14: I'm Into You.

238 25 20
                                    

"Nuestros cuerpos encajan a la perfección y tus ojos pueden hacerme nadar"—Chet Faker.

Damos vueltas como niños pequeños mientras correteamos por las calles riendo sin importarnos el volumen que utilizamos ni la hora que es. Su mano no se aleja de la mía y eso es todo lo que necesito para borrar el mundo a nuestro alrededor, su mirada haciendo contacto con la mía, la energía que me transmite al hacerlo, es suficiente para saber que yo soy la razón de la sonrisa tan grande que luego me dedica.

Dejo que él me guíe, porque estoy hechizada, es como si una especie de polvo de hada mágico hubiese sido tirado sobre nosotros, haciéndonos perder la razón, haciéndonos actuar como infantes. Pero no podría importarme menos, porque después de mucho tiempo, no tengo ningún pensamiento perturbador en la cabeza; es él lo único que me importa en este instante.

Me guía por un camino que no conozco, pero ni siquiera me interesa dónde estoy o cómo volveré a casa. Nos miramos y reímos por milésima vez en la noche, estamos sobrios en cuanto a alcohol, pero nadamos completamente ebrios en oxitocina; la hormona del amor.

Caminamos hacia un complejo de apartamentos y subimos por las escaleras de emergencia quince pisos, usualmente, luego de un día tan agotador me quejaría, pero ni siquiera siento esos quince tramos de escaleras bajo mis pies, apenas me doy cuenta que, de repente, estamos frente a una puerta: 316, la cual, después de un pestañeo, se encuentra abierta y nosotros dentro de la estancia de un hermoso hogar sumido en oscuridad.

Nos miramos fijamente durante unos segundos antes de juntar nuestros labios en una danza desesperada, sus labios son firmes contra los míos, decididos, reclaman todo mi ser. Hay deseo en cada movimiento, me demuestra su máxima expresión de sentimientos, como si quisiera dármelo todo y al mismo tiempo tomar todo de mí.

Y hay algo más, algo que no había experimentado, algo que nadie jamás me había demostrado; no de esta manera. Pero no me incomoda, es más, me encanta. Me encuentro fascinada con la sensación, ser tratada así. Devuelvo cada una de sus caricias, con toda mi delicadeza y todo el aprecio que he acumulado por él desde que apareció en mi vida.

Nos separamos unos segundos, cuando creemos que nos quedaremos sin aire, nuestras respiraciones aceleradas y superficiales. Su cabello luce revuelto y sus labios entreabiertos están hinchados, nos miramos a los ojos unos segundos, sin decir nada, no hay necesidad de hacerlo; con sólo mirarnos es suficiente. Sonreímos y continuamos con lo nuestro.

Entre besos y risas, las capas de ropa desaparecen, los miedos y las inseguridades se esfuman, entre sus caricias y sus brazos protectores, el mundo alrededor se borra, no existe nada más que no sea él adorándome. Bajo su mirada, me siento hermosa, segura y querida de una manera única. Por primera vez en mucho tiempo, me siento completa, siento que pertenezco, me siento en mi hogar.

***

—No sé cómo lo haces, esto duele—se queja él, volviendo a una posición normal y permitiéndole a sus músculos dejar de sufrir.

Río, divertida, dando un rápido giro de lápiz.

—No me hables de dolor, eso lo sé. La única manera de lograrlo es practicarlo, sólo tienes que dedicarle un par de años—bromeo.

Son las tres de la mañana, ambos estamos en su salón, divirtiéndonos un poco, ya que no podíamos dormir, le enseño algunos pasos de ballet, ya que su suelo es ideal para bailar. Él no viste más que un pantalón de chándal y yo mis bragas y una camiseta suya, somos iluminados únicamente por una lámpara de luz cálida.

— ¿Nunca quisiste ser algo más?—pregunta de repente, sentándose en el sillón mientras observa mis movimientos.

—Claro que sí—río un poco, pero la seriedad me invade rápidamente—. Pero nunca fui lo suficientemente buena en algo... supongo que tomé el camino fácil, por así decirlo. Ya que ambos sabemos que no es nada sencillo.

EnséñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora