C.34 Enfrentar.

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¿Yo te gusto?

Claro que sí, ¿cómo podía creer que besaría a cualquiera?, ni que fuera Amber, pero si Castiel no se calmaba y no le eran suficientes sus pequeñas demostraciones de sus sentimientos, no sabría qué hacer al respecto. No quería decirlo, si lo hacía, tendría muchos más problemas de los que tenía ahora.

Pero Nathaniel era débil, no podría rechazar a Castiel aunque éste le destrozara el corazón.

- ¿Por quién me tomas? -. Nathaniel se quitó las manos de Castiel de encima y se cruzó de brazos observandolo severamente mientras se mantenía en la entrada.- sí, me gustas. Adiós. -. Sólo dijo eso y se fue corriendo como la gallina que era dejando a Castiel más confundido que nunca.

Se pasó media hora viendo a la calle, analizando las pocas palabras de Nathaniel luego de su discurso malditamente largo y malditamente patético.

Sacó la idea principal: sus sentimientos eran correspondidos y Nathaniel había huido antes de que le dijera algo.

Castiel estaba feliz...
Y enojado.

Pero sobretodo feliz. Se sentía en paz, se sentía bien. Algo dentro de él crecía y lo llenaba sintiéndose en agua tibia. Era algo desconocido... y maravilloso.

¿Respecto a la huída de Nath? Ya no le importaba, al día siguiente no podría evitarlo, Nathaniel tendría que afrontar a Castiel tarde o temprano.

Entró a su casa para darle comida a Demonio, quien no se había despertado y seguía durmiendo en el sofá.

Pero no podía distraerse de las palabras de Nath. Esa respuesta, esa pobre y malditamente corta respuesta, era todo lo que pensaría hasta volver a verlo.

...

Nathaniel había llegado corriendo a casa, no pensó ni en tomar el bus, sólo corrió por 15 minutos hasta descansar en una banca cerca de su casa.

Su descanso no duró mucho al ver la hora. Eran pasadas las 8 de la tarde. No había tiempo.

Volvió a correr sintiendo su cara sonrojarse y comenzar a sudar.

Su padre lo esperaba sentado en la mesa con su esposa e hija. La mesa no estaba servida. Su padre tenía una mirada oscura y fría, no se veía molesto, pero lo estaba, mucho más que cualquier otro día.

Nathaniel quería salir corriendo, pero no podía empeorar las cosas, no quería saber de qué era capaz du padre.

Sintió un escalofrío recorrer su espalda, y caminó rápidamente a la cocina a preparar la cena.

Nunca había preparado la cena tan rápido, tuvo sumo cuidado en no olvidar nada, tenía tanto miedo.

La cena transcurrió tranquila, por suerte Nathaniel no había olvidado nada, Ámber se mantenía ocupada en su celular, y sus padres comían sin mirarse. No le preguntaron nada, como si no importara, como si él estuviera sólo para hacer las tareas del hogar. A Nathaniel le entristeció en un momento, pero con el paso del tiempo, esto pasó a ser algo normal.

Llegó el momento de recoger la mesa, sus padres se fueron a su habitación y Ámber se quedó sentada como si no se diera cuenta de que todos se habían ido.

Nathaniel terminó de lavar los platos y se fue con sigilo a su habitación, pero la puerta vieja sonó ruidosamente, delatando al instante lo que iba a hacer, incluso si se encerraba rápido.

Como temía, su padre salió de su habitación y se fue directo a la habitación de Nathaniel.

El hombre abrió la puerta mirándolo sin ninguna expresión...

Opuestamente iguales (Cdm yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora