Capítulo 17

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10 días antes.

BRITISH COLUMBIA, CANADÁ.

PDVSA Tyler.

Recuerdo despertar por mediados de la tarde, con el frasco naranja de antidepresivos medio vacío. Y la cabeza, y esta ya no me atormentaba tanto. Había tenido demasiadas lagunas mentales. Quiero suponer que es la autodefensa de mi cabeza para toda la presión, y no por la cantidad desmedida de antidepresivos que he ingerido.

Me levante de la cama, pero el sol no mostraba ningún rayo, aún en el ocaso.

Tome de nuevo mi teléfono, miles de mensajes se habían almacenado. Y Ryan, había dejado el último.

Con un solo "Amigo, tienes que volver. Las cosas no van bien por aquí"

Y otro con "Deberías ver lo que está pasando" "________, siempre me pregunta por ti"

Había una decena más de Jazzy: "Tyler, perdóname" "Te quiero demasiado" o cosas parecidas.

Eran las once con treinta minutos, y había pasado por lo menos veinte de esos dándome el valor para escuchar la respuesta de Bunny.

Cuando pulse su conversación y abrí sus mensajes, me di cuenta de que había pasado una hora y media dando vueltas.

"Vuelve" "¿Puedes darme el mejor regalo de cumpleaños? No me vuelvo más joven, Tyler"

Apreté la mandíbula.

Los mensajes de su parte se vieron pausados unos minutos antes de que enviará: "La amnésica tiene como rehén a tu corbata".

Una sonrisa ligera se formó en mi cara.

Sabía a lo que se refería, a que había recuperado su teléfono. A que había tratado de buscarme.

Que no había renunciado a mi.

Entonces escuche su mensaje de voz.

—Sé que puedes oírme, Tyler. Sé que has escuchado cada maldito quejido de mi vida asquerosa, así que no digas nada y solo ven. Ven a mi cena de cumpleaños, por favor. Todo será igual, lo prometo... Pero si no lo haces, sabré que... Que no vas a volver, y que debo dejarte en paz.

Mi corazón revoloteo. A la mierda.

Tome todas las cosas de la habitación y tire todas sobre una maleta que había comprado antes de cruzar la frontera. Extendí en el auto el traje negro de la fotografía para evitar causar algún otro maldito daño.

Mire el reloj, solo tenía diez putas horas para llegar hasta Nueva York. Y aunque eso era imposible, no podía dejarla que se diera por vencida.

En la segunda hora, tenía todos los ánimos de continuar, por qué, carajo, ella era el amor de mi vida.

En la quinta hora iba a darme por vencido. Porque sabía que la decepcionaría llegando tarde, pero maldita sea. Ella era el amor de mi vida.

En la octava hora había dejado atrás Ohio, y las esperanzas continuaban acelerando por las carreteras. Porque ella era el amor de vida.

En la novena hora, atorado en la mitad de Pensilvania sabía que aunque ella fuera el amor de mi vida, jamás llegaría a tiempo.

No conté las horas cuando entre en los límites de Nueva York, pero sabía que era tarde. Me detuve en uno de los jardines de las casas antes de su casa, y me había colocado en traje y la camisa blanca. Como en la foto. Porque quería que ella supiera que yo también la había echado de menos.

Y no me puse la corbata, porque también que quería que ella me la colocará.

Tome aire cuando me detuve en el jardín trasero de su casa. No debía entrar por la puerta delantera, porque corría el riesgo de que Martha me viera y me echara sin darme la oportunidad de explicarle lo que pasó. De nuevo.

Camine lentamente, evitando que cualquier persona sospechara de mi presencia.

Escuche el sonido lento y armonioso de los violines, pero cuando me acerqué lo suficiente, sentí como el corazón detuvo su bombardeo, y mis manos comenzaban a temblar.

Levi estaba de rodillas, y mantenía un anillo en su mano. No tenía idea de las malditas palabras que le había dicho para convencerla, pero ella cedió. La cabeza de _______ se movía de arriba a abajo mientras extendía su mano para que Levi le pusiera el anillo.

Mis piernas se quedaron inmovilizadas, obligándome a ver como la besaba y la abrazaba frente a mi, como un castigo de mi propio cuerpo.

Tenía los ojos bien abiertos, y sentí el ardor de una lagrima caer.

Y sonreí, cuando sus ojos se posaron en mi. Para hacerle saber que yo estaba bien con su decisión.

Entonces camine de regreso hasta mi auto. Porque, por Dios que ella era el amor de vida. Decir que mi corazón se estaba rompiendo, no era suficiente para expresar el dolor tan agudo que se había formado en el interior de mi pecho.

Solo quería irme, pero alejarme tampoco me quitaría el dolor. No sé mierda me estaba pasando, cómo había soportado dejarla ir.

—¡Tyler!

Me giré lentamente a ella, y no supe qué hacer. No sabía si tenía que besarla. Tan solo abrazarla.

Pero lo más sincero que pude decirle fue:

—Te amo.

Y el pecho golpeteo con fuerza al ver su sonrisa.

Olvidando El Amor Tyler Posey y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora