Observo desde lejos la entrada del hospital. Sé que sería fácil entrar y llegar hasta el cuarto en que se encuentra mi hijo, pero en esta ciudad mucha gente me conoce, y verme sería todo un caos porque se supone que estoy muerta. Aunque, en cierta manera, lo estoy.
Hace cuatro años que me vi en aquella desesperada situación, sentir cómo me ahogaba por toda esa nieve sobre mí fue horrible, insoportable. Recuerdo haber escuchado el estruendo de la avalancha acercándose peligrosamente a donde me encontraba con mi camarógrafo. Ni siquiera pudimos ir muy lejos, la nieve nos alcanzó en cuestión de segundos y pronto me vi sumergida en la blancura y el frío hiriente de la nieve.
Inmediatamente pensé en mi familia, mis hermosos hijos, mi amado esposo. ¿Qué sería de ellos? Porque estaba dando por hecho que no los vería nunca más. Yo, Claire Norwood, esposa de Louis Norwood, moriría ahí en cualquier momento.
Bajo la gruesa capa me iba a ser imposible tratar de abrirme paso a la superficie. No podía esperar a que Erick, mi compañero, estuviese en mejores circunstancias que las mías, seguramente él se encontraría igual o peor que yo. Así que la esperanza se me fue de las manos.
Sin embargo, no me dejé vencer tan fácil.
Luché contra la nieve, escalé como pude en la oscuridad, con el cuerpo machacado y la nieve amenazando con cortarme el poco oxígeno que lograba acaparar. Logré subir tal vez treinta centímetros, un metro como mucho, pero estaba agotada y sentía como la vida se me iba del cuerpo. Fue entonces cuando alcancé a escuchar que cavaban.
Aún así, no supe qué fue exactamente lo que pasó hasta horas más tarde, cuando desperté en una cama que no era la mía. Había algo diferente en mí. No estaba segura de qué era pero podía sentirlo en mis entrañas. Delante de mí, en una pequeña mesita en el centro de la habitación, había un vaso lleno de un líquido rojo. No supe qué era hasta que el aroma llegó y me golpeó con frenesí. Sangre.
Lo extraño fue que no sentí el más mínimo asco hacia ella, sino todo lo contrario. Una necesidad feroz de beberme el líquido me envolvió y me asustó. ¿Por qué quería hacer eso? ¿Por qué mi cuerpo estaba gritándome desde dentro que fuera corriendo por ese vaso? ¿Qué era lo que me había pasado? Lo último que recordaba era que perdí el conocimiento bajo la avalancha. No, también escuché que alguien cavaba. Después de eso desperté en esa habitación. Era una cabaña por lo que pude ver. La habitación estaba oscura, apenas iluminada con la luz que se filtraba desde el exterior. No había nada además de la cama, la mesa y una silla. Y el vaso lleno de sangre.
Miré alrededor, evitando a toda costa volver a posar mis ojos en aquel vaso y vi la figura al fondo, inmóvil cual estatua, de brazos cruzados y mirándome con el ceño fruncido. Recuerdo el temor que sentí. ¿Me tenían secuestrada? ¿Quién era? ¿Qué iba a hacerme? ¿Qué sentido tenía colocar la sangre delante de mí?
—¿Quién eres? —pregunté. — ¿Qué quieres de mí?
Lo recuerdo moviéndose y dando cortos pasos hasta salir de las sombras. Era un chico, un joven de la edad de mi hija, más o menos. Nunca lo había visto, y su aspecto no se parecía ni por mucho al de un secuestrador o alguien que necesitara cometer delitos para ganar dinero. De hecho, hasta parecía estar preocupado.
—No voy a hacerte daño —me dijo con tono neutro.
Pero yo estaba tan asustada que apenas podía creer que dijera la verdad. Si no quisiera hacerme daño, tal vez me habría llevado a un hospital primero, ¿qué no?
—Te pregunté quién eres —repetí con más firmeza y agresividad. Él se detuvo del otro lado de la mesita, dejando de por medio el vaso que seguía llamándome a beber su contenido.
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Sacrificio [Novela por capítulos]
VampireHan pasado cuatro años desde que la madre de Mila Norwood murió en un accidente provocado por la naturaleza: una avalancha de la que nunca se recuperó el cuerpo. Desde entonces, la familia Norwood se ha sumido en una pena que afecta de manera distin...