Capítulo XI - Me ensuciaron

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Todo  termina ensuciándose, el aire respirado por otras personas, la ropa justo al ponértela, las manos después de un largo día, las ventanas, las mesas,  pero no solo las cosas terminan ensuciándose las personas también.

- Te quiero. - Dijo besándome el cuello. - Jean. - Masculló encima de mi piel, se me pusieron los pelos de punta. Hace unos dos meses que somos novios, es decir hace unos dos meses que me besa todos los días, todas las mañanas, a todas horas.

- Jean.
- Dime, dije abrazándolo más fuerte para sentir aún más su calor corporal.
- No deberías acostumbrarte a hacer esto aquí, estamos en medio del pasillo, si nos ven nos expulsarán, o peor nos colgarán en la plaza. Sabes que a ojos de la iglesia muestra relación es pecado.
- Sí, lo sé. - Me distancie de él, estaba indignado.

Hace unos meses yo era muy religioso, como todos los demás aquí, era uno más por lo que ni siquiera veía la posibilidad de que hubiera alguien que no creyera en la divinidad.
Pero me di cuenta que tenía fe, creía en eso porque me obligaron, me condicionaron, me sometieron a base de una larga educación religiosa, con un largo lavado de cerebro, años y años insistiendo en que existe una recompensa o un castigo dependiendo de si sigues las normas o no, me lo creí y durante muchos años. 
Como todos me lo comí, me comí esas normas, esas creencias, esas reglas de comportamiento, esas restricciones.
Me ensuciaron, ensuciaron mi mente con sus pensamientos, sus reglas, sus formas de vivir y sobretodo con sus dogmas, malditos dogmas.
Limpiaron toda lógica de mis conexiones neuronales y la sustituyeron por leyendas, mitos, analogías y sabiduría popular.
¿Qué podía hacer yo? Solo era un crío que queria ser aceptado en la sociedad.
Pero ahora ya soy una adulto ¿Qué pasa si no estoy de acuerdo? ¿Qué pasa si me rebelo? La respuesta ya la sabía: moriría. Si te revelas a sus dogmas mueres y encima mueres delante de todos para que cualquiera que comparta tu discrepancia se lo guarde, se calle y todo siga igual, año tras años, década tras década, centenar tras centenar.
Así es como los humanos mantenemos a cientos de personas bajo nuestros hilos de marioneta, patético.

Esos dogmas me estaban estropeando mi experiencia amorosa con Marco.
Quería ducharme con él, besarle siempre que se me antoje y sobretodo abrazarlo y decirle te quiero en el momento en el que lo siento y no guardarmelo.
Pero era imposible, a parte de mi vergüenza inusual las duchas eran compartidas, obviamente habían compartimentos pero podia passar por ahi cualquiera.

Vaya asco de sociedad.

- Marco. - Dije un largo rato después, ya estábamos llegando al patio donde entrenábamos, ya estaban todos allí esperando al instructor.
- Dime, me miró girando levemente su cabeza y sonriendome. Solo a mí  me sonríe sin ningún motivo, siempre solo porque soy yo. Me siento tan a gusto a su lado.
- ¿Qué hago si tengo ganas de besarte o abrazarte? - Se le escapó una pequeña risa que tapó con la mano.
- Te aguantas hasta que estemos a solas. - Eso ya lo sé pendejo, pensé.

Quiero saber qué hace él para aguantarse las ganas de besarme, de abrazarme, cómo lo controla, cómo consigue actuar tant distante.

Necesito saberlo, lo necesito.

Espera él nunca ha sido distante conmigo. Siempre ha sido cariñoso y cercano. Siempre ha actuado así.
Se me acercaba, me sonreía y se sentada tan cerca de mí que nuestros muslos se rozaban. Me abrazaba cuando lograba batir mi récord en alguna prueba, o simplemente cuando nos saludabamos.
Me ponía la mano en el hombro, me miraba fijamente y me animaba a correr lo más rápido que podia, a luchar con el retrasado de Eren o incluso a desistir de luchar con él.
Él siempre fue así es por eso que no le cuesta estar a mi lado como novios, no supone ningún cambio para el.
Sus sonrisas siempre estuvieron allí, sus caricias, sus abrazos, su apoyo, siempre me trato como alguien especial y yo no lo veo hasta ahora.

Así que era cierto que me amaba desde el principio.

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EN CUANDO PUEDA LO MEJORO.

Jean & MarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora