Hubo un silencio después de la última frase de Nathan. El joven miraba a Natsuki, y no era la típica mirada, ella sabía lo que querían decir aquellos ojos, pues era la única que entendía a lo que se refería.
Los jóvenes se miraban cómplices hasta que Scarlett rompió el silencio y, con un tono preocupado, preguntó:
—¿Ingelen no es el submundo donde habitan los demonios? ¿Por qué querrías ir allí?
Blake comenzó a reír a carcajadas. Todos se inquietaron por su risa, salvo Nathan, que lo miraba con bastante antipatía, como la primera vez que supo de su existencia.
—¡Vaya! —exclamó—. Así que vas a ir a Ingelen. Espero que vayas y no vuelvas. No creo que salgas de allí, aquellos también te quieren muerto.
El muchacho, con pesadez, lo empujó cortando la risa del chico.
—¿Y tú por qué no te vuelves a tu jodido mundo? —cuestionó el joven asqueado—. ¿Acaso te has enamorado de mí que no eres capaz ni de matarme?
Blake apretó su mandíbula y frunció el ceño como de costumbre.
—Ni siquiera debiste nacer. Eres una maldición.
—Me pone cachondo que todos me digáis eso. Puedes decirlo cuanto quieras, no voy a ofenderme por eso.
—A Nathan no le ocurrirá nada en Ingelen —aseguró Natsuki—. Ellos no tienen la misma intención que los ángeles.
Blake soltó una risa sarcástica.
—Mentirosa —farfulló el chico.
La joven frunció el ceño, asqueada.
—No estoy mintiendo. Si ninguno de los presentes cree en mi palabra, puedo jurar ahora mismo un pacto de sangre, el cual si lo que digo es una falacia, moriría.
—Tranquila, no es necesario. Te creo —dijo el nephilim.
—¿Estás seguro de que quieres ir? —inquirió la pelirroja.
—Si quiero avanzar en esta búsqueda sin fin, debo enfrentarme. Alguien desea verme en Ingelen y yo siento la curiosidad de saber quién es.
—Gracias por acceder en ir —manifestó Natsuki.
—Iremos mañana al anochecer. A las nueve.
—De acuerdo.
—Será mejor que volvamos a casa —sugirió Scarlett.
Todos subieron las escaleras, marchándose de la estación de metro. Antes de que Blake se marchase por diferente camino, Natsuki lo detuvo para decirle:
—Al final te uniste a la lucha. Gracias por eso. No creí que lo hicieras.
—Me temo que, por mucho que me empeñe en sentir repulsión por un bicho como tú, todavía recuerdo lo que llegué a sentir por ti y eso, en el fondo, me obliga a protegerte. Aunque no lo desee.
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Ángeles despiadados ©
Paranormal«Y si te dijese que esta vez los ángeles son los malos, y los demonios son los buenos, ¿me creerías?» Nathan Growney es un joven nephilim de diecinueve años de edad con un oscuro pasado. Jamás debió nacer, jamás debió existir. Él es una maldición y...