14. "Maldiciones imperdonables."

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Los dos días siguientes pasaron sin grandes incidentes, a menos que se cuente como tal el que Neville dejara que se fundiera su sexto caldero en clase de Pociones. El profesor Snape, que durante el verano parecía haber acumulado rencor en cantidades nunca antes conocidas, castigó a Neville a quedarse después de clase. Al final del castigo, Neville sufría un colapso nervioso, porque el profesor Snape lo había obligado a destripar un barril de sapos cornudos.

—Tú sabes por qué Snape está de tan mal humor, ¿verdad, Maddie? —dijo Ron, mientras observaban cómo Hermione enseñaba a Neville a llevar a cabo el encantamiento antigrasa para quitarse de las uñas los restos de tripa de sapo.

—Sí —respondió Maddie—. Por Moody.

Era comúnmente sabido que Snape ansiaba el puesto de profesor de Artes Oscuras, y era el cuarto año consecutivo que se le escapaba de las manos. Snape había odiado a los anteriores titulares de la asignatura y nunca se había esforzado en disimularlo. No obstante, parecía especialmente cauteloso a la hora de mostrar cualquier indicio patente de animosidad contra Ojoloco Moody. Desde luego, cada vez que Maddie los veía juntos (a la hora de las comidas, o cuando coincidían en los corredores), se llevaba la clara impresión de que Snape rehuía los ojos de Moody, tanto el mágico como el normal.

—Me parece que Snape le tiene algo de miedo, ¿no creen? —dijo Maddie, pensativa.

—Te imaginas que Moody convierte a Snape en un sapo cornudo —dijo Noa, con lágrimas de risa en los ojos— y lo hace botar por toda la mazmorra...?

Ron, Maddie, Harry y Noa estallaron en carcajadas. Noa vio a un grupo de chicas que conocía pasar por allí rápidamente.

—¡Hey! ¡Chicas!

Las cuatro se detuvieron.

—Hace mucho que no las veo —saludó Noa—. ¿Cómo están?

El grupo estaba compuesto por cuatro chicas que Noa había conocido en el Expreso de Hogwarts en primer año, con las cuales se llevaba muy bien: Luna Hood, Mickie Market y Sammantha Brooks, de Ravenclaw, y Valerie Harrison, de Hufflepuff, que en el último año había establecido una buena relación con Maddie gracias a su amistad con Cedric.

—Hey, Val —saludó Maddie—, chicas..

—Muy bien —dijo rápidamente Luna—, ¿podemos hablar después?

—¿Qué? —preguntó Noa—, ¿por qué?

—Está Neville —explicó Mickie.

—¿Pero tú y Neville no estaban saliendo? —preguntó Maddie a Luna.

—Ya, pero —explicó Luna—, lo dejamos en el verano. Y no lo he visto desde entonces y tampoco quiero verlo ahora ni que me vea.

—¿Por qué lo dejaron? —preguntó Noa.

—Porque a mí me molestaba que no me enviara cartas ni se molestara en verme al finalizar el curso —bufó Luna—. Así que fui a su casa y le dije que lo dejáramos.

—Pero, ¿y él qué te dijo?

—¡Que se le olvidó escribirme! —chilló Luna—. ¿Cómo se le puede olvidar escribirle a su novia?

—Neville se olvida de muchas cosas —dijo Maddie, pensativa.

—Como sea —gruñó Luna—. De todas formas ya lo había encontrado mirando a esa Ginny Weasley.

Pequeñas Black y el Caliz de Fuego {Libro IV-Harry Potter}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora