Yuuri Katsuki se encontraba sentado en el amplio sillón de cuero negro, Viktor reposaba tranquilamente en su regazo con los ojos cerrados y Makkachin estaba enrollado sobre el abdomen de ese poderoso vampiro. El azabache simplemente no podía evitar pensar que aquello era demasiado hermoso para ser cierto. De alguna manera, la ansiedad que había nacido en su corazón con anterioridad había desaparecido, se había esfumado como la nieve al caer el verano. Pero su mente se negaba a confiar en tan engañosa paz... ¿cómo podía volver a creer en la tranquilidad? Cuando más de una vez había sufrido al encontrarse con la realidad golpéandolo, arrancándole la vida de las manos como si no valiese nada... No, sencillamente no iba a confiar ciegamente en la luz que parecía haberse asomado al final del túnel.
De esa manera, si llegase a morir no sería tan doloroso y frustrante...
Sin embargo, cuando podía ver ese perfilado rostro dormir tan tranquilamente, le entraban deseos de querer vivir en ese mundo para siempre. En esa vida en la que el conde Nikiforov le pertenecía completamente y era amado de una manera tan sincera... cosas como esa, causaban que un intenso miedo se posesionara de su inocente corazón: ¿y si su muerte era inminente? ¿Viktor tendría que sufrir una vez más por él? No quería... la idea de que ese bello albino siguiera derramando lágrimas de frustración por su culpa, le causaba dificultad para respirar.
A pesar de que no estaba solo, se sentía en un mundo completamente aparte al del resto. Viktor pensaba que simplemente sobrevivir y superar al destino era tan fácil como convertirlo en un vampiro para la eternidad. No obstante, seguramente él terminaría muriendo antes de completar tal transformación. Había reglas que seguir al crear un neonato, y la primera era la necesidad de tiempo.
En el primer día, le darás de beber directamente de tu yugular.
El segundo día caerá rendido en una pesadilla de oscuridad.
Durante el tercer y cuarto día la pesadilla no tendrá fin.
Al sexto día el dolor empezara a aparecer.
Y en el séptimo día, el neonato puede o no despertar.
La vida para un vampiro recién creado no era tan fácil como lo querían hacer ver, después de todo, nuevas células devoraban y reemplazaban a las humanas, mutando a un organismo completamente. Justamente por eso llevaba su tiempo, tenía sus peligros y sus ventajas. Pero él no quería morir durante el proceso, no sabía cómo eso podría afectar eso a su habilidad mágica, y poner en riesgo su habilidad para reencontrarse con el vampiro a través de las tantas vidas, no era una opción.
Suspiró suavemente, bajando la mirada y encontrándose con esos claros orbes celestes abiertos de par en par. Sus mejillas inmediatamente recibieron la sangre que su corazón disparaba, cubriéndose con un adorable sonrojo—. ¿Te desperté? Lo siento —pronto unas manos frías tomaron sus mejillas con ternura. Era increíble, no importaba que las manos del albino estuviesen tan frías como el hielo, cuando lo tocaban... su corazón se llenaba de una calidez enorme.
—No, solo sentí que Yuuri estaba a punto de llorar y tuve que abrir mis ojos. Cuando estés conmigo no deberías pensar en nada más —lentamente atrajo ese sonrojado rostro hacia el suyo, besando esos dulces labios con suavidad. Jugueteó con su lengua cerca del labio inferior ajeno, y apenas el menor le dio acceso, la insertó en la cavidad ajena. No había manjar más dulce que Yuuri.
Su cuerpo respondía por inercia al del mayor, por eso simplemente juntó un poco más sus labios, dejando que la lengua ajena jugueteara tanto como quisiera con la suya. El movimiento, la sensación de ser succionado... todo su cuerpo era un desastre gracias a ese conde que no lo había dejado descansar hasta ese momento.
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Espejo Roto
FanfictionNo todos los cuentos de hadas tienen un final feliz, a veces la pareja principal no está bendecida para quedarse junta. ¿Serías capaz de esperar una eternidad por la persona que amas? En un mundo donde la humanidad odia lo diferente, donde la unió...