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Sus pasos resonaban a lo largo del pasillo de estética azul. Acababa de salir del entrenamiento de tiros y no le iba mal, para ser una principiante que recién tocaba un arma por primera vez en su vida.

Les habían dado descanso de media hora, por lo que le apetecía ir al bar. No para beber algo, sino porque tenía ganas de hacerse un tatuaje y porque sabía que, de alguna forma, aquello fastidiaría a Tobias. Además, tampoco estaría de más hacerle una visita rápida al guapo barman.

Su coleta de caballo se mecía con cada paso que avanzaba. Sin embargo, unos pasos más apresurados y en conjunto se acercaban en su dirección. A un costado de ella yacía una especie de base de control en el cual habían dos guardias dispuestos a custodiar la puerta.

La vestimenta azul marino le era inolvidable e hizo un intento de agachar su cabeza para evitar ser reconocida y tener que comerse una conversación con esa gentuza.

Por el frente, venía en la cabeza una mujer de cabellera rubia inconfundible junto con otros dos hombres de erudición siguiéndole el paso por unos metros más atras, como di éstos quisieran respetar su espacio.

Todo parecía ir bien, hasta que..

—¡Rebecca!

La elegante voz de Jeanine llamó su nombre, logrando que ambas pararan en seco sus pasos para luego mirarse.

—Becca —se corrigió.

—Claro, Becca, un placer volver a verte —ésta se acercó hasta ella, dejando a sus hombres atrás y estirando su mano en forma de saludo.

La observó por unos instantes y se obligó a sonreír para mantener la calma y no entregarse a los nervios.

—Lo mismo digo, Jeanine —se decidió a estrechar su mano para no quedar en mal lugar.

—Espero que estés disfrutando de la estancia aquí.

Sus manos se soltaron y Becca agradeció eso, porque de lo contrario, hubiera comenzado a sudar.

—Créame cuando le digo que sí lo hago.

Jeanine mostró sus dientes blancos por unos segundos antes de volver sus labios a una fina línea.

—¿Sabes? He tenido la oportunidad de ver tus resultados.

Los nervios aumentaron pero se obligó a mantener una compostura firme si no quería parecer sospechosa o culpable de algo. No debía delatarse o para ls próxima estaría muerta.

—¿Ah, si?

—Si.. Me alegra saber que hayas elegido a tu eleccion.. Y entiendo que no quisieras volver a abnegación y ver a Marcus después de todo.

Ella se dispuso a asentir, no dejando ver lo confundida que estaba ante sus palabras. Algunas dudas se instalaron en su mente, dudas con las cuales por el momento no tenía respuestas a menos que se juntara con esa persona..

—Con respecto a eso.. Tu padre la ha estado pasando mal..

—Con todo respeto —le cortó ella con seriedad, adquiriendo una postura tan seria que hasta ella misma logró sorprenderse—, no me importa realmente como está.

La mujer asintió, estando de acuerdo con su desición y respetandola. De alguna forma, ella estaba al tanto de los maltratos que sufría a manos de su padre.

—Claro. Facción antes que sangre —sonrió y se dio la media vuelta—. Ah, por cierto, si necesitas algo, tan solo debes pedirmelo —le brindó una última sonrisa antes de desaparecer por la puerta de la base.

Exhaló aliviada, dejando salir todo el aire acumulado en sus pulmones por la presión que había sentido momentos atrás. Comenzó a caminar de vuelta en dirección, pensando en aquel favor que le ofrecía libremente la directora. Tal vez podría aprovecharse de eso para obtener algunas respuestas.

"Facción antes que sangre" esa jodida frase la perseguía a todos lados y comenzaba a hartarle al darle tanta vueltas.

Divergente [Peter Hayes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora