas seguían existiendo. Esa atracción que sentía por el Padre no se controlaba. Era cosa de que, en cuanto dejó de tener pesadillas, sus sueños eran dominados por el clérigo. Hasta eso, eran sueños cómodos y tranquilos. Su atracción romántica hacia él sólo permitía que pensara en estar con él todo el tiempo. Pero sabiendo que ese sentimiento no sería correspondido... era horrible.

Necesitaba sacar todo eso de su pecho, pero no tenía forma sin tener que volver al confesionario. Y haciendo eso, sería como declararle su amor al objeto del mismo. Ese peso para nada podría quitarse de encima. Se sentía, de hecho, como una maldición. Si era la paga espiritual que tenía que dar por haber arruinado la vida de ese hombre aleatorio de su pasado, lo iba a aceptar al final.

—Al final, me lo merezco —murmuró para sí, hasta que una vocecilla conocida le llamó.

— ¿Merecer qué? —preguntó Totty, quien alcanzó a escuchar lo que dijo.

—Nada... que me merezco que hablen así de mí, aunque no sepan que es de mí de quien tantas pestes hablan.

—Oh, es sobre eso. Deja que ellos hablen. Sabes que en este pueblo hay muchos hipócritas y chismosos, solo no les hagas caso, Ichigo.

Ichi sonrió al oírlo. Daba gracia como el niño se expresaba, pero bueno. Era honesto. Debía aprender un par de cosas de Totty, como a tener valor de decir lo que piensa.

—Debería dejar que hablen todo lo que quieran. Al final todos ellos morirán apuñalados por la espalda por sus propias palabras —era un escenario muy divertido. Las reputaciones de todos acabada por ellos mismos, de tantos chismes que se pasaban unos de otros, todo mundo tenía de dónde atacar a todos. Ambos rieron al imaginar eso, un pueblo destruido por sus propias mentiras, quedando como únicos supervivientes ellos tres.

Ya estaban los dos por cerrar las puertas, cuando un hombre alcanzó a decir algo que alarmó a ambos.

—...sí, dicen que hay un demonio que se aparece cerca de un lago en las afueras del pueblo. ¿Qué querría de un pueblo como éste? Lo mejor será investigar eso, hay que decirle al Padre Karamatsu para que nos ayude.

De alguna forma, se descubrió la existencia de Osomatsu, y eso significaba un enorme riesgo para Karamatsu.

A la hora de la cena, de hecho, fue lo primero que comentaron. Mientras Karamatsu ponía los platos en la mesa, los otros dos lo seguían. Así fuera que Karamatsu saliera al patio y diera tres vueltas a un árbol, los dos le seguirían y harían exactamente lo mismo.

—...y por eso, ya no debe ir al lago por ahora —Ichimatsu le decía, a lo que el mayor le escuchaba.

—Ichimatsu tiene razón, sería terrible si lo ven con Osomatsu ahora, más cuando hasta si a la diosa le da por aparecer sería sinónimo de revelar su ubicación.

—Entiendo eso, pero...

—Ahí viene con los peros —Totty se llevó las manos al rostro.

—Pero si dejo de ir, voy a fallarle a Osomatsu como instructor. ¿Quién lo acercará al Señor?

—Padre, este no es el momento de debatir sobre el futuro de un demonio. Esto es por su vida —Ichimatsu rogaba porque accediera a suspender las visitas al lago, pero Karamatsu se dio la vuelta en ese momento.

—Chicos —les llamó la atención—, no voy a suspender las visitas. Osomatsu llegó pidiendo ayuda, y hasta me lloró en frente para convencerme. Un demonio convertido en humano, sonaba disparatado hasta para mí, pero si él en serio quiere reformarse, dejar atrás su naturaleza demoniaca... ¿Quién soy yo para juzgarle?

Se quedaron los dos en silencio. Iba a ser muy difícil, si no es que imposible, hacerle cambiar de opinión. Estaba tan comprometido con la vocación que estaba aferrado a reformar al demonio. Aun si eso le traía problemas con los hipócritas.

[Iromatsu] VocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora