Capítulo 5: Oliver

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El señor Norwood acaba de vomitar dentro de la patrulla de policía y esto es un completo lío. Sin mencionar el asco. Pero todo sea por Mila.

Sí... por ella hago cualquier cosa.

Mi madre suele decirme que ella va a romperme el corazón, pero lo que mamá no sabe es que Mila no lo hará a menos que yo le diga lo que siento, y tampoco pienso hacerlo. Así que mi corazón está sano y salvo todavía. Pero, dejando de lado a mi corazón, mi estómago está haciendo su mayor esfuerzo por no secundar al señor Norwood. Estaba más dormido que una roca. De hecho, tuve que hacer exactamente lo que Mila me dijo que hiciera en caso de que no despertara. Se despertó tosiendo y maldiciendo, jurando que mataría a quien le hubiese despertado de esa manera. Luego me vio y su rostro dejó de ser furibundo para pasar de la confusión a la alarma. Le expliqué más o menos lo que había pasado con James y él salió primero de casa. Empezaba a contarle lo de los daños a la vía pública cuando la patrulla se estacionó frente a su casa y no dudó en subir. Tal parece que el señor Norwood está acostumbrado a viajar dentro de estos vehículos.

Terminaba de contarle que Mila se fue con James al hospital cuando hizo su porquería. Seguramente no le cae bien el recuerdo de los hospitales, sobre todo después de que pasaran largas horas preguntando en todos y cada uno de los hospitales de la ciudad por si en alguno se encontraba el cuerpo de su esposa.

Bajo la ventana de mi lado para que el olor a vomito se escape y poder respirar aire fresco. Es increíble ver el hombre en el que se ha convertido Louis Norwood, sobre todo si lo conociste antes de que todo cambiara.

Recuerdo verlo en el noticiero de la noche, bien vestido y siempre acorde a la noticia que había que dar. Ya sonreía, ya se ponía serio o hasta hacia una que otra broma. Además de lo amoroso que era con su familia, fui testigo de muchas muestras de cariño en aquellos gloriosos años. Ahora, ese hombre no existe más. Está perdido en alguna parte. Es como si hubiese muerto junto con su esposa. Yo no soy nadie para juzgarlo, supongo que si en algún futuro alterno me casara con Mila y a ella le pasara algo, yo me perdería igual. O como mamá, cuando papá murió, también se sumió en una depresión, pero ella salió adelante por mí, que apenas era un chiquillo.

Louis Norwood vuelve a hacer arcadas y yo lo miro con una cara de asco que no puedo esconder aunque quiera.

—¿Puede detenerse, por favor? —le pido al policía que conduce.

Él se detiene en seguida, seguramente no querrá que su patrulla se manche más de lo que ya está. En seguida, el señor Norwood sale del auto y aterriza en la acera tapizada de blanca nieve, que se vuelve un revoltijo de porquería cuando vomita de nuevo. No puedo creer que esté tan ebrio. En serio, ¿cómo lo soporta? Mila, quiero decir. ¿Cómo soporta ver a su padre en esas condiciones? Si fuera mi padre, ya lo habría internado en un centro de rehabilitación o encerrado en el sótano hasta que se compusiera. Pero no lo es, y si Mila y James no lo han hecho —aunque creo que lo internaron alguna vez—, sus razones deben tener. De alguna manera, él es lo único que les queda.

Por eso admiro tanto a Mila.

Admiro su capacidad y paciencia para convivir con una persona así. La fuerza con la que afrontó la realidad y lo sigue haciendo. Es una chica fuerte a pesar de lo rota que está, ella a veces no puede verlo, pero los que la rodeamos podemos notarlo.

Bajo del auto para ayudar a Louis a subir de nuevo. Es un verdadero milagro ver que no se ha ensuciado la ropa, aunque esta huele de todos modos a alcohol seco y cigarros. No tengo idea de hace cuánto no toma un baño, pero por lo tieso de su cabello adivino que no ha sido en los últimos días.

Sacrificio [Novela por capítulos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora