12. Morfina

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Domingo 24 de enero del 2016.

Manhattan, Nueva York.

Salí de mi casa algo tarde. Todo porque el niñero de Dalia no llegaba de sacar a los perros. Taz se soltó persiguiendo un gato hasta dos kilómetros de la casa.

No dejé que John me llevara, porque de nuevo iría de chismoso con Michael y no queremos un show hoy. 

Conduje lo más rápido que podía, por supuesto siendo muy cuidadosa en los altos y señales para evitar accidentes y dejé mi coche en el estacionamiento de las oficinas de la CIA, a un lado de lo que fue alguna vez el World Trade Center junto a las Torres Gemelas.

Con quince minutos de retraso, me di a la tarea de correr en tacones. Me daba un poco de pena porque por más que intentaba pasar desapercibida, los tacones sonaban demasiado en el piso de mármol y las personas me miraban de manera extraña. 

Llegando al elevador, me detuvo un guardia de seguridad.

-Disculpe, ¿Qué se le ofrece?- puso una mano delante mío.

-Soy _________ Williams. Vengo a ver al Director General, Henry Steele.

-Lo siento, pero el señor Steele no acepta ninguna visita.- dijo tomándome de los hombros para hacerme retroceder a la salida.

-¿Qué? No. El señor Steele me espera...- me resistí.

-Está bien George.- detrás de él apareció el agente Miller.- Déjala pasar. 

El guardia me soltó y me dejó pasar al elevador junto a él y dos hombres vestidos de traje negro. 

Dan miedo.

El elevador se pone en marcha, lo que hace que me maree un poco y me obligue a sostenerme de las paredes.

-¿Mareos?- me preguntó el agente Miller.

-Algo así. Gracias por lo del guardia.

-No es nada.- me sonrió.

Tiene ojos coquetos verdes grisáceos y cabello castaño que lo peina hacia atrás. Ya veo por qué a Paris le gusta tanto.

Cuando llegamos al punto más alto del edificio, me doy a la tarea de seguir al agente Miller por los pasillos donde hay mucha gente de aquí para allá muy ocupada frente a computadoras gigantes y con alta tecnología que me hacen sentir inexperta en estos asuntos.

-Por aquí.

Me guió hasta otro pasillo más largo que el anterior donde hay una puerta grande y la abre por mí, dejándome pasar. Es una oficina enorme con la cual siento que estoy en la biblioteca de mi casa. Está obscura y una chimenea adorna cálidamente el lugar suplantando la calefacción.

-Señor Donovan, la señorita Williams está aquí.- dice al hombre con barba blanca. Él enseguida levantó la mirada y sonrió hacia mí.

-Gracias Agente Miller, puede irse.- se levantó y caminó hacia mí.- Señorita Williams, que placer volver a verla.

Tomó mi mano y la besó. Su barba me hizo cosquillas, pero rascarme con mi ropa se vería muy mal.

-Hola señor. Lamento hacer esto pero tenía que verlo. Gracias por recibirme hoy.

-No es ninguna molestia señorita. Sabe que por usted, lo que sea.- me sonrió de nuevo.- Tome asiento, por favor.

Me senté en la silla frente a su escritorio y me acomodé la falda.

-¿Algo de beber?- ofreció.

-No, gracias. Estoy conduciendo.

El Presidente se paseó por su mini Bar, sirviéndose de un licor que parecía muy caro y se sentó frente a mí de nuevo. Hay un pequeño silencio de unos segundos que él no tarda en llenar.

4.5. Tiempo De Espera (intermedio de All That Matters)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora