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—Estúpido Peter —murmuró, cabizbaja.

Sus pies resonaban por todo el pasillo mientras su mente divaga en las palabras pronunciadas por Peter. Claro que había estado al tanto de las noticias, pero siempre fue de ignorar los problemas o huir de ellos.

Una cobarde, habría dicho su padre.

Se dejó de hacer tanto lío en la cabezs; después de todo, las cosas que pasaran fuera de Osadía ya no eran de su incumbencia.

Restregó sus manos, en las cuales ya llevaba unas vendas para cubrirlas y evitar hacerse más moretones durante el entrenamiento. Había recogido su cabello para que éste no molestara en su visión y llevaba puesto la vestimenta de siempre: pantalones negros y top para estar más cómoda y evitar sudar tanto.

Llegó a la sala y la mayoría ya se encontraba allí, algunos practicando o simplemente aprovechando la ausencia de Eric para charlar entre ellos mientras podían. Aunque Tobias ya estaba allí, no parecía importarle realmente lo que hicieran los demás; ya era cosa de ellos si querían pasar las pruebas o no.

Se posicionó en el lugar donde siempre practicaba y que, desafortunadamente, estaba a un par de metros de Cuatro. Se maldijo interiormente por ello y se dispuso a hacer como si él no existiera. Pero lo que más le fastidió fue el darse cuenta que él hacía un mejor trabajo que ella.

—Enana —una voz le interrumpió los pensamientos y de alguna forma también llamó la atención de Cuatro, solo que éste fue disimulado al escuchar.

—¿Qué quieres Peter?

—Oh, nada. Solo saber dónde estabas.

Arqueó la ceja, dándole un último golpe al saco para luego darse el lujo de mirarlo. Una sonrisa socarrona se abría paso en sus labios y supo por ello que el muchacho no planeaba quedarse tranquilo.

—¿Para qué?

—No lo sé —se encogió de hombros, apoyándose en una de las columnas que sostenían el techo de la edificación—. Desapareciste en cuanto mencioné al consejo.

Se tensó levemente al oírle y supo enseguida el qué hacía allí. O trataba de sacarle información porque era todo un cotilla o simplemente quería ser la irritación en persona.

No se dejó intimidar y se obligó a relajar los músculos y recuperar la compostura.

—Tengo cosas más importantes que hacer que escuchar tus palabrerías baratas — y con una media sonrisa se dedicó a volver a su trabajo. Extrañamente, se sentía un poco más hostil.

—¿Eso significa que es cierto? —preguntó nuevamente queriendo molestarla.

Cuatro apretó levemente la mandíbula para no mandarlo a tomar por saco. Estaba haciendo un gran esfuerzo por no ir a defenderla, pero sabía que sí lo hacía, su hermana no lo querría ver ni en figura. Suficiente tenía con ni siquiera dirigirle la mirada.

—No deberías hablar de lo que no sabes —terminó por decir ella, golpeando aún más fuerte el saco.

Deseaba tanto en esos momentos que su saco fuera Peter. Quedaría satisfecha con tan solo golpearlo un poco.

—Claro.. —se calló por unos segundos y por un momento pensó que eso había sido todo—. ¿Sabes? Me he estado preguntando, ¿Cómo te has hecho eso? —señaló una parte su abdomen.

En él, justo al lado del ombligo tenía una fina y precisa línea cicatrizada. Cuatro miró de soslayo para saber a qué se refería y se quedó sin aliento por unos segundos, desviando su vista enseguida para no parecer tan obvio. Cierta pena lo invadió pensando que aquello debía ser obra de su padre.

—Ah, eso —aquello no se lo esperó, pero no se permitió perder los estribos—. Intenté a ayudar a un Sin Facción y éste se puso demasiado a la defensiva. Tenía un vidrio roto en la mano y ya verás como terminó —finalizó con una pequeña sonrisa.

Cuatro sabía que eso no era cierto, podía identificar a la perfección cuando su hermana mentía y eso era cuando se mantenía demasiado tranquila.

Peter tampoco le creía en cierto modo, pero no tenía cómo justificar eso. Al fin y al cabo, su argumento era lógico y él no podía contradecirle.

—¡Peter!, ¡Tris!, ¡A pelear! —Eric sorprendió a todos con su llegada y algunos hasta soltaron una exclamación por su repentina presencia.

Los nombrados intercambiaron una mirada desde lejos para identificarse uno a otro.

—¿Vas a desearme suerte? —el muchacho frente a ella se acercó rápidamente a ella, molestándola.

Becca no dudó ni dos segundos en empujarlo por el pecho y alejarlo de ella.

—Ni que fueras mi amigo.

—¿Ah, no?, ¿Y qué soy?

Ella mostró una media sonrisa sin gracia y le mostró su dedo del medio.

—Vete a la mierda, Peter —seguidamente observó como éste subía a la pequeña zona de lucha y se preparaba, adquiriendo más seriedad pero sin dejar de lado un deje de diversión.

Estaba claro que disfrutaba molestarla.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2017 ⏰

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Divergente [Peter Hayes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora