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Apuntó, concentrada en el blanco, y finalmente estrelló con fuerza el cuchillo.

Suspiró frustrada. El cuchillo por poco y se enterraba en la cabeza, tan solo habia fallado por unos pocos centímetros. Realizó el mismo procedimiento que con el anterior y, como resultado, había conseguido darle en el pecho..

..

..

Bueno, en realidad, unos centímetros a la derecha y habría acertado justo en el corazón.

—Anda mira, hemos encontrado algo en lo que no eres tan buena.

A ella, particularmente el tiro de cuchillos no le iba tan bien como en lo demás y le estresaba en cierto modo al saber que su hermano también influía en su poca concentración. Éste apenas le había dirigido la palabra en los últimos tres días y se sentía totalmente perdida por la distancia que mantenía.

—Anda, calla —le reclamó, conteniéndose a gritar—. Al menos me va mejor que a Al —susurró a Christina con una risita.

Al era pésimo en esa sección, no le daba ni uno. Literalmente, todos sus cuchillos chocaban inútilmente contra el metal de la pared e iban directo al suelo.

—Pobre.. Bueno, Tris, tú sí eres realmente buena en esto —y era cierto. Ella acertaba a todo el blanco que establecía, lo que le provocó cierta envidia.

Ésta sonrió con algo de orgullo mientras volvía a centrarse en su entrenamiento.

Eric observaba con precaución los aciertos y fallos de todos allí. Paró en seco al ver como Al fallaba el décimo tiro, los cuchillos en el suelo, ni uno solo se había enterrado en el objetivo indicado.

Era un desastre.

—Que patético —dijo con simpleza Eric y con un tono de burla.

—Se me ha resbalado —se excusó éste al sentir las miradas sobre él.

—Ve a cogerlos.

Al quedó quieto por unos segundos, creyendo que había oído mal, pero al ver que su líder no cambiaba de opinión, se dirigió a él con un tono algo incrédulo. Tampoco quería pasarse y terminar poniéndolo de malhumor.

—...¿Con todos lanzando?

—¿Te da miedo?

Oh-oh. Una pequeña alarma resonó en la cabeza de Becca, sabiendo que si la respuesta era afirmativa terminaría dándoles otra lección y con Al como ejemplo.

—A que me claven un cuchillo, sí.

—Parad de lanzar —se apresuró a decir Eric, como si sintiera alguna clase de emoción—. Ponte en el blanco.

Algunos se sorprendieron y otros ya se lo habían venido ver, como Becca. El silencio se extendió por todo el lugar con un muy confuso Al siendo el centro de atención.

—¿Qué..?

—Lo que haz oído, ponte en frente del blanco.

Al se posicionó vacilante justo frente al blanco, como le ordenó, y sintió un leve tembleque en todo el cuerpo; tenía miedo, ¿cómo no?

—Cuatro, ayúdame.

Éste cogió un par de cuchillas que yacían sobre una mesa, sabiendo lo que tramaba Eric. Ya estaba por lanzar uno y pudo apreciar como el chico frente al blanco cerraba los ojos para evitar ver donde terminaba postrado el filo.

Sin embargo, y antes de que pudiera abrir la boca, Tris habló, cortando con el rollo ese.

—Estar frente a un blanco no significa nada.

—Entonces te será fácil tomar su lugar.

Pudo presenciar como Al volvía a respirar e intercambiaba lugares con la chica rubia, brindándole una mirada agradecida.

Cuatro parecía totalmente desconcertado por ello y su actitud ahora era menos agresiva a diferencia que con el otro muchacho. Becca arqueó la ceja al notar que éste no parecía muy dispuesto a lastimarla, pero sabia que éste no podía retractarse ya que eso lo dejaría ver como otro cobarde más.

—Empieza.

El primer cuchillo se clavó por encima del hombro izquierdo de la rubia. Ésta apenas se había percatado para cuando tenía el siguiente postrado a centímetros arriba de su cabeza. El tercer y último se enterró a un lado de su oreja, tan cerca que logró hacerle un corte considerable aunque no era tan grave. Ella se llevó la mano hacia la zona afectada, incrédula de que él hubiera sido capaz de herirla aún después de haberle dado tantos consejos y ayudas.

—Ganas puntos por valentía —dijo Eric al finalizar—, pero los pierdes por haber abierto la boca. Tened cuidado, aquí se entrenan osados, no rebeldes —finalizó y luego de eso todos los presentes se fueron directo a la habitación que compartían.

Tris se paró a hablar un momento con Cuatro, pero Becca no hizo más que mirarlo y notar como éste hacia un esfuerzo por ignorarla. Volver al cuarto lleno de murmullos adolescentes era lo que menos quería en esos momentos.

Una idea brotó en su mente y se preguntó si tal vez podía ocupar su tiempo libre en otras cosas..

Divergente [Peter Hayes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora