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Una semana.

Una semana era el tiempo que ya había pasado desde que comenzaron a llevarse a Alec.
Magnus bajaba cada madrugada a su regreso y ahí, a la luz de la luna y los ojos de las estrellas besaba sus labios una y otra vez tratando de conseguir algún efecto de consuelo en el ojiazul, la noche los acojía entre sus oscuros y fríos mantos mientras juraba guardar su secreto y contar su historia en susurros inaudibles.

La historia del gerrero angelical  y el príncipe del infierno que se enamoraron.

Las marcas imborrables del cuerpo profanado del menor eran dolorosas y notorias, la costilla estaba mejorando; pero la actividad de trasladarlo una y otra vez a la fuerza en un auto totalmente cerrado al igual que a un preso no ayudaba; esa noche un hombre le había forzado a tocarlo y a dejarse marcar una y otra vez, sus clavículas marcadas estaban llenas de manchas violáceas y tenía la barbilla raspada debido a un beso que había evitado.

Magnus acariciaba su espalda mientras dejaba que el ojiazul soltara todo sus sentimientos convertidos en llanto humedeciendo la curvatura de su cuello; habían comenzado a darle de comer una vez al día y normalmente se trataba de comida fría o sobras al igual que a un animal; pero por supuesto que a la madrugada el moreno le llevaba agua tibia y golosinas.

Esa noche Alec no había querido tocar nada de lo que tenía frente a él, normalmente solo le besaban y marcaban llegando al punto máximo de frotarse impúdicamente contra él; pero esa noche le había hecho sentirse sucio y usado.

- Estoy aquí...- repetía esa frase una y otra vez, al parecer lograba calmarlo.

Alec se alejó y pasó el dorso de su mano cubierta por la chaqueta de Magnus por sus mejillas para secarlas, - Creo que...- Alec se alejó lo mas que pudo de Magnus y vació su estómago en un viejo contenedor que estaba en la oscura habitación.

Magnus se puso en pie y trató de acercarse, pero Alec levantó la palma de su mano en señal de que se detuviera, - No vengas, no quiero que me veas así...- lloraba mientras continuaba inclinado sobre el tanque, finalmente se alejó un poco antes de caer de rodillas y aplacar su llanto con sus manos.

Magnus lo abrazó por la espalda besando su sien, - No pasa nada, está bien...- Notaba el cansancio en ambos; pesándoles en los párpados y también en los brazos, en el caso de Alec, los cuales apenas tenían fuerza para tomar los brazos de Magnus al abrazarse, - ¿Quieres agua? - Alec asintió sintiendo como el calor corporal del moreno se alejaba de él unos segundos para volver con la botella grande de agua, primero enjuagó su boca y labó al rededor de esta, luego bebió solo un poco del líquido aunque Magnus insistiese en que podría deshidratarse por haber llorado.

- Es t-tarde, quizá deberías irte...- comenzó Alec.

- No hasta que tu estés dormido.

Se acostaron en el razgado y viejo colchón que había reemplazado al frío concreto del suelo y Alec se apegó al pecho de Magnus mientras este lo abrazaba y besaba su oscura cabellera, - Descanza Alexander...-

- Tu también - se sentía bien, el calor que Magnus emanaba envolvía su helado cuerpo y lo calmaba de los espasmos, también calentaba su corazón, el cual, si no fuera por que el moreno lo cuidaba y le daba esperanzas; hace ya mucho haría dejado de latir.  

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El primer destino marcado en el mapa indicaba su paradero actual, Denver, la ansiedad estaba matándolos, querían comenzar ya a buscar, Henry dijo que contactaría a parte de su equipo para que ayudaran, en el aeropuerto los esperaban, un hombre alto de cabello castaño y ojos verdes profundos junto a una chica; Jem pensó que era una acompañante, no había manera de que una chica baja, castaña y de apagados ojos humo pudiera tener una habilidad totalmente desarrollada con respecto a temas del FBI.

Vivir sin miedo [Malec]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora