06

1.7K 130 2
                                    

-¿Te encuentras bien?

La preocupación en su tono de voz no se hizo esperar al ver a Tris con un gran moreton morado en la mejilla izquierda, provocado por una de las iniciadas momentos atrás.

-Si, si. No es nada grave.

Becca asintió no muy convencida; le habían dado una gran golpiza en su primer combate cuerpo a cuerpo y ella estaba obligada a simplemente observar como perdía la lucha fácilmente. Pues Tris no era muy buena en la defensa corporal.

-Mira el lado bueno, estas viva -bromeó Cristina intentando aligerar el ambiente. Becca soltó una pequeña risita para seguirle el juego y Tris no tardó en imitarla.

La rubia retiró el hielo momentáneamente de su mejilla al notar como los demás se acercaban a la posición de Eric, quien yacía a un lado de un holograma y con la atención de todos sobre el.

-Bien, esto -empezó, tocando un botón que lograba encender el aparato tecnológico y mostrar una serie de nombres de los cuales Becca apenas conocía. Entre ellos pudo distinguir el suyo-, es su vida. Serán clasificados al mismo tiempo que los nacidos en osadía, pero por diferentes lados. Si están por encima de la línea es que van bien, si están por debajo, ya saben lo que les espera.

Y sin desvelar mucho más los dejó allí para que vieran en el estado en que se encontraban. No parecía importarle realmente, era como si solo hiciera su trabajo de informar.

La delgada línea separaba a los nombres que estaban en rojo (es decir, en peligro) y a los que estaban en blanco (salvado). Identificó su nombre, Becca, por encima de aquella línea mortal y suspiró con una mezcla de orgullo y alivio.

Tris no tuvo tanta suerte; la pobre iba en la última posición y si en verdad quería un lugar allí, debía esforzarse.

[..]

-Venga, Tris. No te deprimas, podrás hacerlo.

La susodicha no parecía muy animada dada su clasificación, y Becca tenía una pequeña idea sobre como podría llegar a quitarle el malhumor.

-Ya se. Vayamos a una pequeña fiesta, tatuense, beban, da igual. Solo quitemonos el malhumor y disfrutemos un rato, ¿Os parece?

Cristina vio sus intenciones y aceptó, tentada por la idea también.

-Si, venga, y no acepto un no por respuesta.

-Vale -fue lo único que murmuró como respuesta la rubia.

Al y Will se sumaron a la salida y minutos más tarde se hallaban en un club que organizaba la facción misma para matar el aburrimiento un rato.

La mayoría de las personas tenían pintas muy peculiares y llamativas, bailando en el centro de la pista. En especial aquel barman que había fichado desde la entrada del bar.

Su cabello azuladi y alborotado y sus ojos jayde junto a una brillante sonrisa le invitaba desde lejos a tomar algo ni bien ingresó al lugar. Llevaba un piercing en el labio y la verdad le sentaba de maravilla.

Demonios, es perfectamente sexi.

Se decidió a alejarse un rato del grupo, después de todo, no iban a perderse por andar un rato solos.

-Hola, guapa. ¿Qué te sirvo? -el chico de cerca era aún más fascinante y parecía llevarle unos dos o tres años.

Relamió sus labios seductoramente antes de abrir su boca y seguirle en coqueteo. Sin embargo, una voz interrumpió su habla.

-Ella solo tomará una gaseosa, gracias -la dura voz incitó al muchacho a alejarse de la chica.

El par de ojos miró al miembro indeseado interrumpir el coqueteo algo fastidiados. El barman asintió poco convencido y se dirigió a la otra punta para hacerle la bebida.

-¿Qué piensas que haces?

-Evito que Eric te de un castigo por lo irresponsable que eres.

Rió con sarcasmo, observando como el jóven detrás de la barra se acercaba nuevamente para ofrecerle un vaso con coca. Notó que éste le guiñó el ojo antes de volver a su labor y atender a demás clientes. Enseguida supo porqué; junto al vaso había dejado discretamente una servilleta con un horario. Suspuso que era su horario de entrada y salida del trabajo.

-¿Irresponsable?

-¿Piensas beber hasta la borrachera?

-Impresionante que te preocupes ahora -estaba por guardarse aquella servilleta blanca, pero Cuatro fue más rápido y se lo quitó de las manos para luego hacerlo una bolita y tirarlo al tacho que se encontraba a su lado-. ¡Oye! ¿Podrías dejar de meterte en donde no te llaman? No necesito un guardaespaldas propio, y mucho menos a ti.

-No me hables así.

Bufó entre dientes. Ninguno de los dos tenía la suficiente paciencia para llevarse bien, por como estaban las cosas ahora. Y ella ya comenzaba s hartarse de su actitud tan sobreprotectora aún cuando sabía que éste no tenía ningún derecho de hablarle así. Era tan tarde para actuar de esa forma que le asqueaba ver como intentaba charlar con ella casualmente, como si tuvieran la misma confianza que cuando eran niños. ¿Cómo podía siquiera verla a la cara luego de lo que hizo?

-¿O qué?, ¿Vas a golpearme?, ¿Castigarme? Puedo con ello, me he acostumbrado.

Sus indirectas eran tan claras que le sorprendía su reacción tan tranquila mientras pronunciaba esas palabra, al igual que su pensamiento sobre golpearla. Él no era capaz de eso, y ella lo sabía.

-¿Pero qué dices? Soy tu hermano, no haría eso.

De un único sorbo se dispuso a beber el contenido del vaso para dejarla completamente vacía. Seguidamente se paró, dispuesta a irse, pero no sin antes susurrarle un par de palabras.

-¿Mi hermano? Ni lo digas, para mí él desapareció hace dos años. Tú.. No sé quien eres, ni de lo que eres capaz.

Ambos se miraron por unos segundos y luego simplemente desviaron sus miradas, como si apenas se conocieran. Si en algo estaban de acuerdo, era que no querian reconocer públicamente su lazo sanguíneo, cada uno por diferentes razones.

Luego de eso simplemente se dirigió a la salida, ambos compartiendo un dolor de los cuales solo ellos eran capaces de entender.

Divergente [Peter Hayes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora