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V A L


Mi noción del tiempo estaba distorsionada, de forma que el paso de este frente a mis ojos era por completo distinta a como debería ser.

Los dos meses que teníamos como fecha límite me parecían insuficientes, ya que a pesar de practicar evitando a toda costa el tener descansos aún había muchas cosas que mejorar en mis enfrentamientos. Las horas parecían a penas un minutos cada vez que recordaba que no solo la vida de Toby y los luchadores estaban en juego con la mía, si no que todos aquellos que habían colaborado con las ideas de este grupo, también morirían.

El restablecimiento de la salud de Toby había sido tan rápido, que a mí me resultaba increíble el hecho de que con tales heridas, dos semanas hubieran sido suficientes para que este pudiera moverse con total libertad.

Pero, si lo pensaba bien, quizá lo más probable era que de hecho, aún no se recuperaba de todo; pero como al no sentir dolor físico y ser tratado con las medicinas especiales que se poseían en escasez y estaban destinadas solo a personas de alto rango como él, para el castaño era suficiente que pudiera caminar por si solo y no abrir ninguna herida externa, para entrenarme personalmente.

Sin embargo, mientras él aún seguía en reposo, Jean me ayudó a mejorar mi condición y rendimiento con mero entrenamiento, que terminó de estimular la tonificación de los músculos de mis brazos, abdomen y muslos. Pero en cuanto confirmaron que la mayoría de las heridas ya estaban controladas, Toby remplazo a Jean, dejando a éste por completo a cargo de los luchadores y los preparativos de la revolución.

Los primeros días de entrenamiento intensivo con Toby terminaba tirada en algún sitio del pequeño cubo que teníamos en el gimnasio, jadeando y con algunas lágrimas de dolor debido a las palizas que el de ojos miel me daba. Pero conforme fueron pasando los días, cada vez podía resistir con más éxito; llegando al punto en que ambos quedábamos exhaustos y decidíamos dar por terminado el enfrentamiento en un empate.

Me sentía orgullosa de mí misma y lo hacía notar a los que me rodeaban. Y mi orgullo crecía todavía más cada tarde, cuando la noche caía y servían la única comida que tomábamos al día, ya que habían cortado el suministro de nuestros recursos desde el día en que había hablado el Operador y estábamos muy limitados en todo lo que consumíamos, pero eso no evitaba que cuando se daba el final de la jornada que iba a la mano con la comida, todos cantarán a una sola voz aquella canción que ahora se había vuelto en lo único en lo que pensaba mientras entrenaba.

Pero, Tobías siempre me hacía consumir cierta cantidad de alimento mayor que la del resto de una forma obligatoria, ya que siempre me repetía que si no lo hacía no soportaría el entrenamiento que estaba llevando a cabo. Quizá era su preocupación era que el entrenamiento no diera resultados si me encontraba mal alimentaba pero, intentaba pensar que a veces era una preocupación un poco mayor a esa.

Había noches en las que con solo tocar la almohada caía en un estado de inconsciencia total y otras en las que no podía pegar el ojo en las pocas horas que poseía de sueño debido al estrés en el que me encontraba. Me sentía ansiosa, pero también con miedo de lo que podía pasar allá dentro, las posibilidades si bien aumentaban a mi favor, aún se seguían inclinando en su mayoría hacia mis contrincantes y muy dentro de mí, tenía el temor de no salir viva del cubo.

Mis músculos comenzaban a marcarse en las distintas partes que más trabajábamos para darme resistencia y fuerza en el combate, dando una mejor apariencia de mi cuerpo aunque el hecho de poderlos conseguir había sido doloroso, porque en ocasiones el dolor era tanto que me debían administrar algún tranquilizante para poder soportarlo.

Radioactive   ✇Toval✇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora