Epílogo

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 "Si me hubiesen dicho que tendría que tomar esta elección definitivamente nunca lo hubiese hecho... Nunca hubiese dejado a Yuuri embarazado" Viktor Nikiforov caminaba de un lado a otro en su estudio, en las penumbras de ese vacío cuarto alguien se encontraba recargado a la pared. Una silueta de largos cabellos y ojos rasgados: Eros, el Dios que había marcado a su pareja como su heredero y que al mismo tiempo era el culpable de todo lo que allí ocurría.

—No podía hacerlo, Yuuri no lo deseaba en esos momentos —pudo vislumbrar claramente el dolor y la frustración en el rostro del albino que se mordía los labios con fuerza, parecía querer destruirlo. <<Lo siento, ni siquiera un vampiro de clase noble puede asesinar a un Dios>> pensó para sí.

— ¡¿Entonces por qué ahora?! ¡Yuuri apenas puede levantarse de la cama! Su embarazo lo está matando y yo no puedo hacer nada... —gruñó el de cabellos platinados con los ojos teñidos en rojo. Los meses desde el anuncio del embarazo de Yuuri habían pasado terriblemente rápido y ahora que la fecha se reducía a nada, la salud del azabache había desaparecido casi por completo.

—Ahora es el momento perfecto. ¿No has estado durante siglos intentando salvar a Yuuri? Solo debes decirle que los prefieres a él en lugar de tu hijo ¿No es una decisión fácil? —aquel tono burlesco era natural en él, y pareció surtir el efecto deseado, pues el conde Nikiforov salió echando humo por la puerta—. Lo siento, pero esto es todo lo que puedo hacer por ti.



Eros había abandonado casi por completo el cuerpo de Yuuri, solamente mantenía un mínimo de su alma en el cuerpo del japonés, permitiéndole vivir aunque su energía estuviese siendo absorbida por el bebé dentro de él. Los últimos meses el Dios se había estado reuniendo con otros, forjando un plan para salvar a su bendecido en esa vida. Fue así como había descubierto que no todos eran tan fieles a Zeus como lo había pensado en un inicio. Eso estaba bien, ya se encontraba listo para dejar libre a Yuuri.

Se deslizó entre las paredes del aburrido castillo hacia la habitación del Conde, en la enorme cama bajo una gruesa cobija se encontraba la razón de tanta preocupación: Yuuri Katsuki ardía en fiebre en esos momentos, y sin embargo le dedicó una sonrisa al Dios que velaba por él apenas entró.

— ¿Cómo te sientes? —lo vio asentir con levedad y no pudo evitar sentarse junto a él en la orilla de la cama. Eros no era más que una sombra de ojos rasgados y cabellos oscuros para el mundo mortal. Pero incluso con ese aspecto, Yuuri le dedicaba una sonrisa y parecía estar feliz de que estuviese allí—. Le dije a Viktor, lo tomó como esperábamos... El espejo va a romperse Yuuri, si mueres ya no podrás regresar a su lado.

—Sabía que no lo tomaría bien... pero no hay nada que escoger, está bien si él decide por sí mismo que quiere quedarse con nuestro hijo, yo ya he tomado esa decisión —acarició por debajo de la cálida manta su abultada pancita, esa nueva vida dentro de él estaba tan cerca de nacer que sus dolores eran cada vez más constantes—. Incluso si el espejo se rompe te aseguro que lo encontraré en caso de renacer.

—Has estado muy audaz los últimos meses, pero todavía podemos intentar que ambos se salven... No tiene que ser una despedida eterna, Yuuri, ten un poco más de fe en nosotros —el Dios sabía que las posibilidades eran realmente pobres, es más, estaba casi seguro de ese joven a su cuidado moriría, y sin embargo creía que Viktor podía ser capaz de originar un milagro con ese amor tan grande que parecía tenerle al menor.

—No me he dado por vencido —aseguró Yuuri mientras se incorporaba levemente y tomaba entre sus manos una de las rosas que se encontraba en el florero a su lado—. No puedo hacerlo o estaría menospreciando todo el sufrimiento de Viktor, mientras pueda seguir haciendo florecer este sentimiento... Estoy seguro de que un milagro ocurrirá para nosotros —cerró sus ojos, y un aura verduzca rodeó su cuerpo y por consecuencia la rosa azul que sostenía. La flor brotó, lanzando otro tallo y una nueva flor... una nueva raíz y un capullo.

Espejo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora