2. "Sentirse en casa."

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Aquel evento no volvió a repetirse, afortunadamente. Pero sabían que tenían un plan B si la poción matalobos no funcionaba.
Las vacaciones siguieron transcurriendo normalmente. Una mañana, una lechuza mensajera le entregó una carta a Lupin, mientras los tres desayunaban.

Estimado señor Lupin:
Como sabrán, la final de los Mundiales de quidditch tendrá lugar el próximo lunes por la noche, y Arthur, mi marido, acaba de conseguir entradas de primera clase gracias a sus conocidos en el Departamento de Deportes y Juegos Mágicos. Espero que nos permita llevar a Maddie y Noa al partido, ya que es una oportunidad única en la vida. Hace treinta años que Gran Bretaña no es la anfitriona de la Copa y es extraordinariamente difícil conseguir una entrada, ya debe de saberlo. Nos encantaría que Maddie y Noa pudieran quedarse con nosotros lo que queda de vacaciones de verano y, si es necesario, acompañarlas al tren que las llevará de nuevo al colegio. Esperando ver pronto a las niñas, se despide cordialmente, Molly Weasley.

—¡Ay! —gritó Noa.

Acababa de pegarle en un lado de la cabeza lo que parecía ser una pelota de tenis pequeña, gris y cubierta de plumas. Noa se frotó con fuerza la zona dolorida al tiempo que Maddie intentaba descubrir qué era lo que la había golpeado, y vio una lechuza diminuta, lo bastante pequeña para ocultarla en la mano, que, como si fuera un cohete buscapiés, zumbaba sin parar por toda la habitación. Maddie se dio cuenta entonces de que la lechuza había dejado caer a sus pies una carta. Se inclinó para recogerla, reconoció la letra de Ron y abrió el sobre. Dentro había una nota escrita apresuradamente:

Chicas: ¡MI PADRE HA CONSEGUIDO LAS ENTRADAS! Irlanda contra Bulgaria, el lunes por la noche. Mi madre le ha escrito a Lupin para pedirle que les deje venir y quedarse. De todas maneras, he querido enviarles esta nota por medio de Pig. —Maddie reparó en el nombre «Pig», y luego observó a la diminuta lechuza que zumbaba dando vueltas alrededor de la lámpara del techo. Nunca había visto nada que se pareciera menos a un cerdo. Quizá no había entendido bien la letra de Ron. Siguió leyendo: —Pueden venir cuando quieran, pero avisen por favor. Hermione llega mañana por la tarde. Harry aún no responde, pero quieran los muggles o no, lo buscaremos el domingo. Percy ha comenzado a trabajar: en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional. Hasta pronto, Ron.

—Vaya, los Mundiales de Quidditch —murmuró Lupin—. Eso sí que debe ser costoso.

—¿Podemos ir? —preguntó Maddie—. Harry y Hermione también estarán allí. Y Cedric.

—No la pasamos mal contigo, tío, al contrario —espetó Noa—. Este ha sido uno de los mejores veranos de nuestras vidas. Pero es una oportunidad única, la señora Weasley tiene razón.

—Cuando éramos jovencitos como ustedes —recordó Lupin melancólicamente—, Sirius, James, Peter y yo fuimos a Escocia a ver uno de los Mundiales. Fue realmente emocionante y dudo alguna vez olvidarlo —A continuación suspiró:—. No estoy incumpliendo mis deberes como padrino al dejarlas ir, ¿no?

—¡Claro que no! —exclamó Noa—. Además, si vamos no tendrás que alimentar dos bocas más hasta el próximo año. Podrías trabajar un poco menos. Te ves cansado, tío.

—Sí, tal vez deberías tomarte vacaciones —agregó Maddie.

—Ya, ya, luego pensaré en eso —respondió Lupin—. Pueden ir, tan sólo con dos condiciones.

—¿Cuáles? —preguntaron ambas a coro.

—Maddie, tendrás que ayudarme a preparar suficiente poción matalobos —explicó—; o al menos explicarme cómo prepararla en tu ausencia. Y también quiero poder ir a verlas en la estación de trenes de King's Cross.

Pequeñas Black y el Caliz de Fuego {Libro IV-Harry Potter}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora