Herederos

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Brisa

El amanecer no tardó en presentarse en aquel luminoso día. La Plaza del Aire, como de costumbre, estaba en completa calma, aunque había allí más personas de los que la visitaban usualmente y aun no llegaban todos los invitados. Era un lugar circular y muy amplio, utilizado para tratar temas de interés político, sin embargo, se respiraba calma estando ahí y todos escuchaban las palabras de quien hablaba, a la perfección, sin importar qué tan lejos estuviera uno del otro. Era parte de los beneficios que El Aire ofrecía: la voz de cada individuo solo se escuchaba cuando debía ser escuchada.

No era la primera vez que la Plaza del Aire tenía invitados, sin embargo, nunca antes se habían presentado representantes de todos los Reinos al mismo tiempo, como sucedería en esta ocasión.

Desde dos horas antes del amanecer, los Seres del Aire estaban preparados, a la espera de que los representantes de los otros reinos se acercaran al lugar.

-¿Es cierto que se aproxima una guerra Madre?- pregunto la princesa del Aire a la luz del amanecer- Se rumora que el hielo y el fuego están más enemistados que nunca. ¿Es por eso que se reunirán todos los reinos hoy?

-Querida hija mía- contestó la Reina Céfira con su acostumbrada voz paciente- Has estudiado cada día y cada noche, manejas al viento mejor que nadie, y tienes habilidades con las que muchos de nuestros hermanos no se atreven siquiera a soñar; pero aún no has aprendido la mejor lección de todas: todavía no escuchas la voz de La Luz.

- En serio me esfuerzo, madre, pero...

- No debes forzarlo, solo debes escuchar, y hasta que no aprendas a hacerlo no podrás comprender nada.

-¿Por qué me dices todo esto, cuando solo te he preguntado por los rumores?- preguntó la joven, en tono resentido.

-Porque si supieras escuchar a la luz, ya sabrías el motivo de nuestra reunión.

-¿Me dirás cuál es?

- No lo sé- contestó la Reina- Hay cosas que La Luz no nos comunica, sin embargo creí entender que tú lo sabrías.

-¿Por qué iba yo a saberlo? Como bien acabas de decirlo La Luz no habla conmigo.

-Hablas con rabia, querida, eso no te hará bien, pues terminarás por lastimarte a ti misma- la voz de la Reina se mantenía tranquila- Por otro lado, dije que tú te negabas a escuchar a La Luz, eso no quiere decir que no se comunique contigo. Ahora, guarda silencio, pues nuestros invitados están por llegar.

Tal como lo indicó la Reina Céfira, los representantes de La Tierra empezaron a acercarse. Se dividían en tres sectores, y cada sector contaba con su propio Gobernante; primero llegaron los Reyes del Metal, acompañados por su hijo heredero y diez de sus concejales; minutos más tarde, aparecieron los Reyes de la Flora, junto con la princesa y doce concejales; por último llegó el Rey de Animalia, quien traía consigo a sus dos hijos mayores y siete concejales.

Cada uno de los sectores, se colocaron en su respectivo lugar en el círculo de la reunión, y con una profunda reverencia saludaron a la Reina del Aire.

Pasados poco más de quince minutos los representantes del Agua y del Fuego se unieron al círculo; solo faltaba el Reino del Hielo.

Kaslane

El príncipe de Animalia se proponía conseguir un cambio radical en la reunión. Durante los últimos seis meses Kaslane no hacía más que preocuparse por los rumores acerca de la inminente guerra entre el Fuego y el Hielo. Todo empezó cuando el viejo topo Talpa salió de su cueva y comenzó a gritar frases sin sentido a los cuatro vientos. ¿Cuál era el problema? Que siempre que el viejo Talpa gritaba frases sin sentido a los cuatro vientos, estas terminaban por volverse realidad de una u otra forma. Eran una especie de profecías.

Crossing Roads - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora