And Suddenly, Hell rises up

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-Leo Valdez- dijo una voz aterciopelada- Es bueno verte de nuevo. ¿Me extrañaste?

El silencio se extendió por todo el lugar. Una chica con la piel tan blanca como la nieve y el cabello negro, se acercó caminando lentamente, con la gracia de una reina y el orgullo de una diosa. Su sonrisa era malvada, o al menos así la describiría Leo Valdez.

El latino miró a su amigo italiano suplicando por ayuda, no sabía que otra cosa hacer. Habría problemas, lo sabía, y no sabía cómo salir sano y salvo de esa situación. Nico le devolvió la mirada con una expresión que nunca antes le había dirigido, y por primera vez en todos los años que tenía de vivir con él, comprendió la palabra que él intentaba transmitirle: "Valor". Era como si le estuviera diciendo: "No hay nada que podamos hacer, solo no te acobardes y enfréntalo como hombre".

Leo tomó una respiración profunda y confió en su amigo. Nico tenía razón, él era un hombre, haría lo que tuviera que hacer, enfrentaría sus responsabilidades y daría la cara a lo que fuera que viniera. Miró hacia Quíone y le sostuvo la mirada, la chica se acercó aún más. No te acobardes Leo- pensaba- Enfréntala, hazle saber que no eres él chico de carácter débil que ella cree que eres.

-Quíone- dijo en voz alta, se enorgulleció al notar que su voz no salía temblorosa ni extremadamente aguda. Quería agregar algo más, sin embargo, no se le ocurría que decir. Probablemente Calipso lo mataría dijera lo que dijera. Abrió la boca para decir algo, lo que fuera, sin embargo no tuvo tiempo de decir ninguna otra palabra.

La chica que tanto daño le había causado hacía tanto tiempo, acortó el espacio que quedaba entre ellos, se sostuvo del cuello del chico y acabó con el espacio que existía entre sus rostros. Cuando los labios de Quíone rozaron los suyos, el tiempo se congeló. Su corazón quiso salirse de su pecho. No esperaba que ella lo besara, y definitivamente no esperaba que su propio cuerpo sintiera esa ansiedad.

Sabía que realmente no había pasado tanto tiempo desde la última vez que la vio, quizá un año, quizá menos, pero al tenerla tan cerca todo su cuerpo reaccionó de inmediato. La había amado tanto, ella había significado tanto para él, que ni su mente ni su cuerpo podían ignorarlo. ¿La seguía queriendo? ¿Ella lo seguía queriendo a él? ¿Estaba la respuesta oculta en esos labios fríos?

Sin embargo, no fue más que un rose, mucho menos que eso en realidad. Segundos después de que se diera el contacto inicial, los labios de Quíone fueron brutalmente separados de los suyos. La chica entera, de hecho, fue arrebatada de su lado con un rápido movimiento.

Ahora, Calipso la tenía agarrada del cabello y la zarandeaba como si fuera una maraca, mientras soltaba gritos, gruñidos y palabras inentendibles. Quíone también empezó a gritar y a patalear, rogando por ser liberada.

Leo se quedó completamente paralizado. Todos a su alrededor se quedaron paralizados durante los primeros segundos. Las chicas fueron las primeras en reaccionar e intentaron hacer que Calipso soltara a Quíone. Todo fue en vano. La mano de la castaña parecía haberse pegado al cabello de la pelinegra.

-¡Leo ayúdanos!- gritó Piper- Es tu novia has algo.

Pero ese era exactamente el problema. Sabía que Piper se estaba refiriendo a Calipso cuando dijo "novia" pero... ¿Y Quíone?

La pelinegra salió de su sorpresa inicial y decidió hacer ella también un movimiento. Sus manos se fueron hacia la cabeza de su oponente, a su cabello. Leo sabía que dentro de poco tendrían una pelea de dos divas en el lodo... Solo que sin lodo... Pero habría guerra. De repente, el infierno se había levantado en frente de sus ojos.

Los chicos no sabían que hacer, todos observaban como sus novias intentaban separar a las dos chicas. Piper halaba a Calipso hacia atrás, Hazel hacía lo mismo con Quíone, Annabeth intentaba meterse en medio para alejar a una de la otra. Sin embargo ambas eran fuertes, y con rabia, eran aun peor.

Crossing Roads - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora