Capítulo 3

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Narra Tyler.

Toqué un ritmo rápido en el volante con la yema de mis dedos.

Eran más de las nueve de la noche pero no podía esperar más horas sin saber nada. Sin saber ¿Qué carajos le había pasado?

¿Ella estaba bien? ¿Despertó?.

Suspiré. —Vamos—me anime a mi mismo en un susurró. Tengo que enfrentar a Martha, tengo que meterle en la cabeza que yo también tengo derecho a verla.

Porque no sí quiera ella la ama tanto como yo.

Y cuando lo volví a pensar ya estaba a medio camino.

—Tyler, no puedes pasar—me dijo la enfermera de edad mediana. —Está vez no—le respondí. —La señora me prohibió dejarte pasar—me detuvo del antebrazo.

—Lo sé, no me interesa—le dije. Me zafé y camine otro cuarto más del pasillo.

—¡Tyler no!—me impuso con su voz deteniéndose delante de mi. Rodé los ojos.

—No vas a detenerme Jazzy—hablé. Ella negó entrecerrando los ojos.

—¿Qué no te es suficiente con lo que ya pasó?

Apreté los puños. —Este no es tu asunto

—Ella es mi mejor amiga

—¿Quieres que te diga lo que ella significa para mi?—reproché.

—Tú no mereces estar si quiera cerca de ella—me empujó. La sangre de mi cuerpo bajo de temperatura. Apreté la quijada con más fuerza.

—Vete de aquí antes de que despierte y le hagas más daño—empujo de nuevo. La histeria me corrompió.

—¡Déjame, maldita sea!—le grité. —¡Estoy cansado de que todo el mundo me miré como un monstruo!—mantuve el tono.

—¡Es porque lo eres! ¿Qué no ves?—señalo el fondo del pasillo. —Ella está ahí, por ti, porque en tu estúpida cabeza pudo caber la idea de que podrías cobrarte de alguien con ella. La única persona que te ha amado sabiendo la vida de mierda que tienes—me reclamó, bajando su tono de voz. —Y tú no podrías entenderlo, porque no sabes amarte ni a ti mismo—dio pequeños golpes con su dedo. Negué

—No vas a ser su rompe corazones de nuevo, Tyler—susurró. Negué.

—¡Yo no puedo ser su rompe corazones!—levanté el tono de voz.

—Porque mi corazón está roto—susurré. —¿No puedes ver eso? —sollocé. Los ojos de Jazzy se ablandaron. —Tengo el corazón roto, y nadie puede ver eso—reproché.

—Es como si todo el mundo estuviera frente a mi, viéndome, viendo cada error que cometo. Y cada uno está ahí, listo para reclamarme, para reprocharme. Para recordarme que yo merezco la vida de mierda y soledad que tengo. Y sé que estuve mal todo el tiempo, sé que todo esto fue mi culpa, sé que me equivoqué cientos de veces—susurré.

—Eso no cambia lo que hiciste—respondió.

—Yo nunca quise hacerle daño, jamás quise lastimarla. Yo la amo—le recordé. Sus ojos se cristalizaron. —¿Y qué vas a hacer si ella nunca despierta?—cuestionó con dolor en sus palabras. Mis ojos ardieron al pensarlo.

—No lo sé—sollocé. —No quise prepararme para eso, lo pensé muchas veces, pero esa es la última esperanza de vida... No me importa en que mundo vuelva a verla. Solo quiero estar con ella una vez más, sólo una vez más—sollocé. —Por favor, solo déjenme verla. Déjame cuidarla—rogué.

Vi como una lágrima se deslizó por su mejilla.

—Entra rápido, el doctor está ahí. Te avisare si Martha viene—dijo y giró su mirada a otro lado. Camine rápido, y abrí la puerta sin pedir permiso.

—¿Le permitieron el pase?—cuestionó el mismo doctor. Asentí.

—¿Cómo esta ella?—pregunté.

—Su cerebro responde a los estímulos de los medicamentos, fuera de eso. Sigue siendo un vegetal—respondió.

—¿Entonces ella puede escucharme?—esperancé. —Así es—asintió. Mi corazón palpito, y sonreí.

—Si aprieto su mano ¿ella puede apretar la mía también?—seguí. Pareciendo un idiota con esas preguntas. Esta vez, él arqueó las cejas. —Mira, sé que esto puede ser difícil. Su sistema neurológico reacciono, puede respirar por su cuenta, puede escuchar, puede llorar. Pero si su cerebro manda la orden a cualquier parte de su cuerpo, no va a funcionar. Porque su cerebro sirve, su cuerpo no—específico. Sentí un escalofrío.

—¿Entonces ella nunca va a despertar?—susurré, como última pregunta.

—Tal vez si, o tal vez no—contestó.

Apreté la mandíbula. —Si pasa algo, avíseme—despidió para luego salir.

La mire de nuevo, con la misma paz y serenidad. Y su cuerpo inmóvil a causa mía.

—¿Entonces puedes escucharme?—susurré. —Te amo—dije en voz baja.

Sonreí. —Soy un idiota, pero de eso de basa nuestra relación ¿recuerdas?—reí un poco.

—Pues no creo que a ella le convenga el trato—respondió una particular voz en mi espalda.

—Sobre todo si tú eres la recompensa—continuó.

—¿Qué demonios haces aquí?—le cuestioné. Él me sonrió. La sonrisa estúpida y problemática de Levi Morgan.

—Posey, yo vengo a diario. La pregunta real es ¿quién coño te dejo entrar a estas horas del día?—sonrió.

—No te le acerques—escupí. Su sonrisa se ensanchó. —No tienes nada por hacer aquí

—Por si no lo olvidas, los monstruos también tienen sentimientos, y si no mal recuerdo, ella no formaba parte de tu vida cuando decidiste arrojarla de un puente—reclamó.

—Yo no la arroje de un puente, tú lo hiciste así. Querías que yo muriera, y no importó que el amor de tu vida se fuera conmigo—reproché. —Además, a ella no le agradas tanto—hablé.

—Porque aún antes de caer por el puente, ella me eligió a mi. Siempre me va a amar a mi, siempre va a recordar las cosas que hicimos—recalqué.

Sus ojos se obscurecieron. Un mensaje repentino, hizo que ese hijo de puta dejara de mirarme. Él apretó la mandíbula aún viendo el teléfono.

—No deberías confiar tanto esas estupideces. O te has puesto a pensar ¿Crees que de verdad perdone que casi la asesines y la hayas tenido por meses en coma?

Salió ahí después de retorcer mi mente con esas palabras. La sudoración helada comenzó a esparcirse por mi nuca. A propagarse por pequeños golpeteos en el pecho.

Sentí la terrible desesperación de su consuelo

—Perdóname—susurré. —Por favor—pedí. Sólo necesitaba que me lo dijera.

—Despierta por favor. Eres la única ilusión de mi vida, no sabes la manera en la que te extraño. Extraño tus comentarios sarcásticos, tu sonrisa, extraño la manera en que acariciabas mi mejilla con tu dedo—acaricié su pulgar. —Y tus abrazos. Pero sobre todo extraño tus hermosos ojos, y sé que hice que muchas lágrimas salieran de ellos. Sé lo maldito idiota que soy contigo, porque no hay nadie en el mundo que te merezca. Pero yo puedo intentar ser una mejor persona—prometí. Asentí. La pesadez de mis párpados cayó sobre ellos tratando de cerrar mis ojos. Me recargue en el sofá de la pared.

La reacción del ataque de pánico.

Un segundo después estaba dormido.

"Holline bling" comenzó a sonar en mi teléfono.

—Carajo—hablé en voz baja y los busque a tientas tratando de callarlo.

El teléfono cayó al suelo.

—Mierda—me quejé mientras trataba de tomarlo y vi un banquillo en la lateral de la cama. Levanté la cabeza, y mi corazón salió disparado.

La cama de _______ estaba vacía.

Olvidando El Amor Tyler Posey y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora