"𝒊 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒉𝒐𝒘 𝒕𝒐 𝒇𝒐𝒓𝒈𝒆𝒕 𝒚𝒐𝒖."
Singer!Chuya.
La habilidad que poseía Chuya no era la de solo controlar la gravedad, había otra que no tenía mucho sentido para los bienes de la mafia, pero a él sí. Casi nadie sabía que él era un chico lleno de talento tanto para componer, cantar o tocar algún instrumento. Tenía el don de la música.
Desde muy pequeño se interesó por la música folclórica japonesa ya que Kouyou estaba siempre tarareándola cuando estaba junto a él. Kouyou también era una gran amante de la música y fue una gran ayuda para Chuya en descubrir una nueva afición.
El pequeño pelirrojo fue creciendo y descubriendo nuevos géneros musicales, nuevos instrumentos. Se compró su primera guitarra a los ocho años y aprendió muy rápido, solo con escuchar una canción un par de veces podía tocarla sin mirar la partitura, después pasó al piano y cada melodía que tocaba en él parecía obra de un genio.
Una tarde se puso a tocar una canción que llevaba una semana trabajando con ella, ya tenía toda la melodía, solo le faltaba un poco de letra.
A Chuya, a parte de tocar, le encantaba escribir poemas y eso le ayudaba más a componer las canciones, aunque nunca nadie, ni Kouyou, había leído o había escuchando alguna de sus letras.
-¿Por qué no intentas cantar?
La puerta de la habitación donde se encontraba Chuya se abrió y él paró de tocar inmediatamente para observar al chico castaño que estaba ya dentro de la sala de estudio de Chuya.
-¿Y tú por qué no te quitas la venda del ojo? - respondió un poco molesto el pelirrojo, no le gustaba que le interrumpiesen cuando tocaba y menos gente que no conocía.
-Perdón por interrumpir, - se disculpó Dazai. - solo que llevo días escuchando esta melodía. Tenía que descubrir quién estaba detrás de esto.
-Pues ya lo has descubierto.
Los ojos azules de Chuya captaron todos los movimientos que hacía el otro al acercarse a él.
-Cantame, Chuya. - le pidió en un susurro al pelirrojo.
-¿Cómo sabes mi nombre? No te voy a cantar nada de nada.
-Soy Dazai Osamu, la mano derecha de Mori-san. - explicó Dazai, mirando fijamente los ojos de Chuya.
Chuya ya le reconoció al nombrar al jefe de la organización, Mori Ougai. Poco a poco se fue sintiendo más incómodo después de la información recibida. El aura del muchacho castaño no era la más limpia de la mafia, pero, ¿había alguna pura ahí?
Chuya, a su edad de 15 años ya había luchado contra organizaciones y había matado a varias, no tenía por qué tener miedo de Dazai.
-Tranquilo, Nakahara, si no quieres cantar no pasa nada. - diciendo esto, la mano del castaño se posó en el hombro de Chuya. - Pero me gustaría oírte algún día.
Dazai se fue con una sonrisa de la sala, sabiendo que conseguiría escuchar su voz tarde o temprano.
Pasaron dos años y Chuya no volvió a ver a ese chico con vendajes, solo sabía de él por Kouyou y porque escuchaba cosas de él por toda la mafia.
El pelirrojo seguía practicando con su guitarra y el piano su canción la cual ya tenía un poco de letra. También había estado practicando algunas de sus favoritas, esas se las sabía enteras.
Hasta que mandaron trabajar junto a Dazai. Al escuchar la noticia de la boca de Mori, Chuya se asombró. Se quedó paralizado unos segundos hasta que Mori le obligó a que le responda. Obviamente, no se podía negar, si lo hacía, acabaría con su vida.