Enséñame

11: Landfill.

"Tírame al vertedero, no pienses en las consecuencias. 
Tírame al pozo sucio, no pienses en las decisiones que tomaste. 
Tírame en el agua, no pienses en el chapoteo que crearé"—Daughter.

Durante los primeros días del regreso de Xavier a la compañía, él ni siquiera dejó su oficina. Nadie podía entrar a verlo, se comunicaba con Grace por e-mails. Todos estábamos confundidos hasta que una mañana, él estaba en el estudio, sentado junto al piano de Yerik, pero no nos dirigió la palabra; se quedó ahí sentado con la mirada perdida en nuestros movimientos durante toda la clase, se mantuvo así por un par de días más; era el primero en llegar y el último en irse. Hoy, viernes, es la primera vez que se parece más a lo que conocíamos de él, y digo que se parece pues está peor que nunca; jamás había estado más desagradable, irritable e inconforme con nuestro trabajo.

— ¡April!—grita haciendo que la bailarina que está más cerca de él de un respingo debido a su repentina exclamación— ¡Tienes los pies más feos de la historia de los pies feos! Por el amor de Dios, ¿qué edad tienes? ¡A estas alturas debes saber cómo arquear un puto pie!

No me atrevo a mirar atrás y observar su reacción, no quiero que Xavier me descubra haciéndolo y me grite por entrometida.

— ¡AAGGHHHH!—aúlla con frustración— Yerik, detente, por favor—Yerik no parece escucharlo y sigue tocando el piano, esta vez con más pasión que antes—. ¡CÁLLATE, YERIK!— el pianista se detiene de inmediato y mira el suelo, completamente avergonzado—. ¡Ustedes también, deténganse! Grupo de inútiles...—masculla para él mismo, pero todos podemos escucharlo a la perfección.

Todos detenemos nuestros movimientos de inmediato, mi respiración es irregular y superficial, mis músculos agradecen que el esfuerzo haya terminado por fin, el alivio se hace presente en cada parte de mi cuerpo y el calor invade mis músculos doloridos. Durante la última hora, Xavier nos ha hecho repetir la rutina una y otra vez, cada vez que veía un pequeño error, teníamos que repetirla. "Trabajar en equipo", lo llama él, ya que es el baile de la guerra de los ejércitos y casi todos los bailarines están presentes en esta pieza, pero nos ha superado a todos, de tal manera que hasta Taylor, la favorita, se ve a punto de desmayarse.

Xavier se pasea de un lugar a otro, mirándonos expectantes. Claramente nadie pronunciará una palabra o hará algún movimiento, no planeamos perder nuestro trabajo.

—Las presentaciones son en tres meses...—dice el director de la compañía en voz baja—. Necesito ver que son capaces de dar lo mejor de ustedes sin que yo esté aquí como idiota intentando sacar algo bueno de ustedes. Necesito que piensen en lo mucho que les gusta hacer esto, en lo mucho que les gusta su estúpido trabajo, porque si el lunes veo a uno de ustedes perdiendo un maldito compás esa persona tendrá que ir a mendigar a otra compañía, ¿entendido?—nos habla con los dientes apretados, completamente furioso—. No quiero seguir viendo sus huesudos traseros. ¡Largo de aquí!

Nadie espera otro segundo, todos corremos hasta nuestros bolsos y salimos lo más rápido que podemos. Mis piernas tiemblan del cansacnio mientras camino por el pasillo, donde comienzo a vestirme mientras avanzo hacia la salida. Me pongo unos pantalones sueltos sobre las mallas y un suéter sobre el leotardo. Cuando llego a la entrada y veo que Kyle aún no llega por mí, por lo que me siento en los escalones y me quito mis puntillas con tranquilidad, mientras las reemplazo por unas botas cómodas.

Observo mi teléfono, pero nadie me ha mensajeado en todo el día. No me sorprendo ni me decepciono, sé que todos tienen una vida ocupada y asuntos por los cuales preocuparse. Decido bloquearlo y devolverlo a mi bolsillo, cuando levanto la vista, diviso un auto que se me hace familiar. El color oscuro y los vidrios polarizados traían vagas imágenes a mi mente, hasta que se abre la puerta del pasajero y la gran figura sale del auto.