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Cuando su novia lo tomó de la mano, Frank no opuso resistencia y la siguió. Ella miraba hacia el piso, y eso no era una buena señal, sin embargo decidió esperar, darle tiempo a que ella estuviera lista para hablar, o eso quería hacerse creer a sí mismo, porque estaba tan nervioso que sabía que de todas formas la voz no saldría de su garganta. Se sentía como una jirafa... Grande, pero completamente mudo.

Ella continúo caminando y llegó hasta la puerta de su habitación, movió un cuadro que había en la pared y la llave calló. ¿En serio? ¿Ahí estaba escondida la llave? Todo hubiera sido mucho más sencillo si la hubiera encontrado la noche anterior. ¿Por qué no se le había ocurrido buscar ahí? Oh bueno, quizá porque Hazel estaba tirada en el suelo cantando a viva voz.

Entraron a la habitación de ella, y ahí, sin previo aviso ella se aferró a su cintura en un abrazo y comenzó a llorar. Frank no pudo hacer nada más que envolverla en sus brazos. No tenía idea de que había pasado, ni siquiera podía creer que el padre de ella hubiera aparecido (en el momento menos indicado de hecho), lo único de lo que era consciente, era que ella lo necesitaba.

-Yo... lo siento... tanto- empezó a decir mientras sollozaba- Lamento no haberte obedecido... yo... soy una tonta.

Frank empezó a frotarle la espalda. No la reprendería, pero tampoco le diría que estaba equivocada. Sabía que cualquier cosa que dijera solo haría sentir peor a su novia. La conocía lo suficientemente bien como para saber que ella simplemente necesitaba desahogarse. Cuando ella al fin comenzó a tranquilizarse, el chico al fin habló.

-Te amo- fue lo único que dijo, sin embargo sabía que era suficiente, porque ella sonrió.

-Yo igual- contestó frotándose los ojos y la cara para quitar las lágrimas- Voy a darme una ducha rápida y ponerme algo de ropa. Cuando salga me contarás lo que paso ¿de acuerdo?

Frank asintió con la cabeza y se sentó en una esquina de la cama para esperarla. No estaba seguro de que hacer, por un lado, sabía que lo correcto sería contarle toda la verdad, pero por el otro, había una pequeña vocecita en su cabeza que le decía que no lo hiciera, que tal vez sería mejor decirle una simple mentirita piadosa.

(N RL: Recordé al mini Ares y mini Marte: ¡Mata al Graecus escoria! / ¡No, me agrada el Graecus escoria!)

Antes de que tomara una decisión Hazel salió del baño, vestida con un vestido amarillo claro con flores blancas. Estaba secándose el cabello con una toalla. Frank amaba esa mata de pelo, cada vez que lo veía, sentía ganas de meter sus manos en él y estrujarlo, como si fuera una esponja.

-Entonces...- inició ella- ¿Qué pasó?

Sus ojos estaban en los de él, eran tan grandes, llenos de ternura, de amor, de...confianza. Entendió entonces que no podía mentirle. Inició a contarle todo, desde cuando no encontraron la llave, hasta lo que había pasado en su habitación. Ella inclinó la cabeza sonrojada durante esta última parte, parecía querer esconderse debajo de la cama. Omitió algunos detalles que eran especialmente vergonzosos, no quería hacerla sentir peor, y además tampoco quería sonrojarse.

Cuando terminó, se presentó un pequeño espacio de tiempo en el que ninguno de los dos dijo nada. Por primera vez en todo el tiempo que llevaban siendo novios, el silencio fue incómodo, y el aire se sentía pesado.

-¿Por qué no quisiste?- ella rompió el silencio, pero su voz sonó tan baja que Frank apenas pudo escucharla, aun así, no lo comprendió, es decir, entendió las palabras, pero no su significado.

-¿Qué?- preguntó él, en serio, no comprendía a qué se refería.

-¿Por qué no quisiste hacerlo?- repitió ella, esta vez su voz sonó más fuerte.

Crossing Roads - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora