Capítulo 10: Inoportuno

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Nathan se puso de cuclillas a la altura de las jóvenes que tomaban asiento en el bordillo en mitad de la negrura

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Nathan se puso de cuclillas a la altura de las jóvenes que tomaban asiento en el bordillo en mitad de la negrura. Las calles estaban silenciosas y no había un solo alma caminando tan tarde. El primero observó la sangre en la frente de la pelirroja y trató de limpiarla con un pequeño pañuelo de su bolsillo. Ella miraba con profundidad a sus ojos enigmáticos.

—Estaba preocupado —confesó el varón—. No he tenido noticias de ti en todo el día, salvo esta noche. ¿Quién te ha atacado?

El hecho de que el muchacho confesara que sintiera preocupación por ella, ocasionó que la joven se sorprendiera. No consideraba que él pudiera llegar a sentir aflicción.

—La chica que estaba esta mañana en tu apartamento. Empezó a decirme que debía eliminarme porque soy un punto débil.

—Akane... —musitó el muchacho recordándola.

Su expresión malhumorada le dio a entender que para el joven no significaba nada aquella mujer. No dejaba de sentirse ridícula por malinterpretar la situación vivida en la mañana.

—¿Qué tal te fue con tu tío Kaiser? —quiso saber Natsuki, intrigada.

Scarlett miró a su amiga y luego al varón sin entender una sola palabra.

—Me fue bien. Espero que no me de muchos problemas con su peculiar personalidad.

—¿Tienes un familiar? Dijiste que no tenías constancia de ello —habló Scarlett.

—Eso creía —respondió él—. ¿Os acompaño a casa? Es tarde y deberías descansar.

—No te preocupes, Natsuki me cuidará la espalda. Ella me llevará.

—Está bien.

Las muchachas se incorporaron dispuestas a marchase, pero antes de irse, Nathan llamó a Scarlett haciéndole girar sobre su eje.

—Respecto a esa bastarda que acudió a mi apartamento, no te piensen lo que no es. Jamás tendría algo con ellas.

—Lo entiendo. De todas formas no tienes que darme ninguna explicación, al fin y al cabo somos libres de estar con quienes queramos, ¿no? Pero gracias por aclararlo —sonrió.

—Hasta mañana —se despidió el muchacho.

*

Mientras las chicas anduvieron hasta su apartamento, Natsuki miró de soslayo a su amiga y se percató de su expresión sombría. Pensaba en alguien y, por su forma de fruncir los labios, sabía que se trataba de Akane. Que ella intentara ocasionarle la muerte, hizo que Scarlett quisiera vengarse antes de que la susodicha volviera a por ella.

—¿En qué piensas? —formuló Natsuki.

—En matarla —respondió—. Sé que volverá dando problemas, pero esta vez no pienso dejarle salir ilesa.

Ángeles despiadados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora