VI

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—Es porque eres la persona más importante en mi mundo, Vicchan. Quiero que poseas todo de mí y me tomes sin ningún remordimiento. Si es de ser envidiado por el mundo, no me importa. Siempre y cuando seas únicamente mío... Volveremos a encontrarnos en cada vida... Incluso si con eso el mundo se vuelve contra nosotros —murmuró Yuuri con sus orbes castaños teñidos por un intenso naranja. Su cabello estaba arreglado hacia atrás y sonreía ladinamente.

Yuuri había despertado en un sueño nuevamente, sabía que la persona que estaba allí era él mismo, con el Eros completamente activado. Pero ¿Qué era el Eros? Era esa la respuesta que su corazón estaba buscando con desesperación en esos momentos. Por eso se mantuvo atento, observando al albino arrodillado frente a su yo del pasado... Se dio cuenta que se encontraban en el enorme jardín de rosas azules de Viktor o por lo menos en el mismo paisaje.

Los enormes rosales se alzaban por encima de las cabezas de los presentes, cubiertos de flores que casi cubrían por completo el color verde de las hojas. Una brisa fuerte soplaba, moviendo tanto las gabardinas como los cabellos de su predecesor y del vampiro que seguía siendo su primer amor. Deseaba interrumpir y decirle al albino que no debía nunca bajar la cabeza ante él, pero era inútil. No podía ser más que un simple espectador durante sus visiones del pasado.

—Tú también eres lo más importante en mi mundo, Yuuri —desde el momento en que se había encontrado con ese hombre de cabellos azabaches, su destino había sido sellado. Se había enamorado del hechicero más fuerte del reino vecino, siendo él un conde que reinaba esa ciudad. Noche tras noche se reunía con el amor de su vida, pero ese día era especial, porque habían hecho una promesa sobre un reloj de bolsillo.

—Sería trágico para todos si no fuese de esa manera, Vicchan —murmuró melosamente mientras le hacía señas con el dedo para que se levantara, apenas estuvo de pie, se guindó a su cuello, aferrándose con suavidad a esa calidez que lo hacía sentir digno de estar vivo —. Ese espejo somos ambos, tú y yo... Si algún día es destruido, ya no podremos encontrarnos nunca más... Por eso debes asegurarte de cuidarlo mucho, te encargaré mi alma Viktor y mientras me ames... Yo volveré una y otra vez a ti, sin importar cuánto tiempo pase.

—No seas tonto, hablas como si fueses a morir —soltó una suave risa, antes de abrazar por la cintura a su amante y besar esos dulces labios. No se sorprendió al ser correspondido y suavemente se aferró a ese cuerpo más pequeño, que encajaba perfectamente en su pecho —. Vamos a estar juntos para siempre, Yuuri, te convertiré en un vampiro y con tu magia podrás darme el heredero que tanto quiero a tu lado ¿No es así?

Inevitablemente soltó una leve risa, claro que iba a morir, un antiguo árbol se lo había susurrado en sus sueños. E incluso cuando quería decirle a Viktor la verdad, no podía, no tenía la fuerza de destruir los sueños de ese hombre que le había dado tantas cosas en un periodo corto de tiempo. Cada día junto al albino era entretenido, divertido... Es más, rogaba para que nunca llegaran a su fin —Claro que sí, usaré cada parte de mí para darte lo que tanto necesitas, a cambio alimentaras tanto como puedas este cuerpo —murmuró, relamiéndose lentamente.

—Tú eros es tan fuerte como siempre, no quiero que nadie te vea en esta forma, me perteneces —tomó el mentón ajeno, y lo elevó con suavidad para tener acceso a su cuello. Sin dudarlo clavó sus colmillos en esa suave piel, encontrándose con su yugular sin problemas. El gemido que arrancó de la garganta de su amante, era la perfección hecha sonido.

—Ah~ Es por tu culpa Viktor... Mientras más amor me das mi magia se vuelve más y más incontrolable... Incluso a veces siento que Eros va a tomar mi cuerpo por completo —sus manos estaban completamente aferradas a los hombros ajenos e intentaba alejar sus caderas de su pareja sin resultado alguno. Sabía que su entrepierna estaba reaccionando completamente debido a esas lascivas atenciones, punzaba, dolía, recordaba que necesitaba del tacto ajeno sobre su cuerpo.

Espejo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora