Capítulo 7

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La claridad que entraba por la ventana me despertó. Esta noche había dormido perfectamente. Cogí el móvil de la mesita de noche y marcaba las diez y media de la mañana. Lo desbloqueé y le mandé un mensaje a Holly.

"Buenos días bella durmiente, a las seis nos vemos en tu casa para ir juntas a la playa"

Esta vez llevaría yo coche. Me estiré en la cama, y me levanté para recoger mi habitación. Estos días atrás no le presté mucha atención a la limpieza, y ya era hora de recoger un poco. Con todo limpio, me metí en la ducha. Necesitaba darme un retoque en la depilación de mi cuerpo, ya que hoy iba a la playa y estaría más que nunca rodeada de gente con mi cuerpo casi desnudo. Una vez completada la misión, cogí mis shorts de estar por casa y una camiseta de tirantes básica. Al salir del cuarto para dirigirme a la cocina, me encontré a mi padre por el pasillo de la segunda planta.

-Ely, ven un momento- dijo señalándome su despacho.

-Dime papá - dije ya dentro de su espacio de trabajo.

-Tu madre viene el martes a la ciudad, y pretende que os vayáis con ella al apartamento que se cogió por unos días - se notaba que no le agradaba el tema ni una pizca.

-Vale, mañana preparo las mochilas con Carl. No te preocupes papá, no pasará nada - le di un beso en la mejilla para tranquilizarlo.

-Eso espero, hoy le diré a Carl que tu madre viene por unos días.

-De acuerdo- le sonreí.

Salí de allí y de camino a las escaleras escuché a Carl como se quejaba por recoger su habitación. No le gustaba hacer las labores de casa, pero tenía que aprender a ser ordenado. Ya en la cocina, me hice un zumo de naranja y unas tostadas con mantequilla. Desayune con tranquilidad, hasta que me acordé del entrenamiento de Carl. Hoy me tocaba llevarlo a mí.

-Carl vamos! - grité en la entrada de casa cogiendo las llaves de mi mini. Llegábamos tarde.

-Voy - corrió escaleras abajo con su mochila colgada a la espalda.

-Perdón por la hora, se me pasó que tenía que llevarte. ¿Has desayunado? - le pregunté antes de salir de casa.

-Si, Harry me hizo un revuelto y un zumo.

-Perfecto vamos anda- abrí la puerta de casa y salimos rápido hacia el coche.

Mientras íbamos por la autopista, Carl no paraba de hablar sobre el próximo partido. Me dijo que sería el jueves y que media ciudad estaría presente al ser contra un equipo de fuera. Se le veía tan entusiasmado, que tuve que asegurarle que iría a verle después de sus diez minutos insistiendo. Llegué al Campo donde entrenaba y me despedí de él con un abrazo y un beso. Hasta que no le vi entrar en el campo, no me alejé de allí. De camino a casa, decidí pararme en una librería a comprar los últimos materiales que necesitaba para el comienzo de la universidad.

Una hora después, volvía a casa. Deje la bolsa de material en el coche, ya que en unos días me mudaba a la residencia de la universidad y era tontería subirla a mí habitación. Cuando entré en casa me di cuenta que no había nadie, el silencio era incómodo. Entré al salón y me puse el televisor, en concreto un programa que me encantaba sobre restaurantes de cinco estrellas. Supongo que la falta de habilidad en la cocina, y el incansable intento de mejorar, me llevo a ser fan de este tipo de programas. Me seguía pareciendo increíble como la gente cocinaba tan bien sin ser profesionales.

Tres horas después, con el estómago lleno de ensalada que tome para almorzar. Estaba en el vestidor de mi cuarto, preparándome para meter mi cuerpo en el bañador negro que ayer me compre con Holly. Me quedaba sorprendentemente bien. El bañador dejaba toda mi espalda descubierta, se ataba en el cuello desde donde bajaba hasta la cintura, y de nuevo había un pequeño espacio sin tela. Dejando visible mi pequeño ombligo. Su tono negro resaltaba mis ojos marrones claros y hacia contraste con mi pelo castaño.


Hice definitivamente una buena compra. Ya solo me faltaba ponerme mi camiseta básica y mis shorts y estaría lista para ir a por Holly. Cuando llegue a casa de mi mejor amiga, ya estaba ella esperándome sentada en la escalera de su porche. Al verme llegar se levantó y corrió a mi vehículo sonriendo como una niña chica.

-Hola nena, ¿Preparada para ver a tu príncipe? - me guiño un ojo y aseguro que estaba a punto de matarla.

-Anda sube - le contesté pasando de su pregunta.

Media hora después estábamos aparcando en la playa, estaba lleno de coches. Busque entre todos un increíble Porsche, lo que me indicaría que él ya estaba ahí. Pero ni rastro. Así que, sin más, me dirigí con Holly a la arena donde todos estaban hablando y bebiendo mientras intentaban encender la primera hoguera de la noche.

- ¿Vamos a por algo de beber? - me dirigí a Holly que buscaba a Adam entre todos.

-Si vamos, necesito un trago.

Con un vaso rojo en mi mano, me senté en la arena para ver el atardecer. Holly ya estaba con Adam dándose sus besos de "novios" o lo que fuesen. Estaba sola, pero aun así disfrutaría de ese paisaje veraniego donde el cielo se ponía naranja dando paso a la noche. Nunca me cansaría de estos momentos. De pronto alguien se sentó a mi lado derecho. Ese mismo olor que percibí en el baño de la casa de Louis se estaba apoderando del ambiente. Ahí estaba él, junto a mí. Sentado en silencio observando el atardecer. El reflejo del sol poniéndose quedaba precioso en su rostro.

-Hola- dije para llamar su atención.

-Hola Ely- me miró con sus ojos, los cuales en este momento brillaban y con una sonrisa radiante- Estas bastante guapa esta noche - me sonrojé al instante.

- ¿Guapa en bañador? - dije riéndome ante su piropo - imposible.

-Estás guapa lleves lo que lleves - me dejó sin palabras, ¿En serio me estaba diciendo eso? Antes de decir cualquier chorrada por mis labios prosiguió - ¿Te apetece dar un paseo?

-Claro, estaría bien- me dirigió una sonrisa acompañada de su mano para ayudarme a ponerme en pie. La noche prometía.

Dando el paseo estuvimos charlando de temas triviales y riendo a más no poder al contarnos anécdotas. Poco a poco me sentía más cómoda con él, era un chico bastante majo. Sin darnos cuenta llegamos al final de la playa, y cuando nos reímos al ver lo lejos que llegamos me cogió de la mano, me acercó a él y me abrazo de una forma tan tierna que el roce de mi piel con la suya se sentía como algodón. Todo era tan perfecto que parecía mentira. Pero, aun así, no sentía la necesidad de separarme de su abrazo como hubiera hecho con cualquiera. Era diferente.

- ¿Como te llamas? - le susurre tan cerca del oído, que note como se tensaba. Y en lo que pareció una eternidad, me contestó.

-Logan, Logan Clifford.

Logan Clifford • EN LIBRERÍAS Y AMAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora