Capítulo II - Fue una noche difícil

2.4K 239 86
                                    

Nunca olvidaré ese día, se ha convertido en el día más preciado de todos los días que he vivido.
Es curioso, siempre pensé que el día más preciado sería alguno con mis padres pero terminó siendo este,... ¿Por qué tuvo que ser este? Es decir, fue el día más feliz de mi vida y durante mucho tiempo siempre que estaba triste, abatido o simplemente desanimado recordaba este momento con Marco y pasábamos horas y horas hablando de este día y de sus antecedentes pero ahora, después de lo ocurrido cuando recuerdo ese día en vez de ponerme feliz y levantarme el ánimo se me rompe el ánima hasta tal punto en que se me forma una bola de fuego entre mi corazón y mis sollozos.
Tengo una teoría sobre el origen de las bolas de fuego en la garganta algún día la explicaré.

Ya habíamos cenado y estábamos de camino a nuestras habitaciones para descansar de un duro día de entrenamiento y estudio. Marco, como siempre, me explicaba su día de camino y yo, como siempre, sólo asentía pero esta vez lo hacía con desinterés. Estaba pensando en cómo declararme. Creo que notó mi ausencia pero no dijo nada, típico de él el no obligar a nadie a escucharlo.

Cuando llegamos nos vestimos y nos dirigimos a las literas. Normalmente ahora nos pondríamos a discutir por quien duerme arriba y como de costumbre ganaría yo pero hoy no.
Me di cuenta de algo: quiero darle todo lo que quiere. Quiero darle toda la felicidad posible así que solo me dirigí a la litera de abajo y dije "Estoy cansado, no me importa dónde dormir, sólo quiero dormir."

Pero cuando estaba de camino a mi cama Marco me cogió de la muñeca y aturó mis pasos. "Me gustaría dormir abajo si no te importa, verás ya me he acostumbrado a dormir allí" esas fueron sus palabras. No pude decirle que no, en realidad no pude decirle nada porque me ofreció la sonrisa más bonita que ví nunca antes.
Simplemente no pude hablar, sabía que si lo hacía iba a tartamudear o a ser incomprensible así que solo subí las escaleras, cuando ya estábamos arropados pronuncié un tímido "gracias".

Mi cabeza no paraba, en vez de dejar de funcionar, y apagarse como digo yo, no dejaba de deambular de una idea a otra. Quería declararme pero tenía miedo de echar a perder nuestra amistad. ¡Maldito miedo! Me maldije mentalmente y me levanté pero otra idea me volvió a tumbar "si me dice que no, aunque sea amable y sigamos siendo amigos, no volverá a ser igual, me tendrá asco, miedo o cualquier otra cosa".
No sabía qué hacer. Quería decírselo pero el miedo me detenía como una piedra gigante en medio de un túnel.

Me termine durmiendo. Me levanté muchas veces de noche porque me pasé toda la noche soñando o más bien pesadillando, lo sé, esa palabra no existe pero debería.
En mi quinta pesadilla Marco se despertó, en realidad me dijo que se había despertado en todas mis anteriores pesadillas puesto que al parecer gritaba.
- ¿Te encuentras mal?
- ¿Eh?, no. ¿Porqué lo preguntas?
- Bueno, cuando uno esta enfermo suele soñar más de lo normal.
- E-estoy bien. Pero tengo mucha sed iré a beber agua.
Cuando volví Marco ya estaba dormido. Es normal hoy tuvimos un entrenamiento muy duro. Me quede observándolo, más bien me quede observando la silueta de cara, el sol aún no había ni empezado a asomarse.
- ¿Jean? ¿Te encuentras bien?
- E- em, s-sí. - Sabía que iba a tartamudear.
- Puedes dormir conmigo si tienes miedo. - Me sonroje, "que suerte que este de noche" pensé. La verdad es que quería dormir con él, tenía muchas ganas pero de nuevo una roca de vergüenza se interponía en mi camino.

Subí las escaleras para dormir en cama pero Marco me cogió de un pié.
- No tengo mucha fuerza, me duelen los brazos así que no puedo estar mucho más rato sosteniendo tu pie. Bájate ya. - En ese momento deseaba hacerlo, de verdad que deseaba hacerlo. Creo que mi deseo pudo con esa gran roca de vergüenza porque de manera inconsciente noté como mis pies estaban volviendo sobre sus pasos. En breve me ví tumbándome en el espacio que Marco había hecho para mí.

Me quede de lado, dando la espalda a Marco. Estaba avergonzado y nervioso. Notaba mi corazón por todo el cuerpo, incluso podía oírlo, "espero que él no pueda oírlo" pensé.
Estaba incómodo pero no quería moverme porque hacia mucho ruido, también intentaba ahorrar mis respiraciones porque notaba que respiraba muy fuerte,... En fin, lo que creía que me iba a gustar ahora estaba siendo un infierno de incomodidad. Para nada estaba disfrutando mi primera noche durmiendo juntos en la misma cama.

Pasaron unos minutos y empecé a oír unos leves ronquidos, no pude evitar reírme un poco. Él ya se había dormido. Intente ponerme cómodo y dormir así que me di la vuelta, al fin podía respirar bien, "no me extraña que los bebés duerman siempre boca arriba" pensé. Giré mi cabeza y ahí estaba la persona que ocupaba mis pensamientos, todo el día y cada día.
Me giré en su dirección y lo observe, ahora sí que estaba cómodo, verlo me tranquilizaba además su respiración lenta y constante me tranquilizaba aún más y su aliento me provocaba unos leves escalofríos que me encantaban.
Después de esto pensé "debo arriesgarme" y puse mi mano en su mejilla, "qué caliente esta", para luego despertarlo.
- Marco, Marco, despierta por favor, Marco. - Mmhh... ¿Que pasa?
- Na-nada, solo quería decirte algo importante.
- Te escucho. - Dijo bostezando, qué adorable. Yo estaba muy nervioso pero decidido.
- Te quiero, no perdón, más bien te amo y mucho. - Hice una leve pausa. - ¿Soy correspondido? - Su silencio me estaba torturando.

Jean & MarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora