Al día siguiente en la universidad noté a Peeta especialmente nervioso. En la hora del almuerzo no hizo otra cosa que recolocarse innecesariamente las gafas una y otra vez y moverse de su silla cada dos minutos. Incluso llegué a pensar que Marvel le había gastado una broma/putada de las suyas echándole pica pica en la silla. Negué con la cabeza en silencio, ¿qué se esperaba que hibamos a hacer el primer día?
Los chicos estaban cada uno a lo suyo, es decir, metiendose mano debajo de la mesa sin molestarse en disimular un poco. Eran únicos. Empecé a sonreir sola hasta que la puerta del comedor se abrió y entró Clove. Su simple presencia me bastaba para que mi nivel de mala hostia fuera peligroso. Aún no entendía por qué demonios me odiaba tanto.
Se creía un ser completamente superior al resto; se movía por el campus como si de una divinidad se tratase, como si fuera un regalo del cielo... idiotas. La muy zorra entró con su séquito de santurronas imbéciles. Sí, santurronas...oh, claro...se me pasaba un pequeño detalle. Clove, Gloss y Enobaria eran animadoras, populares...y habían hecho una estúpida promesa de virginidad. Las tres llevaban el anillo de promesa con el que juraban acabar vírgenes la carrera. De modo que eran estudiantes ejemplares, ciudadanas cívicas y solidarias – ja – y con unos valores que la mayoria de la juventid carecía y bla, bla, bla...Tamaña gilipollez, ¿y a mi qué me importaba si esas tres eran vírgenes? De todos modos, Gloss lo llevaba claro si era verdad lo de la promesa, con lo cabeza hueca que era iba a tardar una vida entera en acabar sus estudios...el pobre tío que se la folle necesitará un cortafríos para hacerse paso...
Como si me hubiera leído el pensamiento, la loca morena y chillona pasó por nuestra mesa para acercarse a mi.
- Chupa pollas – dijo bien alto para que todos lo oyeran.
Glimmer, como si tuviera un radar escondido, dejó de meter mano a Marvel en el acto. Se levantó y la miró desde arriba ya que le sacaba como diez centímetros de altura a la cotilla.
- ¿Qué has dicho? Es que no se...creo que no te he oído bien – dijo furiosa. Todos en la mesa nos enderezamos. Todos mirábamos la escena atónitos pero los Mellark más.
- Deja a la chismosa, Glimmer... no vale la pena – dije con indiferencia mientras bebía de mi zumo de frutas. Estaba tan acostumbrada a esas cosas, así que me la soplaba.
- Claro que la voy a dejar, pero sin pelo – dijo Glim dando un paso adelante.
- ¿Quieres pelear conmigo por decir las verdades? Todos sabemos que tu amiga es una zorra...sin ir más lejos ayer se la chupó a Brutus en su coche como la guarrilla que es...– oh… Brutus...te la has buscado...
- No se la chupé. Simplemente me le follé...ya le hubiera gustado, no te jode... – Marvel se rió por lo bajo – De todos modos, ¿a tí que mas te da? - pregunté con cansancio – Es mi cuerpo y es mi vida. ¿O es que estás tan amargada por no echar un polvo que tienes que meter esa operada nariz en todos lados?
- ¡Mi nariz no está operada! - chilló mientras se sobaba la nariz.
- Gloss – la llamó Clove – Vamos – y se marchó mirándome desafiante.
Tiré de la mano de Glim para que se sentara; conocía muy bien a mi amiga y la creía capaz de ir tras Gloss y arrancarle el implante o lo que quisiera que llevaba en la nariz. En nuestra mesa se hizo un silencio sepulcral, de esos que se cortan con cuchillo. Aunque era normal, era la primera vez que esto pasaba delante de los Mellark. Alcé la cabeza y los miré uno por uno. Nadie hablaba.
- Chicos – los llamé – No pasa nada.
- ¿Que no pasa nada? Te ha vuelto a insultar – espetó Finick con rabia.