A sus 15 años, Kageyama ahora podía distinguir unos pocos colores y diferentes tonalidades de los mismos. Aquello se lo contó a sus padres con emoción, por lo que cuando le dieron turno para el oftalmólogo, el faltó a los primeros turnos de colegio para ir. Mil preguntas le brotaban en el camino al médico, tales como: ¿Estaría curándose? Seguro sería el primer caso con cura en el mundo de aquella enfermedad. Aunque realmente no se encontraba tan emocionado por ello, sino que por fin podría dejar de ver todo como una televisión vieja. De una vez por todas el mundo iba a tener color.
—Este es un caso muy extraño —comentó el doctor mientras revisaba los papeles derivados del informe—. Nunca nadie vino a este hospital con acromatopsia la cual empezara a curarse. Pero por lo que me llegó de los estudios, hay una causa a esto, aunque hay algo que no cuadra completamente.
Pasó al frente los papeles anteriormente leídos y permitió la vista pública a ellos.
—Como ya saben, el trastorno es causado por una interrupción en las vías neuronales entre el ojo y los centros de vista del cerebro. Por lo que, puede que gracias al cambio físico de Kageyama en su adolescencia, ahora la interrupción se está alterando, o está en camino —explicó mientras señalaba los estudios con su dedo—. Lo único que no cabe del todo en esa explicación es que, según lo que me han contado, cuando Kageyama estaba con un estado de ánimo determinado, o sintiendo emociones diferentes a la neutralidad, es que comienza a ver cierto color. Puede que eso se deba a una reacción del cerebro, que relaciona sus emociones con colores.
Luego de la visita al oftalmólogo, todos se dirigieron derecho al auto para así poder llevar al pelinegro a la preparatoria y hablar con el director para que lo dejen entrar pese a que llegó un turno tarde. Y mientras abría la puerta trasera notó la amplia sonrisa en el rostro de su madre, quien se encontraría al volante. Esto le hizo repetir la acción, entendiendo desde el punto de vista de un protagonista la oportunidad que se le estaba dando; conocer la felicidad en todas sus tonalidades.
Esto le hizo encontrarse con su teléfono y tipeando en internet en busca de un resultado:
"Colores y emociones"
Una planilla con muchos colores y al costado el nombre de la emoción y lo que significaba fue plantada frente a él. Se fijó solamente en los colores que veía, ya que eran los únicos que podía distinguir.
Rosa - felicidad
Naranja claro - curiosidad
—¿Tristeza? —susurró al leer el último color.
—Hijo, vamos antes de que empiece el segundo periódo —le llamó su padre, mientras que le abría la puerta del auto.
El pelinegro no tuvo oportunidad de leer más sobre los colores y cómo estaban relacionados con las emociones, pero una cosa se le quedó en la cabeza por todo el día. Distrayéndole así de sus clases y hasta un poco en el entrenamiento. Y la cosa era que, razonándolo bien, ver a Hinata tan debilitado frente suyo había sido la gota que rebozó el vaso aquél día de derrota. Había muchas emociones dentro suyo durante esa jornada, ninguna agradable, pero sí que habían muchas. Y digamos que el pelinegro creía firmemente en una teoría que dentro de su cabeza tomaba sentido: Todas las personas son como botellas bajo una gotera. Llega un momento que de tantas gotas cayendo poco a poco o de a chorretes, la botella se llena. Y no les queda más opción que vaciarse. Ese día su botella estaba medio llena, pero por alguna razón, ver a su compañero en aquél estado había sido la gota final para que la opresión en su pecho se hiciera más fuerte, el nudo en garganta se pronunciara le impidiera hablar y la amargura dentro suyo lo consumiera por completo.
Así se dio cuenta que ver al pequeño rayito de sol (como lo llamaba Yachi) en ese estado era algo que le hacía poner triste a él también.
durante la clase de Historia, mientras el profesor explicaba algo lo cual Kageyama había dejado de prestar atención hacía varios minutos, decidió que no quería ver a Hinata así nunca más. Tan derrotado, con lágrimas en sus mejillas, expresión de dolor, moqueando a no más dar y llorando en silencio. Porque Hinata Shouyou era, literalmente, un sol y los soles son más bonitos brillando.
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Acromatopsia [Kagehina]
FanfictionKageyama Tobio padece de la enfermedad "la tele vieja" desde que tiene memoria, viviendo intrigado por ver algo más que grises, negro y blanco. Aunque era imposible, en el transcurso de su vida se prometió sí o sí conocer los colores del cielo, su p...