♣24♣

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Sus ojos, sus ojos eran lo que mas dolor le causaba recordar, cada vez que cerraba los ojos lo podía volver a ver, la manera en que lo golpearon para llevárselo, el dolor en su garganta por gritar que lo soltaran y el dolor punzante en su pecho antes de que todo se volviera negro, antes de oír a su madre gritar y que su cuerpo se sintiera demasiado pesado como para sostenerse y cayera en los brazos de la mujer; luego todo era un oscuro agujero con memorias borrosas y lejanas de todo lo que le había sucedido en ese tienpo, los golpes y los besos, la sangre y las lágrimas y luego esa noche...aquella noche en la cual habían revelado su desmedido amor y sus mayores temores, esa noche donde se dijeron "te amo"...

La habitación totalmente blanca lo hizo cerrar los ojos a pocos segundos de haberlos mantenido abiertos, su cuerpo dolía, pero no mas que su corazón; el sonido constante de un "bip" le demostraba que aún seguía con vida aunque sintiera todo lo contrario por dentro, una válvula hacía que el suero entrara en su organismo y reparara lo que un mes de no comer mas que ciertas cosas y beber solo agua le hicieron.

Cuando finalmente los ojos no le ardieron al abrirlos, los mantuvo en ese estado posando su mirada en cada detalle del cuarto; primero notó que estaba solo, un mueble estaba vacío al lado de la puerta, había ciertas cosas reconocibles, como abrigos y bolsos.

Miró sus brazos sintiendo una punzada dolorosa en su abdomen bajo al notar como la bata blanca de manga corta resaltaba todos los cortes, moratones y llagas que habían en ellos.

Se removió arrepintiéndose al segundo de haberlo hecho, un dolor recorrió por completo su cuerpo partiendo del lado derecho de su torso; soltó un jadeo mientras se intentaba mover suavemente para volver a su posición inicial.

- ¿Alec? - el nombrado giró apenas la cabeza en dirección al llamado y posó sus ojos sobre la chica pelinegra que se asomaba por la puerta, - Oh ángel, despertaste...- murmuró sonriendo entrando en la habitación, - Has estado así dos días, nos diste un susto a todos - el oscuro cabello le recorría los hombros en cada movimiento que hacia apartando delicadamente los abrigos del sofá y sentándose en el espacio vacío que dejaron.

- En un momento llamaré al médico y cuando salgas, el psicólogo te ayudará con esto...- murmuró su hermana.

Alec trató de formar una palabra, mas el intento murió en su garganta; la tenía seca.

Vivir sin miedo [Malec]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora