La mirada de odio de Nathan era completamente aterradora. No podía siquiera calmar su respiración, ni su puño que lo apretaba con fuerza, controlándose las ganas de reventar cualquier cosa. Su mirada era puro fuego, pura ira, pura rabia. No cabía duda de que iba a localizar a ese tal ángel, uno de los supuestos culpables de la muerte de su familia.
Todos los presentes quedaron estupefactos y anonadados ante la información que soltó Blake. El joven describió el aspecto del susodicho para que así la búsqueda fuera más fácil.
— 1'80, pelo castaño, rizado, piel blanca, ojos oscuros. Todos los ángeles llevamos el tatuaje de las alas en el antebrazo, así que sabrás si es él por ello. ¿Feliz?
—Como una perdiz —comentó con ironía.
—¿Y ahora qué? —preguntó Kyle.
—iremos en grupos de tres por distintos puntos en Tokio, así tendremos más posibilidad de atraparlo si somos más que él. Tened cuidado. Sobre todo tú, Scarlett. Eres humana y no sabes cómo podría atacarte.
—¿Qué? —inquirió asqueada—. ¿Crees que por ser sólo una humana no soy capaz de capturar a uno de esos capullos por sus absurdos poderes? No subestimes a una mujer como yo, Nathan.
—Perdona por infravalorar la fuerza humana, guapa.
—No soy ninguna damisela en apuros. Además, te recuerdo que te enseñé a luchar.
Soltaron una risa al unisono, Kaiser más fuerte, él no se cortaba ni un pelo.
—Un golpe bajo, pelirroja —sonrió él—. Admito que sabes emplear las palabras correctas para dejarme callado. Bien, confío en ti. Enséñame que puedes hacer con tu querida fuerza.
Ella sonrió.
*
Como el joven nephilim había propuesto la idea de ir en grupos de tres, Kyle se unió a él mientras que Blake permaneció con las dos chicas a regañadientes. No le hacía nada de gracia seguir sus órdenes cual perro faldero.
Solo añoraba irse a su apartamento y olvidarse de los planes del nephilim. Hubiera preferido ser un topo que soltara la información que quisieran escuchar a tener que ayudarlo en su misión. Tenía el ceño tan fruncido que empezaba a creer que aquella expresión se quedaría permanente en su rostro. Cierto era que jamás sonreía.
«Maldigo el día en el que pensé llevarme a Nathan al mundo de los ángeles», se dijo con angustia.
—Te ves lindo caminando detrás nuestra —comentó Natsuki.
—Tú te verías linda si me dejaras de hablar.
—Oh, ¡gracias! Pero tendrías que hacer muchas cosas para callarme.
Él bufó. De pronto, la morena hizo una pregunta a su amiga captando la atención del rubio.
—¿Kyle está soltero?
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Ángeles despiadados ©
Paranormal«Y si te dijese que esta vez los ángeles son los malos, y los demonios son los buenos, ¿me creerías?» Nathan Growney es un joven nephilim de diecinueve años de edad con un oscuro pasado. Jamás debió nacer, jamás debió existir. Él es una maldición y...