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Narra Daniel.

Abro los ojos lentamente, comienzo a sentir un terrible dolor de cabeza y recuerdo todo lo que paso. Lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, yo no puedo tener ansiedad, simplemente no puedo, ¿Por qué me pasa esto a mi?

Me pongo de pie y rápido me doy cuenta que estoy en una habitación del centro de rehabilitación infantil, ¿Cómo llegue aquí? Caminó hasta la puerta de mi habitación y miro hacia fuera.

—¿Alguien? —gritó fuertemente.

Nadie me responde, pero por suerte puedo ver a alguien acercarse a mi habitación, la enfermera Kinney abre la puerta y entra.

—Daniel —susurra ella dándome un abrazo.

—¿Por qué estoy aquí? —le preguntó separándome de ella.

La enfermera Kinney me observa fijamente, luego toma asiento en mi pequeña cama y me señala que tome asiento junto a ella.

—¿Fue Isabel?, ¿Ella firmo la hoja? —vuelvo a preguntar.

La enfermera Kinney asiente con la cabeza, mientras agacha la mirada evitando verme a los ojos, yo tan sólo limpio algunas lágrimas que resbalan por mis mejillas.

—Tranquilo le dije a Martha que te cuidaría, tu no estas solo Daniel —menciona la enfermera.

La miró con confusión en el rostro, hace poco menos de un mes, ella trataba de separarme de mi familia, ahora que Progenito me separó de ella, la enfermera Kinney intenta ayudarme, esto si que es raro.

—Puedo verla, también quiero ver a Carlos, decirles que estaré bien —añado angustiado.

—Haré lo posible, ya lo verás —la enfermera Kinney se pone de pie y sale de mi habitación.

Yo me recuesto sobre la cama, mirando el feo techo y recordando a Adam y Nadia, ellos estuvieron conmigo en un centro de rehabilitación, ellos eran mis únicos amigos en este lugar, hasta que Progenito asesinó a Adam.

—Justo lo que quería, al fin estamos en este hermoso lugar —comenta Progenito saliendo desde abajo de la cama.

Lo miró con odio y me pongo de pie, caminó hasta la puerta y observó por la pequeña ventana en ella.

—Daniel, tu vida se acabo, tu mismo lo sabes —añade Progenito detrás de mi.

Volteó a verlo y asiento con la cabeza, él tiene razón, mi vida se acabo, Isabel hará lo posible para que nunca salga de aquí.

—Hola, ¿Cual es tu nombre? —preguntan desde la pequeña ventana en la puerta.

Salto del susto y Progenito se esfuma, miró a una pequeña niña por la ventana, ella a pesar de estar aquí tiene una sonrisa marcada en el rostro.

—Soy Daniel Foster ¿Y tu? —le preguntó, acercándome a ella.

—Evelyn Diaz, por lo que veo acabas de llegar —sonríe un poco.

—Si, por desgracia acabo de llegar.

Veo por la pequeña ventana y Evelyn se aleja de mi, pero luego regresa y me mira detenidamente.

—Hola, ¿Cual es tu nombre? —pregunta ella nuevamente.

La observo extrañado, ella tan sólo me observa con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Soy Daniel, ya te lo había dicho —le digo algo preocupado.

—No, claro que no, por lo que veo eres nuevo —añade Evelyn nuevamente.

Veo que se aleja, pero esta vez no regresa sino que sigue su camino lejos de mi habitación.

—Por lo que veo has conocido a la loca Evelyn —agregan desde la habitación de enfrente.

Miró detenidamente y logro ver a un chico como de mi edad, asiento con la cabeza respondiendo su pregunta.

—Acostúmbrate, ya que Evelyn sufre pérdida de memoria a corto plazo, lo único que logra recordar es su nombre —el chico sonríe.

—¿Cual es tu nombre? Se el de Evelyn, pero el tuyo no.

—Mi nombre es Marcos, y por lo que escuche tu eres Daniel Foster —comenta el chico.

—Mucho gusto Marcos —sonrió y regresó a mi cama.

Escucho pasos acercarse a mi habitación, por un momento creo que es Evelyn, pero descarto esa idea cuando la puerta se abre, por ella entra la enfermera Kinney.

—Martha y Carlos están aquí, quieren verte —comenta ella, con una sonrisa en el rostro.

—Muchas gracias —agrego dándole un leve abrazo, ya que no logro olvidar lo que trató de hacer para separarme de mi familia.

—Bueno sígueme Daniel —la enfermera Kinney sale de la habitación y yo la sigo.

Miró todo mi alrededor, puedo ver a Evelyn acercarse a mi y presentarse de nuevo, por tercera vez, yo le vuelvo a decir mi nombre y así la enfermera Kinney y yo entramos por una puerta.

Una gran sonrisa se forma en mi rostro al ver a Carlos y Martha frente a mi, acompañados de Nadia y Ángel.

—Están aquí —comentó acercándome a ellos.

Los cuatro nos unimos en un fuerte abrazo, el cual disfruto demasiado, lágrimas resbalan por mis mejillas y no puedo evitarlo.

—Daniel ya veras que pronto saldrás, no te rindas —agrega Carlos frunciendo el ceño.

—La enfermera Kinney cuidara de ti, estas en buenas manos —dice Martha tomándome del brazo.

—¿Recuerdas a Adam? —me pregunta Nadia angustiada.

Yo asiento con la cabeza y logro recordar cuando lo conocí, y por desgracia también cuando lo vi morir.

—Piensa como él, él no se rendía —Nadia me da un abrazo y luego se aleja un poco de mi.

—Yo lo único que puedo decirte es que... te estaremos esperando aquí afuera con mucho amor —Ángel sonríe y se coloca detrás de Martha.

Me despido de todos, ya que las visitas son cada semana, mucho tiempo sin verlos, pero tengo que soportarlo.

***

Caminó de un lado a otro en mi habitación, por mas que lo intento no puedo dormir y no creo poder.

—Relájate Daniel, todo está bien aquí —Progenito comenta comenzando a reír.

—Claro que no, nada esta bien y el único culpable de esto eres tu, hallaré la forma de desarme de ti, ya lo verás —le digo a Progenito muy enojado.

Él me toma del cuello y me tira al suelo, salta encima de mí y me observa con odio.

—Dilo de nuevo, dime que te desharás de mi —Progenito presiona mi cuello y empiezo a sentir la falta de aire.

—No quise decirlo, perdóname —susurró intentando respirar.

—Así se habla Danielito —Progenito se pone de pie y luego se esfuma.

Logró toser un poco, me pongo de pie y caminó con dificultad hacia la puerta. Suspiro hondo y miró la habitación de enfrente.

—¿Cómo logras dormir? —preguntó frunciendo el ceño.

Pasan los segundos, minutos e incluso horas y no recibo contestación alguna, todo parece indicar que soy el único despierto en este lugar.

—¿Cómo lograre dormir? —me preguntó a mi mismo.

—Piensa en tu familia, en los buenos recuerdos y así lograras dormir —me contestó a mi mismo.

—Suena lindo, eres un gran amigo Daniel —me sonrió a mi mismo.

—Lo se Daniel.

Una sonrisa se dibuja en mi mente, me pongo de pie y continuó caminando de un lado a otro en esta fea habitación.

No mires bajo tu cama 2 - El regreso de Progenito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora