Capitulo 1

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Narra Tyler.

"El cuerpo me pedía parar, ya no podía soportar tanto dolor.

—¡Necesito ayuda!—grité. —¡Ayúdenme maldita sea!—pedí. Seguí caminando con pasos lentos, arrastrándolos por el pavimento. La luna seguía brillando en su esplendor, como la única luz para encontrar auxilio. —Ayúdenme—susurré.

El dolor de mis músculos se intensifico.

—Por favor—supliqué susurrando. La ambulancia se detuvo enfrente de mi y me tire de rodillas dejando su cuerpo en el suelo. —Ayúdenla—pedí sin aliento.

Tres hombres salieron rápido del vehículo. Dos de ellos abrieron las puertas traseras y sacaron una camilla en la que la colocaron.

—¿Estas bien?—preguntó el tercer sujeto. Mis oídos se ensordecieron.

—¿Qué fue lo que pasó?—me cuestionó, dándome una sacudida. —Ayúdala—asentí.

—Súbanlo también—escuche que ordenó. Negué.

—¡No!, no—me negué. —Tienen que salvarla—supliqué. Los otros dos me tomaron por los hombros y me dejaron sentado a un lado de su cuerpo. La mire de nuevo.

La sangre aún estaba plasmada en su sien. Y el color púrpura se había intensificado en su mentón. Tome su mano con fuerza.

—Vas a estar bien—susurré en su oído. —Te lo prometo—asentí aunque ella no podía mirarme. —Y esto es una de las promesas que si se cumplen—aseguré.

El calor de mi cuerpo no producía alguna reacción en su mano helada.

—¿Por qué no despierta?—les cuestioné. No obtuve respuesta de ninguno de ellos.

—¿Por qué no me mira?—tragué saliva. El silencio perduro después.

—¿Por qué carajo no hacen algo?—exigí. Ninguno de ellos se atrevió a mirarme o responderme. Las lágrimas comenzaban a producirse en el rabillo de mis ojos.

—Respondan—grité, con el corazón reventándose dentro de mi.

Nada."

—Recuerdo cuando toda la impotencia que sentí al no poder ayudarte—le dije. —Estabas toda llena de moretones y... Creí que estabas muerta—sollocé en voz baja.

Acaricie su rostro. —Que estúpido fui al creer que podía vengarme contigo—hablé. La lágrima se desvaneció en mi pómulo.

—Perdóname—pedí. —Pero yo, yo no quería hacerte daño—susurré.

—Lo siento, mi amor—lloré, con el peor desconsuelo. —Lo siento por hacerte sufrir tanto, por ser tan idiota, por haberte abandonado cuando más me necesitabas—seguí.

—Y aunque no puedas responderme, espero que escuches que pongo mi corazón en tus manos. Que quisiera darte todo el amor que yo te quite...Y que yo también quiero una vida junto a ti—asentí. Tome su mano. —Que quiero que te cases conmigo—propuse.

La única respuesta fueron los latidos de vida en el monitor.

Mire el reloj, que marcaba que aún tenía media hora antes de que alguien viniera.

—¿Puedo contarte un secreto?—dije en voz baja. Sonreí e inhale fuerte los fluidos de mi nariz.

—Llevaba la cuenta de los días que pasaba sin verte ¿Sabes que llegaron a ser casi doscientos?—hablé —Que loco ¿no?—susurré.

Tres golpes desesperados en la puerta me estremecieron.

—La señora viene entrando al hospital—advirtió la enfermera. Asentí. —Gracias

Ella salió de nuevo. Limpie las lágrimas que se habían derramado sin querer.

—Te veré más tarde—me despedí de manera rápida. Y le di un leve beso en la frente. —Te amo—asentí.

El corazón se me partió, y por un simple segundo mientras caminaba, fue como si todo el mundo fuera de la habitación estuviese terminándose.

—¿Qué haces tú aquí?—escuche la desdeñosa voz de Martha. Levanté la cabeza.

—Traté de verla—respondí. Había tenido esta conversación cientos de veces.

—Los doctores no me dejaron pasar, si eso la hace más feliz—mentí. Ella me miro con odio, y tenía razón. Martha me paso por un lado, golpeando mi hombro.

—A mi también me duele no poder estar cerca de ella—comenté. A Martha le tomó un minuto girarse. —Tu dolor es mi ganancia, Tyler—asintió.

—No me hagas llamar a la policía—advirtió. Trague saliva. —Dígame que puedo hacer, o decir, para que tenga derecho a verla—pedí. Ella sonrió. —Por favor—continué.

—Aléjate—advirtió. —Y está vez no es como antes, en la que rompías su corazón y podías decirle palabras lindas y todo estaba arreglado. No. Esta vez es enserio, casi la matas. Y si no he hecho nada más es porque me da lástima tu soledad—escupió.

El estómago se me encogió.

—Perdóneme—le dije. Y salí de ahí. Evite sacar más lágrimas, porque sabía que las necesitaría esta noche para ver a ________. 

Olvidando El Amor Tyler Posey y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora